Desde que Rusia invadió a Ucrania en febrero de 2022, Estados Unidos y la Unión Europea han adoptado numerosos paquetes de sanciones contra el país liderado por Vladímir Putin. En total, al día de la fecha, hay 38 categorías de productos cuya exportación ha sido limitada. Se trata, principalmente, de componentes electrónicos que pueden ser utilizados para fabricar una amplia variedad de armamento.
Las restricciones comerciales de Washington y sus aliados, sin embargo, no han sido del todo efectivas. Al menos esto es lo que señala una investigación del periódico The New York Times. En el último tiempo, Rusia no solo ha conseguido eludir las penalizaciones occidentales que apuntan a su ejército, sino que está llevando la producción de proyectiles y vehículos a niveles superiores.
Moscú ha fortalecido su músculo militar
En principio, las sanciones tuvieron un gran impacto en la estrategia de guerra. El país se vio obligado a reducir de manera drástica la producción de armamento, un golpe cuyos efectos podría haberse hecho sentir en el campo de batalla. Aquel efecto negativo se manifestó durante al menos seis meses desde el inicio de la invasión, pero Moscú no tardó en empezar a trabajar en canales alternativos.
La estrategia del Kremlin no fue otra que recurrir al contrabando de aquellos elementos que estaba necesitando para restaurar el ritmo de sus fábricas militares. Esta dinámica, de carácter notablemente ilegal, estuvo apoyada de países cercanos a Rusia, como Armenia y Turquía. Así, con estos actores de por medio, el caudal de componentes críticos no solo volvió a la normalidad, sino que alcanzó nuevos límites.
Producto de este movimiento, la producción militar rusa no solo se ha recuperado, sino que ha aumentado. Las fuentes consultadas por el mencionado periódico señalan que Moscú ahora fabrica más misiles que antes de la guerra, aunque no precisan la cantidad. Sí ofrecen datos acerca de otras categorías. En relación a vehículos blindados, ahora producen 100 por año, el doble que antes de la invasión, aunque una base militar en Siberia parece estar vaciándose.
Revitalizar la capacidad de fuego de su ejército ha resultado mucho más fácil que hacer frente a otros golpes producto de las sanciones. El sector de la aviación comercial ruso ha padecido el efecto de la guerra. La falta de piezas ha llevado a las aerolíneas a considerar canibalizar aviones para conseguirlas. Esto se debe a que las flotas son en su mayoría de Boeing y Airbus, dos compañías extranjeras.
En el ámbito militar, uno de los componentes más preciados para la fabricación de misiles guiados y otros elementos son los chips. Pero, en general, no se trata de chips avanzados, sino de chips con procesos de fabricación “maduros” que también alimentan electrodomésticos o coches. Además, como no son excesivos en volumen, puede ser transportados discretamente, incluso en bolsos o mochilas.
Kusti Salm, secretario de Defensa de Estonia, ha dicho recientemente que la producción anual de municiones de Rusia ha superado a la de Estados Unidos y Europa. En concreto, según el funcionario, es siete veces mayor que la de Occidente. Uno de los misiles más producidos por Moscú es el Kh-55, un proyectil subsónico de la era soviética cuyo alcance es de unos 2.500 kilómetros.
Imágenes: Ministerio de Defensa de Rusia | Vitaly V. Kuzmin (Wikimedia Commons)
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