En 1980, un grupo de geólogos se propuso investigar las profundidades de Madrid y no hablo de la Movida, sino descubrir si debajo su suelo había petróleo. La fiebre del oro negro había llegado a la meseta castellana. Sin embargo, lo que parecía un sueño de autosuficiencia energética terminó por abrir la puerta a una energía inesperada. A día de hoy, esa historia sigue escribiéndose, pero con un giro que nadie anticipó.
La búsqueda. Uno de los primeros y más serios intentos de perforación fue el realizado por Shell en 1980 en el pozo conocido como “El Pradillo-1” donde no se encontraron hidrocarburos. Por ese entonces la capital española soñaba convertirse en una ciudad petrolera atento a la prevalencia del combustible fósil por encima de otras alternativas en ese momento aún no suficientemente explotadas. A más de 3.500 metros de profundidad los ingenieros no hallaron petróleo pero sí datos muy valiosos acerca de la temperatura del subsuelo, que dieron lugar a la exploración de la energía geotérmica. De este modo, encontraron un acuífero geotérmico con temperaturas de entre 70ºC y 90ºC a profundidades que oscilan entre 1.500 y 2.150 metros.
A lo largo de los años, se realizaron más perforaciones en áreas cercanas, como Tres Cantos, San Sebastián de los Reyes y Geomadrid-1, donde hallaron acuíferos multicapa con temperaturas para producir energía geotérmica. Aunque la explotación aún no se ha desarrollado a gran escala, las investigaciones continúan, y se espera que este recurso renovable pueda aprovecharse en el futuro como una fuente energética alternativa en Madrid.
Entre los pros de este descubrimiento sobresalen las características intrínsecas de este tipo de energía limpia que se basa en el aprovechamiento del calor almacenado en el agua subterránea para generar electricidad y para calefacción de los hogares.
Pero, ¿por qué no se está explotando? A pesar del descubrimiento de un potencial geotérmico significativo en el subsuelo madrileño, la explotación de esta fuente de energía aún no se ha desarrollado a gran escala debido a varios factores entre los que destacan, en primer lugar, el elevado costo de las investigaciones y perforaciones iniciales, la infraestructura necesaria para aprovechar el calor del subsuelo de manera eficiente, como la construcción de plantas geotérmicas y sistemas de reinyección de agua.
La energía proviene de otras comunidades. Madrid sólo produce el 4,8% de la energía que consume. Este dato por sí sólo representa la urgencia que debería tener la comunidad autónoma para resolver la escases de alternativas para cubrir su demanda interna. En la actualidad lidera el ranquin entre las comunidades que más depende de la energía de otras zonas.
Si la región madrileña diversificará su mix energético mediante el aprovechamiento de la energía geotérmica, no sólo aumentaría su autosuficiencia, sino que también contribuiría a un modelo energético más equilibrado entre las diferentes comunidades autónomas con redundancias económicas para todo el país. Además, llevaría a replantearse la instalación de centros de datos, entre otras alternativas, y reduciría la concentración de generación energética en ciertas zonas del país disminuyendo la presión sobre las infraestructuras de transporte y distribución de energía, lo que beneficiaría a todo el sistema energético nacional reduciendo la huella de carbono.
Las previsiones. Con el avance de las tecnologías de perforación y las mejoras en los sistemas de aprovechamiento térmico, como las bombas de calor geotérmicas, Madrid podría estar ya en condiciones de empezar a aprovechar sus recursos geotérmicos de manera más eficiente. Es lo que ha hecho el País Vasco con los anillos geotérmicos en la universidad. Otra posible alternativa es tomar de ejemplo a Islandia, que ha convertido la energía geotérmica en la base de su modelo energético, representando el 66% del consumo total de energía primaria del país.
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