El cemento contamina. Bastante. El plástico también, mucho. Para el australiano Keagan Howell, estudiante del Royal Melbourne Institute of Technology (RMIT), ambos desafíos podrían solucionarse sin embargo de un mismo y certero plumazo: cambiando las grandes cantidades de mortero que usamos para levantar nuestros edificios por unas peculiares "grapas" especiales fabricadas con plástico reciclado. Suena extravagante, pero la idea permitiría ahorrarnos cada año toneladas de cemento mientras damos salida a otras tantas toneladas de botellas y botes.
La idea es de momento solo eso, una propuesta sobre la mesa, pero a Howell le ha servido para quedar finalista en el premio internacional James Dyson.
Con todos ustedes… ¡Linko! Ese es el nombre con el que Keagan Howell ha decidido bautizar su creación, unas peculiares "grapas" que pueden usarse para unir bloques de hormigón o ladrillos como si de piezas de un juego se tratara. Su filosofía es sencilla. Al menos sobre el papel. Lo que propone Linko es básicamente replantear cómo construimos nuestros muros: en vez de usar mortero para unir los ladrillos, sugiere hacerlo con ayuda de unas estructuras de plástico reciclado que funcionan a modo de "inserciones". "El sistema es notablemente sencillo y se compara con el ensamblaje de bloques de Lego", explica su creador.
¿Y cómo funciona? Con dos elementos: unos ladrillos de mampostería especiales y eslabones plásticos que sirven para ensamblarlos entre sí. Los primeros son bloques de construcción dotados de unos canales y orificios. Los segundos, conocidos como "insertos Linko", son una especie de grapas con forma de "H" fabricadas con plástico reciclado y diseñadas para encajar en los agujeros de los bloques. A medida que los albañiles levantan una pared solo necesitan ir disponiendo los ladrillos y encajarlos con ayuda de los eslabones plásticos.
"En vez de depender del mortero, los ladrillos se conectan y bloquean de forma segura incorporando los insertos Linko", explica. Howell garantiza que los bloques quedan entrelazados y lo suficientemente asegurados entre sí como para dar forma a muros. El sistema también prevé una solución para cuando se quiere construir una esquina: "grapas" de 90º. Incluso ha elaborad un vídeo para mostrarlo.
¿Sabemos algo más de ellos? Sí. En la web de The James Dyson Award, Howell incluye un resumen detallado de cómo llegó al diseño de Linko. En un principio —explica— exploró el uso de aditivos poliméricos adicionales en las construcciones, pero las pruebas mostraron que no era una buena idea. Su alta inflamabilidad no se ajustaba a la normativa. Para solucionarlo, decidió echar mano de ladrillos de mampostería, un material resistente y duradero. Luego recurrió a un modelo CAD para mejorar el diseño de los acoplamientos.
¿Por qué es importante? Por sus posibilidades para dar respuesta a dos enormes desafíos medioambientales: el reciclaje de los residuos plásticos y la contaminación que genera el cemento. El propio Howell recalca que lo que busca es ofrecer un sistema de montaje "sencillo" que permita al mismo tiempo "reducir de forma significativa los residuos y promover la sostenibilidad". Para entender su alcance viene bien recordar un par de cifras sobre emisiones y contaminación.
Quizás el más elocuente es la enorme cantidad de desechos plásticos que generamos cada año. Según el Plastic Waste Makers Index, solo a lo largo de 2021 el mundo generó 139 millones de toneladas métricas de basura plástica de un solo uso. Howell espera que Linko permita "reciclar toneladas de desechos dentro de una sola vivienda durante décadas" y que, gracias a su diseño, los eslabones y ladrillos pueden reaprovecharse, facilitando las reformas o nuevas obras.
¿Una alternativa al cemento? Ese es el otro gran potencial de Linko. Su responsable señalan en varias ocasiones que su sistema de eslabones, o grapas, permite prescindir del mortero, una mezcla que incorpora cemento y arena en su composición. Y eso vuelve a ser una posibilidad tremendamente interesante desde el punto de vista ambiental. Solo en 2016, se calcula que la producción mundial de cemento generó unos 2.200 millones de toneladas de dióxido de carbono.
Su impacto es tan elevado que desde hace años los científicos buscan nuevas formas de lograr un hormigón —una mezcla de cemento, arena, agua, áridos y aditivos— más sostenible y que genere menos emisiones. Linko podría ir un paso más allá y ofrecer una alternativa radicalmente distinta para el uso de mortero.
Imágenes | The James Dyson Award
En Xataka | Necesitamos hormigón más sostenible. Por eso ya hay casas construidas con pañales reciclados
*Una versión anterior de este artículo se publicó en septiembre de 2023
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