Forma ya parte del saber popular que la actividad física puede ayudarnos a mejorar de una forma u otra nuestras capacidades cognitivas. La relación es sutil y compleja por lo que el asunto sigue siendo objeto de investigaciones científicas. Una de las últimas se ha enfocado en cómo mantener nuestro cerebro más joven cuando alcanzamos la mediana edad.
El resultado: quizás sea más fácil de lo que creíamos
Movimiento cotidiano. El equipo responsable del nuevo estudio concluyó que el movimiento regular puede ayudar a mejorar nuestra salud cerebral en la mediana edad. Es decir, que cualquier movimiento cuenta a la hora de ejercitar nuestro cuerpo si el resultado deseado es agilizar nuestra mente.
Según explica el equipo esto incluye desde actividades cotidianas como sacar al perro a pasear o fregar los platos hasta actividades de mayor intensidad, aquellas que consideraríamos “hacer ejercicio” propiamente dicho, como salir a correr o ir al gimnasio.
“No hace falta que vayas al gimnasio para experimentar todos los beneficios potenciales de la actividad física,” indicaba en una nota de prensa Jonathan Hakun, coautor del estudio. “Todo movimiento es importante. Los movimientos cotidianos cuentan como fuente de actividad física acumulada a la que podemos dar crédito por acercarnos a un modo de vida saludable y puede tener algún impacto directo en la salud cognitiva”.
204 participantes. El estudio contó con una muestra de 204 participantes de edades entre 40 y 65 años, todos residentes en el distrito neoyorquino del Bronx. El equipo interactuaba con ellos a través de su smartphone, mientras desarrollaban sus actividades cotidianas, una metodología denominada evaluación ecológica momentánea.
El estudio se realizó a lo largo de nueve días en los cuales se pedía a los participantes, cada 3,5 horas aproximadamente, dieran noticia de algunos detalles, como si habían sido físicamente activos en las últimas horas y que dieran una medida de la intensidad de la actividad (ligera, moderada o vigorosa). También se pedía que resolvieran varios rompecabezas, uno para evaluar la velocidad de procesamiento cognitivo y otro para evaluar la memoria de trabajo.
Los resultados mostraron que la actividad física en las últimas horas se relacionaba con mejoras en la velicad de procesamiento equivalentes a lo que se esperaría de un cerebro cuatro años más joven. Por otra parte, la memoria de trabajo no se veía alterada por la actividad. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Annals of Behavioral Medicine.
Constancia. El equipo también observó que la mejora era más marcada entre aquellas personas más constantes en lo que respecta a la actividad física. Es decir, si bien existen efectos a corto plazo, estos son exacerbados por la persistencia en el largo plazo.
En cualquier caso, indica el equipo responsable del estudio, aún quedan cuestiones por dilucidar y por tanto permanece la necesidad de realizar nuevos estudios sobre la materia. Por ejemplo para añadir medidas objetivas de la actividad física, por ejemplo a través de pulseras de actuvidad u otros wearables.
Dar un paseo. Detener, o al menos decelerar el deterioro cognitivo asociado a la edad es un importante objetivo para muchos neurólogos. Un objetivo que va más allá de luchar contra enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson ya que, en mayor o menor grado, a todos nos afecta este deterioro. Saber que un simple paseo puede ayudarnos en un momento es uba gran noticia.
Imagen | SHVETS production
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