De Apple se suele decir que es una empresa que lanza muy pocos productos y que tiene un catálogo reducidísimo. Aunque es inferior al de otros fabricantes, esto no es del todo cierto. Lo fue en el pasado, pero ya no lo es.
Tomemos como referencia el año 2010, el último completo con Steve Jobs como CEO de Apple. En ese momento, agrupando productos y servicios, la empresa la componían veintidós modelos distribuidos en siete líneas de producto.
Algunas líneas, como iPad o Apple TV, solo tenían una versión. El iPhone igual, pero sumando el modelo del año anterior.
iPhone |
ipad |
apple tv |
ipod |
mac |
monitores |
servicios |
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iPhone 3GS |
iPad |
Apple TV |
iPod Shuffle |
MacBook Air 11" |
LED Cinema Display |
App Store |
iPhone 4 |
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iPod Nano |
MacBook Air 13" |
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Apple Care |
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iPod Classic |
MacBook Pro 13" |
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MobileMe |
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iPod Touch |
MacBook Pro 15" |
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iTunes |
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iPod+Nike |
MacBook Pro 17" |
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MacBook |
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iMac 21,5" |
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iMac 27" |
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Mac Pro |
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Mac mini |
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Era la máxima "menos es más". Esa estrategia no solo definía su identidad de marca, sino que también simplificaba al máximo la experiencia del consumidor. Era un enfoque que resonaba con la visión de Jobs:
"La gente piensa que enfocarse significa decir sí a lo que debes enfocarte. Pero eso no es lo que significa en absoluto. Significa decir no a las cien otras buenas ideas que hay. Tienes que escoger cuidadosamente".
Fast forward a 2024. Apple ha cambiado bastante. Ahora tiene 58 modelos repartidos en doce líneas de producto. Es una filosofía que podríamos denominar como "maximalismo calculado". El giro no solo es cuantitativo, también supone un cambio cualitativo en cómo Apple concibe su rol en el ecosistema tecnológico y en la vida de sus usuarios.
iPhone |
ipad |
Apple pencil |
Teclados para ipad |
apple tv |
VISION |
AirPODS |
aPPLE WATCH |
hOMEPOD |
mac |
monitores |
servicios |
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iPhone 16 |
iPad 10ª gen. |
Apple Pencil 1ª gen. |
Magic Keyboard para iPad Pro 11" |
Apple TV HD |
Vision Pro |
AirPods 4 |
Apple Watch Series 10 |
HomePod |
MacBook Air 13" |
Studio Display |
App Store |
iPhone 16 Plus |
iPad mini 6 |
Apple Pencil 2ª gen. |
Magic Keyboard para iPad Pro 13" |
Apple TV 4K |
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AirPods 4 ANC |
Apple Watch Ultra 2 |
HomePod mini |
MacBook Air 15" |
Pro Display XDR |
Apple Care |
iPhone 16 Pro |
iPad Air 11" |
Apple Pencil USB-C |
Magic Keyboard 11" |
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AirPods Pro 2 |
Apple Watch SE |
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MacBook Pro 14" |
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iCloud+ |
iPhone 16 Pro Max |
iPad Air 13" |
Apple Pencil Pro |
Magic Keyboard 13" |
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AirPods Max |
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MacBook Pro 16" |
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Apple Music |
iPhone 15 |
iPad Pro 11" |
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Magic Keyboard Folio |
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iMac |
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Apple TV+ |
iPhone 15 Plus |
iPad Pro 13" |
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Mac mini |
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Apple Pay |
iPhone 14 |
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Mac Pro |
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Apple Arcade |
iPhone 14 Plus |
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Mac Studio |
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Apple Fitness+ |
iPhone SE |
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Apple Podcasts |
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Apple Books |
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Apple News+ |
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Apple Card |
El iPad y sus accesorios son un buen ejemplo de esa expansión. De un único modelo en 2010 hemos pasado a seis variantes, complementadas por cuatro modelos de Apple Pencil y cinco teclados dedicados.
Esa proliferación no es casual. Refleja una estrategia de segmentación profunda del mercado, diseñada para capturar cada nicho posible de usuario, desde el consumidor casual hasta el profesional más exigente.
Quizás el cambio más revelador esté en la categoría Servicios. De un puñado modesto en 2010 (App Store, Apple Care, MobileMe, iTunes), hemos pasado a un ecosistema de servicios que abarcan música, televisión, juegos, fitness, libros, podcasts, pagos móviles, almacenamiento en la nube...
Esa transición señala un pivote estratégico: Apple no se ve a sí misma primariamente como un fabricante de hardware, sino como un proveedor integral de experiencias digitales. Su núcleo financiero también está a punto de dar el sorpasso.
El giro hacia los servicios no es solo una diversificación de ingresos, es una apuesta por la creación de un ecosistema cerrado y autosuficiente donde los ingresos sean estacionales (hardware) y también recurrente (servicios, cada vez más orientados a la paquetización).
Cada nuevo servicio añade una nueva capa de adhesividad al universo Apple, haciendo cada vez más difícil para los usuarios considerar alternativas fuera de este jardín vallado.
La introducción de nuevas categorías de producto, como Apple Watch o AirPods, también merece detenerse en ella: no son extensiones de la línea de productos que ya existían, representan la visión de Apple de un futuro donde la tecnología se integra de forma cada vez más íntima con nuestros cuerpos y nuestras vidas cotidianas. Son heraldos de una computación ambiental, donde la distinción entre el yo y el dispositivo se difumina progresivamente.
Esta estrategia de expansión no está libre de riesgos. La complejidad creciente del catálogo de Apple puede diluir la claridad de su propuesta de valor y confundir a un segmento de consumidores que valoraban precisamente la simplicidad de elección que ofrecía la antigua Apple.
Además, mantener la calidad y la coherencia de diseño en un espectro tan amplio de productos supone un desafío, tanto logístico como creativo.
En última instancia, la transformación de Apple refleja una readaptación calculada a un mercado tecnológico en constante evolución. Sin esa transformación, Apple no habría crecido de la misma forma y no sería la empresa más valiosa del mundo.
En un mundo donde la innovación disruptiva es cada vez más rara y costosa, la clave de ese crecimiento sostenido es la ocupación metódica de cada nicho posible del ecosistema digital. Y así se explica este gran salto de Apple en los últimos tres lustros.
Esta nueva Apple, más diversa y más compleja, también ha supuesto el progresivo ocaso de su propia cultura mitómana. Queda ver si también acabará tumbando a su gran tótem, el iPhone, para dar paso a un enjambre de gadgets interconectados más especializados.
Apple está redefiniendo las reglas del juego. No es el minimalista rebelde que fue en sus inicios, aunque sus diseños nos transmitan lo contrario. Es un gigante tecnológico que busca ocupar cada rincón de nuestra vida, la digital y la física. El éxito o fracaso de esta estrategia lo conoceremos a largo plazo, pero de momento no le está yendo nada mal. Aunque sea pagando ciertos peajes.
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