Todos los aficionados a la ciencia ficción lo sabemos de sobra: la clave de una buena historia de viajes en el tiempo no es la espectacularidad de la misma, sino el ingenio con el que se delinean las paradojas y las reglas que, una vez planteadas, tienen que funcionar como férrea red de salvamento para la verosimilitud de la historia. Por lo demás, como si la historia se desarrolla entre cuatro únicas paredes.
Que es casi lo que sucede en esta 'Time Trap' que Netflix estrenó hace seis años y que ahora vuelve a estar entre lo más visto de la plataforma, por una de esas piruetas algorítmicas que mandan a las películas de nuevo a lo más alto. Posiblemente, el secreto de su atractivo está en que aunque plantea un viaje en el tiempo muy asequible y sin complicaciones, deja un par de perlas en formato paradoja para los muy cafeteros que la convierten en una producción sumamente simpática para el aficionado.
Aquí recuperamos una variante del viaje en el tiempo no tan explotada como otras: que el viaje sea de tal magnitud que el mismo transcurrir de los minutos (y más) deja de tener sentido. Recomendamos no leer nada de la levísima sinopsis de 'Time Trap' para llegar sin sorpresas a la película, pero aquí tienes una pista: un grupo de jóvenes quedan atrapados en una cueva que distorsiona la percepción del tiempo.
Efectiva, sencilla y directa, 'Time Trap' plantea una aventura de corte juvenil (recuerda, de hecho, a películas de los ochenta mucho más despreocupadas que las actuales) que aunque flojea en su tercio, está llena de momentos estimables, como la visualización de lo que sucede fuera de la cueva o un anacrónico choque congelado de tiempos incompatibles entre sí. Ideas que nos recuerdan que a veces el ingenio y la imaginación es mucho más potente que el más sofisticado efecto especial.
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