Hace unos días el Gobierno sorprendía anunciado su intención de reducir sensiblemente el límite máximo de alcohol permitido al volante. La intención es aplicar una nueva tasa, mucho más restrictiva, que impida en la práctica conducir después de tomar, incluso, una cerveza.
El objetivo propuesto es rebajar los 0,50 gr/litro de alcohol en sangre a 0,20 gr/litro o los 0,25 mg/litro en aire espirado a 0,1 mg/litros. Según los datos del Ministerio de Sanidad, estos nuevos límites supondrían que, dependiendo de la morfología de la persona, un hombre podría acompañar la comida de una sola copa de vino. De media, las mujeres sobrepasarían este límite con una sola copa. En ambos casos quedan descartadas las cervezas.
Entonces, ¿por qué establecer un limite tan bajo y no saltar directamente a la tasa 0,0 como se lleva a cabo en Eslovaquia, Hungría, República Checa o Rumanía? En palabras de Pere Navarro, existen algunas excepciones que podrían generar un falso positivo al volante.
Los supuestos, evidentemente, serían extraordinariamente raros pero evitarían, según el máximo responsable de la DGT, entrar en un lío jurídico. Por ejemplo, con una tasa 0,0, un conductor puede dar positivo si ha comido un plato cocinado con alguna bebida alcohólica pero la presencia de alcohol en sangre sería tan ínfima que se situaría por debajo de esos 0,2 gr/litro de alcohol en sangre que impiden beber una cerveza.
Pero esta no es la única situación. Algunas personas pueden generar alcohol con su propio cuerpo. De hecho, es un grave problema al volante porque puede llegar a tener sus efectos sobre sus capacidades motores y, por supuesto, dar positivo en un control de alcoholemia.
Es lo que le sucedió a un conductor belga que presentó recursos contra cuatro sanciones por conducir bajo los efectos del alcohol. Y la justicia le ha dado la razón.
Señor, si yo no he bebido
Jurar y perjurar en un control de alcoholemia que no hemos probado una gota de alcohol cuando un agente acaba de certificar que hemos dado positivo no parece la mejor defensa posible. Menos si, además, trabajas en una cervecería.
Ni una, ni dos. Hasta en tres ocasiones se enfrentó a esta situación un conductor belga. Una tras otra, las multas se fueron acumulando en el historial del hombre y uno tras otro también se acumularon los recursos a la misma. El pasado mes de abril, un juez dio validez a su argumento: tiene síndrome de la autocervecería.
Esta enfermedad rara (Auto-Brewery Syndrome, ABS, por sus siglas en inglés), también conocida como síndrome de fermentación intestinal o síndrome de la embriaguez, hace que nuestro cuerpo produzca etanol cuando metaboliza los azúcares ingeridos en una comida. Es decir, un buen plato de pasta puede hacer que nuestro cuerpo se emborrache sin haber probado una gota de alcohol.
Quienes sufren esta enfermedad, por lo tanto, pueden experimentar los trastornos propios de una intoxicación por alcohol (disminución de los reflejos, dificultades en el habla, mareos...) sin beber, exclusivamente con la comida.
Esto es lo que alegó el conductor belga que, como recogen en The New York Times, fue detenido en repetidas ocasiones acusado de superar los límites máximos permitidos de alcohol en sangre durante las pruebas. En alguno de estos casos, datados entre 2019 y 2022, el conductor llegó a cuadruplicar la tasa máxima permitida.
En España, la multa por superar los 0,60 mg/litro de alcohol en aire espirado (lo que equivale a triplicar la tasa de alcoholemia) está castigado en estos momentos con una multa de 1.000 euros y seis puntos del carné de conducir. Además de una pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a doce meses o trabajos en beneficio de la comunidad de 30 a 90 días. El conductor también se enfrenta a una retirada del carné de conducir entre uno y cuatro años.
El conductor, sin embargo, consiguió librarse en este caso después de que hasta tres médicos independientes certificaran que sufría esta enfermedad rara que convierte al cuerpo en una destilería. La solución ha sido, explican en el diario, una estricta dieta para evitar que esto le vuelva a suceder.
Foto | Unsplash
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