Probablemente los hayas visto en lugares tan dispares y rocambolescos como muros, portales, capós de coche o incluso en la fachada de templos, incluidas las piedras de la Catedral de Santiago. A los humanos nos encanta dibujar penes allá donde vamos. Cómo, dónde y con qué materiales es lo de menos, pero llega con darse una vuelta por las calles de cualquiera ciudad o pueblo para comprobar cómo asoman siluetas enhiestas, más o menos fieles a la biología. Y no es una cuestión de gamberrismo. O no solo, al menos. Llevamos miles de años haciéndolo y los motivos nos dicen más sobre nosotros mismos de lo que nos imaginamos.
De hecho lo de dibujar descomunales falos en las paredes es algo que ya hacían nuestros abuelos más remotos en las cavernas.
¿Gente con tres piernas? Eso es lo que se encontraron los arqueólogos que hace años investigaron el arte rupestres prehistórico en Asia Menor. Entre las pinturas que allí encontraron, en cuevas situadas a 750 metros sobre el nivel del mar, en los montes Tauro, destacan pequeñas figuras humanas garabateadas sobre la roca. Una de sus peculiaridades es cómo decidieron representarlas sus autores. O mejor dicho, en qué atributos se recrearon, como explicaba en 2017 un grupo de expertos que las analizaron en un artículo del Turkish Journal of Urology.
"Las primitivas figuras humanas se componían de cabeza, tronco, extremidades y seguramente el falo apuntando al suelo casi del mismo tamaño que las piernas", destacan: "No es ilógico llegar a la conclusión de que los artistas representaron su obra maestra sin ninguna exageración a excepción del extraordinario falo". Su análisis se acompaña de una imagen en la que se aprecia una figura de unos 10 centímetros que se fecha en un período comprendido entre el 6000 y 5000 a.C.
Falos rupestres "made in Spain". No hace falta irse tan lejos para descubrir pinturas de falos milenarias. En Guadalajara encontramos el legado de otros artistas que parecieron interesados, ya hace miles de años, en los penes tamaño XXL. El "lienzo" fue en ese caso la Cueva de Los Casares, en Riba de Saelices. Allí se conservan representaciones que algunos expertos consideran que tienen entre 30.000 y 15.000 años. Y entre ellas hay algunas sorprendentemente explícitas, incluida "una imagen grabada que puede representar un pene con supuración uretral", comentan Javier Angulo Cuesta y Marcos García Diez en un artículo dedicado a la presencia de genitales masculinos en el imaginario paleolítico.
"La proximidad de una probable representación vulvar hace pensar que la imagen constituya una representación de la emisión seminal", abundan ambos expertos. Hay quien sugiere que las de Los Casares y Laussel, en Dordoña, son las representaciones más antiguas conocidas de "relaciones humanas".
Suma y sigue de falos. Ni los de Asia Menor ni el de Cueva de Los Casares son casos aislados. Desde que empezamos a plasmar el mundo que nos rodea en las cavernas los humanos hemos mostrado una particular obsesión por los penes. Penes grandes y en ocasiones desproporcionados, para ser más precisos.
Destacan sobre todo en representaciones grabadas y pintadas de figuras masculinas, más que en imágenes aisladas de penes. Sobre todo las de cronología magdaleniense, de hace 13.000 años, y las localizadas en los yacimientos de Les Combarelles, Saint-Cirq, Altamira, Hornos de la Peña, Ribeira de Piscos, Le Portel, La Madeleine, Addaura, Isturitz, Mas d´Azil y La Marche. Entre las pinturas rupestres de Lascaux, en Francia, de hace al menos 17.000 años, se identifica de hecho una de las representaciones más antiguas del pene humano.
Indicios de hace 42.000 años. "Se han descubierto imágenes escultóricas de penes aislados que realmente constituyen bajo relieves grabados en fragmentos rocosos desprendidos, procedentes del abrigo de Laugerie-Haute y de Sergeac, ambos en Dordogne y de cronología gravetiense, en torno a 25.000 años", detallan Angulo Cuesta y García Díez. En ambos casos, las vergas se acompañan de vulvas.
Para entender cómo de antigua es la costumbre de garabatear figuras inhiestas llega con echar un vistazo a los últimos hallazgos arqueológicos. En 2016 un grupo de investigadores localizó en Mongolia un artefacto de hace unos 42.000 años en el que se aprecia una talla sospechosamente parecida a un pene, lo que lleva a algunos arqueólogos a considerarlo la representación fálica más antigua.
Más allá de los grabados. A la hora de dar rienda suelta a su creatividad no todos los artistas han recurrido al grabado. Las tallas son también abundantes. En las cuevas de Hohle Fel, Alemania, los investigadores hallaron hace dos décadas un pequeño artefacto de piedra de unos 19 centímetros de largo con forma de pene que se conoce como falo de Schelhlingen. Los expertos lo datan de hace ni más ni menos que unos 28.000 años. "Las representaciones humanas que han sobrevivido hasta nuestros días son escasas. Sin embargo, entre ellas hay muchas de genitales femeninos y masculinos y cuerpos completos que muestran sus preferencias sexuales y comportamientos", señala Angulo a El Independiente.
Algunas de las piezas que se conservan son auténticas obras maestras y demuestran la pericia artesana de sus creadores. Tanto en el manejo de las herramientas, como en su capacidad para representar el mundo que los rodeaba y apreciar los detalles anatómicos. Buen ejemplo es una talla incompleta con doble forma fálica localizada en Gorge d´Enfer, Francia, y en la que se aprecian incluso el glande y meato uretral. Los eruditos calculan que puede tener alrededor de 13.000 años. Otras piezas igual de magistrales están talladas con astas de reno o ciervo.
Pero… ¿Y por qué? La pregunta del millón. Que nuestros ancestros se dedicasen a pintarrajear enormes vergas en las rocas y paredes de sus cavernas poco tiene que ver con el gamberrismo. Al hacerlo plasmaban imágenes cargadas de simbolismo. "El pene erecto es considerado el símbolo del dador de vida y vinculado con el creador del Universo en el período inicial del arte", reflexiona Ayhan Verit. Hay quien incluso ha ido más allá y ve posibles instrumentos rituales o incluso "elementos masturbatorios o 'dildos'".
"Resulta difícil expresar lo que significaba la representación de la erección en la mente de los hombres y mujeres del Paleolítico superior, aunque no cabe duda de que la reiteración con la que el carácter eréctil ha sido expresado a lo largo del corpus paleolítico señala que este proceso fisiológico tenía un significado especial en su concepción socio-cultural del mundo", subrayan Angulo y García Díez, que insisten en que la erección se encuentra "explícitamente representada" en numerosas ocasiones.
Fertilidad, virilidad, fuerza. No han sido pocos quienes a lo largo de las décadas se han devanado los sesos para entender qué pudo llevar a nuestros ancestros a coger piedras o diversos pigmentos para retratar grandes penes. Las explicaciones son múltiples. Y demuestran su complejidad. Los investigadores los han relacionado con rituales de fertilidad, la idea de virilidad y fuerza o el concepto del individuo y su capacidad de siembra y reproducción en una naturaleza adversa.
Las lecturas son sin embargo mucho más ricas. Y nos hablan de cómo eran nuestros ancestros. "En ejemplos más raros estos itifálicos formaban parte de una composición de figuras. En varios, la erección se asocia con un peligro grave o la muerte", desliza Angulo Cuesta en la web de la European Association of Urology: "Podía significar virilidad y fuerza, no fertilidad, como en el Neolítico, y me atrevo a decir que no se oponía a lo femenino, sino a la naturaleza y al mundo animal".
Imágenes: Heribert Bechen (Flickr), Wikipedia 1 y 2
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