Es hora de asumirlo: los nuevos iPhone son cada vez más parecidos al anterior. No es que Apple no se esmere, es que el smartphone es un producto cada vez más maduro. Cada vez hay menos margen para la sorpresa. Cada año es más difícil reinventar la rueda.
La madurez tecnológica del móvil se une a otra tendencia: conservamos nuestros dispositivos durante más tiempo. Esta combinación sugiere que un ciclo de lanzamiento bienal podría tener sentido. Una idea que choca con la realidad del mercado y la estrategia comercial de Apple, y hace que ese escenario sea poco probable a corto plazo.
Los datos del CIRP reflejan ese retorno a los patrones de renovación pre-pandemia. Durante el confinamiento renovamos nuestros dispositivos antes de lo previsto. Eso quedó atrás y volvemos a ciclos largos, de tres años o más.
Un ciclo bienal dejaría margen a Apple para introducir cambios más importantes entre generaciones, estimulando potencialmente las ventas entre quienes buscan actualizaciones significativas. Y se alinearía mejor con los ciclos de renovación alargados de los consumidores.
Sin embargo, la chispa de Apple surge de su capacidad para mantener la relevancia y el deseo constantes. El ciclo anual no solo genera unos ingresos más predecibles, sino que también mantiene al iPhone en el centro de la conversación tecnológica. Y de paso, promociona productos y servicios satelitales (AirPods, Apple Watch, Music...).
Abandonar este ritmo erosionaría la posición de Apple en el mercado y daría a los competidores una oportunidad que ahora no tienen.
Además, el iPhone ya no es un producto, sino el núcleo de un ecosistema en expansión. Cada nuevo modelo no es tanto un dispositivo que vender, sino un vehículo para introducir nuevas tecnologías y servicios que alimentan el crecimiento en otras áreas del negocio de Apple. El ciclo bienal ralentizaría este motor de innovación y adopción.
Apple ha crecido mucho en la última década, y el iPhone sigue suponiendo la mitad de sus ingresos. Eso habla de la capacidad de Apple para levantar el resto de la empresa a su compás, aunque unas divisiones (Servicios, Wearables) lo hayan hecho con más brillo que otras (iPad).
Lo más probable es que sigamos viendo lanzamientos anuales por un buen tiempo. Si llega el ciclo bienal será por una cuestión de mercado, no por madurez tecnológica, como le pasó al iPod en los 2000.
Eso sí, podríamos ver una evolución sutil del enfoque actual. Acentuando la diferencia entre Pro y no Pro, o reteniendo las grandes innovaciones en los modelos superiores. Eso les dejaría mantener el ciclo anual mientras ofrecen mejoras sustanciales para quienes están dispuestos a pagar por ellas. Y esos, en Apple, son legión.
También es de esperar que sigamos viendo nuevas categorías de producto. La realidad aumentada solo ha dado su primer disparo. En algún momento deberá servir para complementar mejor al iPhone y mantener el crecimiento.
En última instancia el desafío para Apple no es tanto tecnológico como narrativo. Su misión es seguir contando una historia convincente sobre innovación y valor, incluso cuando los cambios físicos en el iPhone sean todavía menos perceptibles. De esa narrativa dependerá su éxito futuro.
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