En el futuro, cuando se hagan documentales y películas para analizar ese fenómeno que vivimos con el turismo masivo y el alquiler vacacional, una imagen se impondrá sobre el resto: las cajas para llaves. Son un símbolo de los tiempos, el dispositivo que se encuentra en los lugares más insospechados de las ciudades que permite alquilar a quien sea sin siquiera tener contacto con la persona. Por eso, y por alguna cosa más, Italia le pone coto para siempre.
Primero fue Florencia. Lo contamos hace unos días. Frente a las hordas, la capital de la Toscana decidió mover ficha antes que nadie para paliar los efectos que la avalancha de visitantes que tienen en sus calles. ¿Cómo? Su alcaldesa, Sara Funaro, presentó un plan de choque de 10 puntos con directrices y alguna que otra medida eminentemente práctica.
Los dos puntos más comentados: la ciudad ya no permitirá que los guías usen altavoces para dirigirse a sus grupos de turistas, y tampoco que los caseros de plataformas como Airbnb instalen cajas metálicas para llaves en las puertas, portales, fachadas de los edificios o donde sea que le ocurre a los encargados del alquiler, una práctica muy popular para agilizar el auto check-in de los inquilinos.
Italia adopta la propuesta. Lo que comenzó en Florencia se ha extendido en toda la nación. Italia ha implementado una prohibición de ese auto check-in en propiedades de Airbnb, así como Booking o cualquier otro tipo de alojamiento turístico de corta estancia, eliminando el uso de cajas de llaves y teclados para, entre otras cosas, combatir posibles riesgos de terrorismo y crimen organizado.
Según el Ministerio del Interior, esta medida busca reforzar el control de seguridad en un país que se prepara para unas fiestas “gordas”: los eventos como el Jubileo Santo en 2025 o los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026, los cuales atraerán a millones de turistas.
Requisitos más estrictos. Así, la nueva regulación exige que todos los huéspedes, independientemente de la duración de su estadía, sean registrados en persona en estaciones de policía locales. Esto reemplaza la práctica previa donde los anfitriones enviaban documentos de los huéspedes, como fotografías de pasaportes, a través de servicios de mensajería.
A partir de ahora, los anfitriones deberán realizar el registro físico de manera obligatoria, eliminando cualquier posibilidad de auto check-in sin supervisión y obligando a un contacto directo entre anfitriones y huéspedes para realizar los registros.
Apoyo local. Dicha prohibición parece que ha sido bien recibida por los líderes locales. El alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, destacó que la eliminación de cajas de llaves no solo mejora la seguridad, sino también la estética urbana, describiendo estas herramientas como elementos que "desfiguran nuestras calles".
Además, valoró la medida como un paso hacia la prevención de abusos, un control más efectivo de accesos y un freno inicial a la competencia desleal en el sector turístico.
El papel de Airbnb. Por su parte, la plataforma online, aunque apoya las iniciativas para reforzar la seguridad, defendió en un comunicado el auto check-in como una solución práctica y flexible tanto para anfitriones como huéspedes. La plataforma destacó su compromiso con el alojamiento responsable y su disposición para colaborar con el gobierno italiano en soluciones que aborden las preocupaciones locales de seguridad sin comprometer la conveniencia para los usuarios.
Impacto en el turismo. Qué duda cabe también, la medida se enmarca en un contexto donde Italia enfrenta una afluencia turística sin precedentes. Eventos como el Jubileo Santo, que se estima atraerá entre 30 y 35 millones de turistas, y los Juegos Olímpicos de Invierno en Cortina, suponen una explosión en el uso de alquileres a corto plazo.
En contraposición, las autoridades consideran que el crecimiento descontrolado de esta modalidad pone en riesgo la seguridad pública y genera tensiones en las comunidades locales.
El sector. Es la última pata a tratar, pero igual de importante. La prohibición supone un desafío logístico para los anfitriones, quienes ahora deben gestionar las llegadas de forma presencial, lo que podría desincentivar el alquiler de propiedades para estadías cortas en algunos casos. Por otro lado, la iniciativa puede reforzar la competencia justa entre anfitriones registrados y reduce la posibilidad del alojamiento ilegal, contribuyendo al cumplimiento de las normas locales.
Sea como fuere, la prohibición del auto check-in refleja un intento de Italia, otro más, por equilibrar la seguridad con la experiencia turística en un momento de alto crecimiento en el sector, abrumador en muchos casos, como hemos venido contando. Si bien la medida podría generar incomodidades para anfitriones y huéspedes, el gobierno espera que fortalezca la confianza en el turismo responsable y garantice la seguridad durante eventos que posicionarán a Italia como un destino de atención mundial. Un cambio nada baladí que establece un precedente importante en la regulación del sector de alquileres a corto plazo, marcando un enfoque más estricto hacia el control y la legalidad.
Imagen | Dennis Jarvis, Aranami
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