Una de las cosas que generan más inquietud en torno a la crisis del coronavirus es el baile de cifras en torno a la peligrosidad de la epidemia. Llevamos meses hablando sobre la mortalidad, la letalidad o la infectividad del virus y, sin embargo, la sensación generalizada es que lo que sabemos sobre estas variables cambia casi cada hora. Como consecuencia, hay una gran pregunta que sobrevuela toda conversación sobre el asunto, ¿por qué no somos capaces de saber cómo de peligroso es el coronavirus?
Mortalidad vs letalidad

Calcular el impacto de las distintas causas de muerte en sociedades tan complejas como las nuestras es difícil. Aún más cuando hablamos de enfermedades infecto-contagiosas muy extendidas y que se ceban, sobre todo, con pacientes pluripatológicos. Pero, para comenzar a desbrozar la cuestión, conviene tener claro de qué hablamos cuando hablamos de mortalidad y letalidad.
Por un lado, la tasa de mortalidad específica se refiere a
Por el otro, la tasa de letalidad se refiere a
Es decir, la diferencia fundamental es que la mortalidad específica nos habla del número de muertes que provoca una enfermedad con respecto al conjunto de la población y la letalidad, del número de muertes con respecto a la gente que tiene esa enfermedad. Si habláramos de la epidemia de Ébola de la República del Congo de los últimos años, veríamos que la tasa de letalidad ha llegado al 60% (han fallecido 6 de cada 10 infectados) mientras que la mortalidad específica por el virus en todo el país ha sido muy baja (unas 3.300 muertes en una población de más de 90 millones - 14 millones si solo contamos las regiones más afectadas).
Estas son las definiciones epidemiológicas clásicas. No obstante, a menudo se habla de "mortalidad" para referirnos a "letalidad" y viceversa. O incluso se se usan otro tipo de cálculos (parciales, estimados o compuestos) para hablar de la virulencia, letalidad o mortalidad de virus como el SARS-CoV-2. Esto se debe, por un lado, a cierta ansiedad social por entender la dimensión real de la epidemia; pero, sobre todo, porque no tenemos cifras claras. Y es que, aunque parezca algo relativamente sencillo, estas medidas epidemiológicas son algo terriblemente complejo de calcular con precisión.
El lugar donde florece ruido estadístico

El principal problema a la hora de calcular la tasa de letalidad es conocer con exactitud cuántos afectados hay por una enfermedad en un momento concreto. El caso del coronavirus muestra claramente lo difícil que resulta saber dónde ha llegado el virus. Dentro de unos meses, cuando haya pasado la epidemia y podamos hacer encuestas seroepidemiológicas con calma veremos la dimensión real del problema. Las encuestas seroepidemiológicas, como cualquier otra encuesta, selecciona a una muestra representativa de la población para, en este caso, realizar análisis de sangre y buscar anticuerpos de la enfermedad en cuestión. Con ese dato y el registro de defunciones se puede estimar una tasa de letalidad aceptable.
Mientras tanto, las cifras provisionales varían muchísimo según cosas tan sencillas como el número de test que se realiza en una población. No sólo porque, cuando hablamos de una enfermedad muy contagiosa, "a más test, más casos", sino también porque "a más tests más falsos positivos". De ahí que las cifras sobre el coronavirus que manejan instituciones como la OMS son estimaciones que utilizan distintos modelos epidemiológicos (desgraciadamente, no validados para este caso) que nos permiten tener "cifras de trabajo", pero que conviene no sacralizar.
Frente a la letalidad, podría parecer que la tasa de mortalidad específica es un dato más sencillo de calcular y en cierta forma lo es. Hay causas de muerte muy claras y acotadas que permiten cálculos bastante directos. Sin embargo, cuando hablamos de enfermedades amplias, extendidas y difusas, calcular la mortalidad no es tan sencillo. Es más, es un dato que puede cambiar radicalmente con modificar levemente parámetros como el territorio o el periodo de referencia. El mejor ejemplo es la gripe.
El Sistema de Vigilancia de la Gripe en España en sus informes de vigilancia calculan la mortalidad "estimando de forma indirecta mediante modelos que calculan excesos de defunciones en periodos de circulación de virus gripales, respecto al nivel basal esperado en ausencia de gripe". Para una epidemia nueva, tomando como referencia otros años (y corrigiendo cosas como la estacionalidad, el crecimiento económico, etc...) podemos obtener también un nivel basal. Sin embargo, ¿cómo diferenciar en un caso como el actual el impacto de la gripe del impacto del coronavirus? Es algo que tendremos que perfilar en los próximos meses.
¿Qué implicaciones tiene esto?

La primera y más directa es que discutir de cifras de mortalidad o letalidad en plena epidemia es de poca utilidad. Epidemiólogos, autoridades sanitarias y agencias gubernamentales gobiernos necesitan establecer cifras aproximadas para poder prepararse ante las epidemias (sean estacionales o no), pero están atravesadas por fortísimos sesgos: antes que precisas, tratan de ser útiles y en salud pública de urgencia esos dos términos no siempre van de la mano.
El caso italiano (frente al español o el francés) es paradigmático. En buena medida, la explosión de casos de Italia se debe a que, frente a la constatación de que se estaban produciendo contagios comunitarios, el gobierno comenzó a realizar tests a los ciudadanos tuvieran o no tuvieran síntomas importantes. Basta recordar la cifra de que 8 de cada 10 infectados no desarrollan sintomatología de interés para darnos cuenta de que ese enfoque podía multiplicar los casos diagnosticados a costa de que muchos de ellos no tuvieran siguiera problemas de salud.
Así ha sido y ese crecimiento de casos ha alimentado la histeria colectiva y lo que la OMS llamaba la 'infodemia'; complicando la gestión del brote y agravando sus consecuencias socioeconómicas. Tanto es así que Italia está replanteándose este enfoque. En Francia o en España, en cambio, los protocolos son mucho más estrictos y las pruebas solo se realizan a pacientes que o bien han tenido una exposición de riesgo o bien tienen una neumonía grave de origen desconocido. Esto ha contenido el número de casos con sus consecuencias tanto positivas (la preocupación social y las consecuencias económicas son menores) como negativas (crece la desconfianza frente a las cifras).
En efecto, las cifras globales del coronavirus están mal y todo el mundo lo sabe. Cada país las contabiliza de una forma diferente, con protocolos muchas veces contradictorios y trufados de conflictos de interés. Esto es un problema relativo porque los expertos están acostumbrados al ruido estadístico y, asumiendo esos sesgos, es posible componer cifras fiables. Por eso mismo sabíamos que las cifras de China eran razonablemente precisas. El problema es que la opinión pública no suele convivir con esta incertidumbre y en una crisis como la actual eso puede ser un importante factor de riesgo.
Imagen | CDC
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RicardM
Interesante y documentado artículo, en un mar de desinformación.
La tasa de mortalidad, como muertes en la población general, dice poco de la virulencia de una enfermedad, aún cuando sea relativament sencilla de calcular. En cambio la tasa de letalidad, como el número de muertes en la población contagiada (enferma o no) sí que és un buen indicativo de la virulencia. Esta tasa de mortalidad suele mantenerse constante para poblaciones (paises) determinados, siempre que para estas poblaciones se mantengan siempre los mismos criterios para identificar a los contagiados. La tasa de letalidad, por tanto, esta muy influenciada por el sistema sanitario del país considerado. Tanto por lo que hace a la buena identificación de los contagiados como por la propia asistencia a los enfermos.
Estimo que hay tres posibles evoluciones del Covit19: 1.- Se controla a la población contagiada y la enfermedad remite globalmente. 2.- El Covit19 muta a una forma menos letal y, por este motivo, se expande más rapidamente, convirtiéndose en una nueva "gripe" con poca letalidad. 3.- El Covit19 se desmadra y morimos todos (menos yo). El mes de marzo serà crucial para ver de que lado se decanta el virus.
Usuario desactivado
Creo que en este caso el gobierno español y el frances han actuado con más cabeza, pero no se puede culpar a los italianos tampoco dado la forma en que ha ocurrido alli. Se ha visto que casi todos los focos fuera de China han aparecido por imprudencias y en lugares con poco control y no tan multitudinarios.
Lo más triste es ver a gente servirse de esto para sus fines personales sin importarle una mierda nada.
Usuario desactivado
Estos párrafos parecen incompletos:
"Esto se debe, por un lado, a cierta ansiedad social por entender la dimensión real de la epidemia -(alimentada por el oportunismo de los medios de comunicación oficiales que saturan de la noche a la mañana, el menú "informativo", con cansinos artículos pseudocientíficos")-; pero, sobre todo, porque no tenemos cifras claras. "
"...ese crecimiento de casos ha alimentado la histeria colectiva y lo que la OMS llamaba la 'infodemia" (Propagada por los medios de comunicación oficiales que buscan protagonismo a como de lugar)
Este párrafo si parece acertado:
"En efecto, las cifras globales del coronavirus están mal y todo el mundo lo sabe."
Y estos párrafos contienen una gran admisión implícita pero parecen estar en orden inverso:
"El problema es que la opinión pública no suele convivir con esta incertidumbre y en
una crisis como la actual eso puede ser un importante factor de riesgo." (Porque)
"Cada país las contabiliza de una forma diferente, con protocolos muchas veces contradictorios y trufados de conflictos de interés." (Gran admisión lo de los conflictos de interés)
Por último esto:
"...los expertos están acostumbrados al ruido estadístico y, asumiendo esos sesgos, es posible componer cifras fiables."
Llamar a esa falta de rigor y manipulación por intereses un "problema relativo", y afirmar que a pesar de esos sesgos se pueden componer (inventar) "cifras fiables", es un descarado intento de justificar la falta de rigor, "científico", para obtener unas cifras a gusto.
Como dice el viejo adagio:
"Una estadística lo suficientemente torturada termina por confesar lo que se quiera".
falconx
El cuñadismo es más letal que el propio virus
GAZPACHETE
Deberiamos hacer un aislamiento de toda la poblacion en el mundo entero en casa por 1 o 2 meses. Acabaríamos con muchas enfermedades como esta y como la gripe.
pcliga
Pues en mi opinión los italianos son los que mejor han actuado, es más, el porcentaje de muertos en proporción a los infectados infectados en Italia es bastante alto, imaginar si no hubieran hecho tantos tests y el número oficial de infectados fuera menor (el de muertos sería el mismo).
En ese caso dicho índice sería aún más alto y la alarma mucho mayor.
De hecho creo que el CoVid es un tema mucho más serio de lo que los políticos y medios nos quieren hacer ver. Fácil de combatir en personas sanas con una buena limpieza continua de manos y cara, pero seamos realistas, quien puede permitirse lavarse las manos con jabones o alcohol antisépticos constantemente?
Creo que aún le queda mucho recorrido a este virus, por desgracia. Y creo que los gobiernos deberían ser bastante más estrictos, como el italiano, y menos laxos como el Español.
royendershade
"los protocolos son mucho más estrictos"
Más bien el criterio es más estricto, lo cual se traduce en protocolos más laxos, ¿no?
Usuario desactivado
Se agradecen artículos como este. No frenarán a los cuñados de hacer afirmaciones taxativas, pero a muchos nos ayudan a intentar mantener la precaución ante un tema tan complejo y ante las prisas de necesitar tener una opinión inmediata sobre cualquier tema.