El uso de energías renovables se ha convertido en una prioridad para que empresas y países logren sus objetivos de descarbonización, pero en esa tarea, reinventar el hormigón también se ha postulado como una de las prioridades. El motivo es que la producción de hormigón y la fabricación de ladrillos es un proceso contaminante, por lo que universidades, empresas y hasta agencias como DARPA están investigando para conseguir alternativas.
Y hay una que se postula como candidata para sustituir al ladrillo: el 'sugarcrete', o ladrillos de caña de azúcar.
Sugarcrete. En la búsqueda por sustituir tanto los ladrillos como el hormigón, estamos probando multitud de opciones. Desde madera transgénica hasta ladrillos de adobe contemporáneo, pasando por ladrillos-grapa que no necesitan hormigón como aglutinante. Y en ese segmento entra Sugarcrete.
Se trata de una alternativa de bajo carbono a los ladrillos y bloques de hormigón tradicionales debido a que es un material resultante de la combinación de fibra de caña de azúcar, aglutinantes minerales y arena.
Sencillo y sostenible. Sus responsables son investigadores de la University of East London en colaboración con el Instituto de Investigación en Sostenibilidad y el apoyo de empresas azucareras, y ahí está una de las claves de este material. No hay que cultivar caña de azúcar específicamente para construir estos ladrillos, ya que las fibras que se utilizan son las que sobran del proceso de producción del azúcar. Es el subproducto llamado bagassa.
Es algo que facilita el acceso al material (la caña de azúcar es uno de los cultivos más grandes del mundo por volumen de producción), pero además detallan que es algo que permite crear ladrillos con una huella de carbono seis veces mejor que la de los ladrillos de arcilla tradicionales. ¿El motivo? No se necesitan hornos a altas temperaturas durante el proceso.
Aparentemente, sólo ventajas. En las pruebas prototipo que se han realizado en los laboratorios del Instituto de Investigación en Sostenibilidad, los investigadores detallan que el material resultante es cinco veces más ligero que el hormigón, es sustancialmente más barato y el tiempo de curado es de apenas una semana, en comparación con los 28 días, aproximadamente, del hormigón estándar.
Otro punto a favor es la resistencia. Las fibras de caña de azúcar forman una estructura interna entrelazada que permite reducir el contenido de acero de las losas en hasta un 90%, lo que permite que la estructura sea menos rígida y, por tanto, más resistente ante situaciones extremas. Ante un terremoto, por ejemplo, las losas de fibra son menos propensas a agrietarse, ya que absorben los efectos del choque sísmico. También tiene un alto índice de aislamiento acústico y térmico.
Impulso local. Algo interesante, aparte de las propiedades del propio material y lo que implica su fabricación a nivel medioambiental, es que puede ser una vía de salida a materiales de deshecho de fábricas de todo el mundo. Como señalan en Ideal, una de las empresas que ha aportado la caña necesaria para esta investigación es Ron Mondero, compañía granadina que emplea azúcar de caña para la elaboración de la bebida alcohólica.
Libre. La facilidad para encontrar los materiales es algo que señalan sus responsables. En zonas en las que se produzcan muchos deshechos de caña de azúcar, Sugarcrete puede ser la respuesta para que los constructores tengan materiales de calidad, pero a un precio menor porque estarán fabricados en la zona. Así, el costo de CO2 será aún menor porque hay que sumar la sostenibilidad del nuevo material y la reducción de transporte de los materiales de construcción.
Por eso, su idea es que Sugarcrete sea libre. No está patentado y comentan que es “deliberadamente, de acceso abierto para establecer asociaciones que permitan producir nuevos materiales de construcción basados en residuos biológicos en regiones en las que se cultiva caña de azúcar y donde el beneficio será mayor”.
En pruebas. El equipo lleva unos meses realizando pruebas en varias partes del mundo, con programas que estarán evaluando hasta 2027 la idoneidad de este material en procesos de construcción reales. Además, los responsables han visitado zonas que podrían ser excelentes para implantar estos materiales, como territorios en India que tienen fábricas de caña de azúcar y donde los residuos podrían utilizarse para construir viviendas.
En estos territorios del sur de Asia, además, pueden ser un aliado para reducir las emisiones de carbono en el sector de la construcción.
Echando azúcar al cemento. Y, aunque Sugarcrete es un producto más que busca sustituir al ladrillo tradicional, lo cierto es que lo de añadir azúcar a materiales de construcción tradicionales no es nuevo. Sin ir más lejos, hace unos meses vimos que el subproducto de la caña de azúcar, junto a una bacteria, se puede 'echar' a la mezcla del hormigón para conseguir un material con capacidad de regeneración.
Esto es algo que también es interesante de cara a la descarbonización, ya que mantener el hormigón cuesta una millonada y se estima que, en 2026, esos costos serán de hasta 3.600 millones de dólares. Ahora sólo falta que los biomateriales pasen las pruebas necesarias, demuestren si cumplen en el terreno y, sobre todo, que las empresas lo vean como algo seguro en lo que invertir.
Imágenes | UEL
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