El problema está detectado desde hace tiempo en China: envejecimiento de la población y una baja natalidad, todo ello con una economía en desaceleración. El problema es el remedio. De hecho, en pleno hundimiento de la natalidad, China tomó una decisión radical hace unas semanas: suspender las adopciones extranjeras. El último movimiento es, si cabe, más “invasivo”: tocar en las puertas y perseguir a las mujeres para que tengan críos.
La noticia. Contaba esta semana el New York Times el caso de Yumi Yang. El día que estaba registrando su matrimonio un funcionario del gobierno le animó a tener un bebé, aunque ella no le dio importancia. El hombre le acabó dando vitaminas prenatales gratuitas. Poco después, otro funcionario la llamó para preguntarle si las había tomado, y luego una vez que se quedó embarazada para saber si todo iba bien.
Pasaron los meses, y varios funcionarios se presentaron en su puerta después de que dio a luz, pidiéndole una fotografía con su bebé para sus archivos. Parece que la situación de Yang no es un caso insólito. Ante una población en descenso que amenaza el crecimiento económico, el gobierno chino está respondiendo con una táctica probada en el pasado: inmiscuirse en las decisiones más íntimas de las mujeres, si tener o no un hijo.
Nueva política: aumentar la natalidad. La campaña del gobierno no se limita a ir de puerta en puerta para preguntar a las mujeres por sus planes. De hecho, incluye cursos en universidades sobre el matrimonio y la crianza, y se promueve en reuniones políticas de alto nivel.
A este respecto, Xi Jinping ha subrayado la importancia de la maternidad como una responsabilidad pública, lo que refleja la prioridad que el Partido Comunista le otorga al aumento de la tasa de natalidad, que actualmente es una de las más bajas del mundo, con un índice de fertilidad estimado de 1.0. Una campaña que se enmarca dentro de un esfuerzo más amplio por cambiar las actitudes sociales hacia el matrimonio y la maternidad.
Quejas en redes. A través de las redes sociales las mujeres se han quejado de que funcionarios del barrio se han acercado a ellas, incluidas algunas que, según dicen, las llamaron para preguntarles la fecha de su último ciclo menstrual. La mayoría encuentra estas intervenciones fuera de lugar. Argumentan que el gobierno no aborda los desafíos reales que enfrentan, como los altos costes de criar hijos y la dificultad de conciliar la maternidad con las carreras.
New York Times habló con un grupo de mujeres de barrios donde los funcionarios han tratado de promover la fertilidad. Las generaciones más jóvenes, especialmente aquellas nacidas después de los 90, parecen no tener entre sus prioridades los hijos, en contraste con las generaciones anteriores. Con todo, algunas aprecian ciertos aspectos del programa, como los recursos adicionales para el cuidado infantil y el impulso a que los hombres colaboren más en el hogar.
Control estrictos y políticas del pasado. Detrás del esfuerzo del gobierno hay temores a una vuelta al pasado y el control reproductivo. Durante décadas desde finales de los 70, China implementó la política del hijo único de forma estricta hasta el punto de incluir multas y abortos forzados. Fue la respuesta ante las preocupaciones que generaba por entonces su crecimiento demográfico, un incremento que lo acercaba a la barrera de los mil millones de habitantes y generó recelos por su posible impacto económico.
Aunque las campañas actuales no han llegado a esos niveles, la intervención del gobierno en los planes de las mujeres, junto con un discurso cada vez más fuerte sobre la reducción de abortos innecesarios, genera temores de que las libertades en materia de reproducción puedan verse restringidas en el futuro. De hecho, en algunas ciudades ya existen reglas que requieren la aprobación oficial para abortos después de las 14 semanas de gestación.
Control ante un problema de difícil solución. Como la medida de hace unas semanas cerrando el “grifo” de las adopciones extranjeras, el último enfoque del gobierno con la “natalidad” recuerda peligrosamente a la política de planificación familiar del pasado, ignorando cualquier atisbo de cambio social donde la mujer tiene el control sobre sus decisiones. De fondo: el gran elefante.
En 2023 China perdió casi 2,1 millones de habitantes y registró 9,02 millones de nacimientos, el dato más bajo desde que hay registros. El balance del año pasado es negativo además porque muestra una aceleración del "pinchazo" demográfico: entre 2022 y 2023 el país ya había perdido habitantes por primera vez desde los 60, aunque en menor medida.
No parece, por tanto, que los funcionarios vayan a dejar de tocar en las puertas.
Imagen | Lon&Queta, TimeLessMoon
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