Las videollamadas fueron una tabla de salvación al inicio de la pandemia, cuando tuvimos que parapetarnos en casa y era imposible ver a nadie que no viviese en la puerta de al lado. Sin embargo, con el paso de los meses cada vez estamos más hartos de los chats de vídeo, sentimos que nos agotan y ahora un estudio ha demostrado que, para trabajar, las videoconferencias son más ineficientes que una simple llamada de voz.
El estudio, llevado a cabo por un grupo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, Pensilvania, y publicado en la revista científica Plos One, señala que las imágenes de otras personas y la propia distraen nuestra atención cuando estamos trabajando en equipo de forma distribuida, mientras que, si sólo dialogamos por audio, el estímulo visual desaparece y podemos concentrarnos mejor en lo que nos dicen nuestros interlocutores, con lo que mejoramos nuestra productividad.
Además, las videollamadas hacen que el cerebro se esfuerce más por captar la comunicación no verbal de los demás usuarios, como ya han demostrado otros estudios, ya que en la pantalla los gestos pueden no captarse bien y hay expresiones corporales que tienen connotaciones completamente diferentes en un contexto doméstico que en uno profesional. Ese agotamiento asociado al vídeo también empeoraría el rendimiento de los equipos distribuidos.
Otra consecuencia negativa de las videollamadas, según los resultados del estudio, es que el vídeo puede contribuir a que algunos asistentes dominen la conversación gracias a su mejor manejo de la comunicación no verbal, en especial cuando se trata de videoconferencias con muchas personas. La ausencia de imagen, en cambio, hace que se respeten más los turnos de palabra y que el diálogo sea más equitativo y fluido.
“Sorprendentemente, nuestros hallazgos sugieren que el acceso al vídeo puede impedir el desarrollo de la comunicación verbal al crear una mayor desigualdad en el turno de palabra, refutando la idea comúnmente aceptada de que los medios multimedia mejoran de la colaboración distribuida”, señala el estudio.
Así, esta investigación desmentiría la creencia de que cuanto más rica en contenido es una comunicación, mayor y mejor es su impacto, en especial en el ámbito laboral.
No obstante, los autores del estudio subrayan que el vídeo puede seguir siendo útil en determinadas circunstancias, y que lo que demuestra su investigación son los beneficios de limitar su uso para evitar que determinados estímulos no nos distraigan.
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