Así ha sido usar un smartphone con Intel Atom: prueba del Lenovo K900

Así ha sido usar un smartphone con Intel Atom: prueba del Lenovo K900
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Lenovo presentaba hace un año uno de los terminales sorpresa durante el CES de Las Vegas que se celebraba en aquellas fechas. Se trataba del Lenovo K900, un terminal que entra de lleno en la categoría de phablet y que doce meses después sigue destacando por una característica diferencial.

Se trata, por supuesto, de la presencia de un procesador Intel Atom como protagonista de la experiencia móvil: ¿Puede un smartphone con procesador Intel satisfacer a los usuarios de telefonía móvil frente a los omnipresentes ARM? Esa es la pregunta a la que hemos tratado de dar respuesta con este texto.

Un gigante con corazón Intel

El Lenovo K900 es un phablet en toda regla: la diagonal de 5,5 pulgadas hace que nos encontremos ante un dispositivo enorme en su longitud, pero sorprendentemente delgado (6,9 mm) a pesar de esas dimensiones. El peso, de 162 gramos, también lo hace extrañamente ligero a pesar de esa gran pantalla.

Lenovo K900

El Lenovo K900 es enorme, pero sorprendentemente fino, como se ve en esta imagen con un iPhone 5S sobre él.

En esa pantalla IPS táctil nos encontraremos con una resolución 1080p (y una densidad de pantalla de 401ppp), y en el interior del dispositivo contamos con el destacado procesador, un Intel Atom Z2580 de doble núcleo a 2 GHz, acompañado de una GPU PowerVR SGX544 y de 2 GB de RAM.

Contamos además con 16 GB de capacidad de almacenamiento sin posibilidad de expansión --no hay ranura microSD disponible-- y la batería de 2.500 mAh es otro de los componentes clave de un dispositivo al que esa pantalla lógicamente le impone un consumo notable. En la parte posterior nos encontramos con una cámara con sensor Exmor de Sony de 13 Mpíxeles y f/1.8, además de una cámara frontal de 2 Mpíxeles.

Y todo ello, eso sí, cubierto por una carcasa de metal que sin duda es uno de los puntos destacados del diseño del Lenovo K900, al que también ayudan su citado grosor y un peso que ciertamente lo hacen --dentro de lo que cabe-- más cómodo de llevar y manejar.

El rendimiento, con luces y sombras en todos los apartados

Las pruebas de rendimiento de este dispositivo de Lenovo permitieron que situásemos su rendimiento de forma adecuada. Para ello usamos pruebas sintéticas como AnTuTu, donde obtuvimos 20.464 puntos, o Quadrant, donde el resultado fue de 6.172 puntos. Ambas calificaciones lo sitúan a nivel --al menos, en rendimiento-- del Samsung Galaxy Note II, un terminal que lógicamente se ha visto superado por su sucesor, el Note 3, pero que fue uno de los productos destacados de 2013.

Lenovo K900

Las pruebas gráficas demostraron el buen comportamiento de la GPU, y por ejemplo en el benchmark realizado con Epic Citadel obtuvimos un resultado de una tasa sostenida de 57,8 fotogramas por segundo en esa resolución 1080p que realmente hace destacar los gráficos de este y de otros videojuegos móviles al máximo.

No todo son buenas noticias: el rendimiento es destacable --aunque no comparable al de los smartphones de última hornada--, pero resulta molesto comprobar cómo el terminal se calienta de forma sensible en cuanto le hacemos pasar algún que otro "mal rato" con este tipo de pruebas.

La medición de la batería siempre es más complicada, pero la impresión general tras unos días de uso es que esa pantalla y ese procesador no ayudan a la eficiencia del dispositivo, que apenas aguanta un día --y eso, yendo con cuidado-- en un manejo convencional en el que veíamos algún que otro vídeo pero en el que sí realizamos llamadas o consultamos con cierta frecuencia aplicaciones como Twitter, el correo electrónico, soluciones de mensajería instantánea como WhatsApp o GroupMe, o el navegador de Internet.

La cámara, por otro lado, es destacable no tanto por su sensor de 13 Mpíxeles como por esa apertura f/1.8 a la que tendremos como aliada tanto en tomas con poca luminosidad como en capturas en modo macro, donde el sensor se comporta de forma notable.

La velocidad de enfoque y la puesta en marcha de la función cámara no son especialmente destacables --tampoco la rapidez en el disparo--, pero esos peros se compensan con una serie de opciones y modos fotográficos --HDR, detección de sonrisas, el citado modo macro-- que ayudarán a sacarle algo más de partido a la aplicación nativa de Lenovo, que por supuesto podremos complementar con otras soluciones software más populares como Instagram.

Hay un problema importante con la capacidad de almacenamiento que Lenovo ofrece de forma nativa. De los 16 GB el usuario solo tendrá acceso a 9,77 GB de forma inicial, lo que es una limitación notable sobre todo teniendo en cuenta que esta pantalla y su cámara invitan a disfrutar de contenidos 1080p y a sacar muchas fotos a la máxima resolución. Sin ranura microSD disponible, esa capacidad se quedará muy pronto demasiado corta.

El software y los riesgos de personalizar

Como muchos otros fabricantes, Lenovo también trata de diferenciarse en el apartado software personalizando la experiencia de usuario que se ofrece a través del sistema operativo Android 4.2.1 que es nativo en el Lenovo K900.

Lenovo K900

Al menos en mi opinión el resultado es decepcionante. Los iconos de la barra inferior tienen un acabado que casi calificaría como "infantil", pero en este apartado obviamente puede haber muchas opiniones distintas.

Lenovo también ofrece unos Ajustes con una disposición y jerarquía distintos a los de un sistema Android puro, en el que tres pestañas distintas nos ofrecerán acceso a las configuraciones más frecuentes (WiFi, Bluetooth, brillo o volumen, por ejemplo), a partir de lo cual podremos configurar los llamados "Ajustes propios". En estos últimos existen algunas curiosidades, como la "modalidad de bolsillo" en el que el volumen del tono de llamada y notificaciones estará al máximo, o una función que permite que bloqueemos el teléfono al agitarlo repetidas veces.

Lenovo K900

La pantalla de bloqueo tiene una concepción interesante en la que se usan cuatro iconos --no configurables, por lo que hemos visto-- que permiten acceder al desbloqueo general, y a la función de cámara, mensajes y llamadas, además de mostrar la hora y el nivel de carga de la batería.

El menú de aplicaciones del Lenovo K900 muestra la tradicional matriz de iconos con todas las aplicaciones instaladas, y al movernos de un lado a otro comprobaremos como en Lenovo han integrado un efecto de transición "esférico" muy vistoso y que en mi opinión es uno de los aciertos de esa personalización.

Ese menú, no obstante, no da acceso por ejemplo a los widgets de Android, a los que accederemos al mantener pulsado el dedo sobre la pantalla para insertar en ese escritorio nuevos iconos, personalizar el tema o el fondo de pantalla o incluir los citados widgets que tengamos disponibles.

En esencia la experiencia de usuario no es mala, pero en ese esfuerzo por personalizar esa interfaz Lenovo probablemente ha invertido un tiempo que realmente no hacía falta. En cualquier caso puede que ciertos usuarios agradezcan salir de una experiencia Android pura, pero creo que ninguna de las capas de personalización de los fabricantes supera a esa experiencia, sobre todo cuando hablamos de Android 4.3 y sobre todo de Android 4.4.

La experiencia Intel-ARM es indistinguible

Al final del día la pregunta que queríamos responder era si notaríamos en algún momento que estábamos trabajando con un terminal con procesador Intel, algo que a priori podría echar para atrás a los potenciales compradores de estos terminales.

Lenovo K900

Pues bien, la respuesta es un claro y contundente no. El Lenovo K900 se comporta exactamente igual que un terminal basado en procesadores con arquitectura ARM. La tienda de aplicaciones dispone del mismo catálogo de soluciones a instalar, y la ejecución de las aplicaciones es tan fluida como los terminales comparables.

Los doce meses que han pasado desde esa presentación inicial han perjudicado lógicamente a este terminal que ya no solo compite con los modelos con los que ya competía a principios de 2013. Ahora lo hace también con otras soluciones basadas sobre todo en los Qualcomm Snapdragon 800 que hacen que en rendimiento y prestaciones el modelo el modelo de Lenovo pierda enteros. Aún así, quien se escude en el uso del Intel Atom como razón para no comprarlo estará equivocándose.

Hay otros argumentos para atacar al modelo de Lenovo: la duración de la batería, la escasa capacidad de almacenamiento o el hecho de que se caliente ante un uso intensivo son factores preocupantes, pero otros dispositivos con estas especificaciones no están completamente a salvo de estos problemas.

Si os convence la buena construcción del terminal y una cámara que se comporta realmente bien gracias a esa fantástica apertura f/1.8, podréis estar tranquilos: el Lenovo K900 es a pesar de su madurez un dispositivo que puede cumplir con vuestras expectativas. Sobre todo, claro está, si os sentís cómodos con una diagonal de pantalla que hace imposible utilizar este terminal con una sola mano.

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