Las sondas Voyager se lanzaron al espacio hace casi 45 años, una de ellas visitó Júpiter y Saturno, mientras que la otra, además de pasar por esos dos planetas, también alcanzó Urano y Neptuno. Se han convertido en las primeras naves espaciales en adentrarse en el espacio interestelar, y por lo tanto en los primeros objetos creados en la Tierra en viajar tan lejos. Pero esta emocionante aventura, que tantos descubrimientos nos ha regalado, está cerca de llegar a su fin, según explica Scientific American.
Estas naves espaciales funcionan gracias a un generador termoeléctrico de radioisótopos (RTG, por sus siglas en inglés), que, a grosso modo, obtiene energía a partir de la descomposición natural de material radioactivo. No obstante, este anciano sistema pierde unos 4 vatios al año de energía potencia, lo que ha obligado a la NASA a tomar ciertas medidas para extender lo máximo posible la vida útil de las misiones. Estas medidas se traducen en ir apagando los instrumentos poco a poco.
Haciendo lo posible para extender una misión legendaria
Los ingenieros de la agencia espacial estadounidense ya han apagado algunos equipos de medición científica en el pasado para optimizar el consumo de energía. En 2019 desconectaron el calentador del subsistema de rayos cósmicos (CRS) en la Voyager 2, un recurso que protegía esta parte de la nave de las bajísimas temperaturas del espacio. Sorprendentemente, el instrumento demostró una resistencia única y siguió funcionando, a pesar de caer a un frío de -59 grados Celsius.
Este tipo de cambios, y cualquier otro que requiera enviar comandos, como cuando fue necesario activar los propulsores de la Voyager 1 después de 37 años de inactividad, son sumamente complejos debido a la distancia en la que se encuentran las naves. El envío de mensajes entre la Tierra y la Voyager 1 tarda casi 22 horas y unas 18 en el caso de la Voyager 2, comunicaciones que son gestionadas a través de las antenas que conforman la Red de Espacio Profundo de la NASA (Deep Space Network).
Así, a través de este enlace de comunicaciones, la agencia estadounidense intentará optimizar al máximo el consumo de energía de las legendarias sondas para que puedan seguir operativas hasta alrededor de 2030. En este momento, la Voyager 2 tiene cinco instrumentos en funcionamiento, y la Voyager 1 tiene cuatro, pero se irán apagando progresivamente, siendo uno de los últimos en dejar de funcionar el magnetómetro, cuyo trabajo principal ha sido medir los cambios en el campo magnético del Sol para determinar si cada uno de los planetas exteriores tenía un campo magnético.
Por lo pronto no se ha revelado una fecha exacta en la que las sondas dejarán de funcionar, pero como mencionamos arriba, si todo sale bien, podrían continuar con su misión por varios años más. Y cuando llegue la hora de decir adiós, ya no podremos comunicarnos con ellas, pero estas naves seguirán viajando por los confines del espacio y llevando consigo los discos de oro con sonidos de la Tierra, saludos en varios idiomas, imágenes, música, y hasta un mensaje del presidente de EEUU, Jimmy Carter.
A modo de homenaje, por la gran cantidad de años al servicio de la ciencia (y por todos los que aún quedan), compartimos aquí debajo algunas de las imágenes más destacadas de estas misiones. Empezamos por una captura del día del lanzamiento de la Voyager 1 a bordo de un cohete Titan IIIE en septiembre de 1977. Seguimos con una imagen de la Tierra y la Luna capturada por la misma sonda. Y pasamos a una fotografía de los anillos de Saturno de la Voyager 2, y una vista de Neptuno de la misma nave en 1989.
Imágenes | NASA
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