¿Cuáles son las características que deciden sobre el papel lo que realmente es un buque insignia? No es una pregunta trampa, aunque pueda parecerlo. A simple vista podría decirse que el chipset, la cantidad de RAM y, naturalmente, el precio. Porque a la luz de la evolución de los teléfonos de mayor categoría durante los últimos años, el resto de sus especificaciones han permanecido casi inalterables.
Una casi perpetua balsa de aceite que por fin experimenta una súbita —y necesaria— agitación de la mano de realme.
El nuevo realme GT7 Pro llega para convertirse en el revulsivo que necesitaba la industria tras años de anquilosamiento, atreviéndose a romper moldes con unas prestaciones que no son la típica mejora microevolutiva para añadir 100 euros más al precio, sino que plantean un salto generacional en aspectos fundamentales como el rendimiento, la batería o las capacidades de la propia cámara. Por fin, un flagship que se siente como tal.
Y eso no es todo, ya que además lo encontrarás de oferta en dos versiones:
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No tiene un procesador rápido: tiene el mejor
Sea como fuere, es obvio que la potencia de los teléfonos de gama alta sigue siendo su mayor reclamo. El pilar sobre el que parece construirse el resto del teléfono. Y, en cierto modo, es así. El chipset es el elemento del que derivan gran parte de todos los componentes que poco a poco se van montando para dar como resultado el teléfono móvil moderno. Pero esta vez Qualcomm ha dado un puñetazo sobre la mesa. Y es que su nuevo Snapdragon 8 Elite no es la típica actualización anual.
Construido usando el proceso de fabricación de 3 nm de TSMC, el nuevo chipset supone un cambio importante al olvidarse por completo de los tradicionales cores de rendimiento medio y bajo para ahorrar energía. Aquí solo hay potencia. Concretamente, dos núcleos Oryon de máximo rendimiento de hasta 4,32 GHz para crujir cifras de fps nunca vistas en ningún juego para Android y seis de alto rendimiento de hasta 3,53 GHz. Todo ello acompañado por 16 GB de RAM.
El packaging y el nodo de TSMC hacen que esta combinación sea tan eficiente que el uso de núcleos ‘menores’ para ahorrar energía es innecesario. Dicho de otra forma, el realme GT 7 Pro no sabe pisar el freno. Más bien solo conoce el acelerador, con un salto de prestaciones de hasta el 45 %. Muy superior al 20 % que suele ser habitual. Es un antes y después en la historia de los chipsets para teléfonos móviles basados en Android.
Igual de notable es su gestión de rutinas de IA. Profundamente acelerada gracias a una NPU de última generación, esta es capaz de asistir en labores como la creación de imágenes complejas y realistas a partir de garabatos hechos con el dedo y hasta de procesar las fotografías tomadas por su cámara de fotos. Que también se sitúa a otro nivel, no solo por los megapíxeles.
Como el resto del chipset, esta NPU se enfría usando un nuevo sistema de refrigeración con una superficie de 11.480 mm2 —casi toda la superficie del teléfono— para evitar el throttling y el sobrecalentamiento, un problema que afecta al rendimiento real de muchos buques insignia, pero que también puede provocar fallos a largo plazo conforme se degrada el hardware por el exceso de calor.
Una pantalla OLED para conquistar el sol: hasta 6.500 nits de brillo máximo
Procesador aparte, lo cierto es que el realme GT 7 Pro entra por los ojos. Y en gran medida, esto se debe a su pantalla. Así como otros teléfonos de gama alta han limitado la progresión de sus especificaciones a la velocidad de refresco, añadiendo Hz al digitalizador para camuflar la falta de avances reales, realme ha querido tirar la casa por la ventana con una pantalla OLED 1.5K de 6,78 pulgadas que rompe barreras.
Desarrollado en colaboración con Samsung, el panel Eco2 OLED Plus se caracteriza por su elevada velocidad, brindando una frecuencia de actualización de 120 Hz y una respuesta táctil de 2.600 Hz para garantizar una reacción al tacto fulgurante. Pero lo que es igual o más notable todavía es que su brillo máximo asciende a nada más y nada menos que 6.500 nits. Más que muchos televisores LCD Mini LED modernos. Son palabras mayores.
Diseñada no solo para jugar, sino para mostrar de forma fidedigna fotografías y vídeos capturados con una calidad muy superior a la posible con otros teléfonos, esta pantalla ofrece la luminosidad necesaria para imponerse al sol directo. Todo ello al tiempo que brinda soporte para estándares de rango dinámico como Dolby Vision y HDR10+. Y también posee una elevadísima capacidad de reproducción de color, abarcando el 120 % del espacio DCI-P3; mejor que el de muchos monitores de PC.
Semejantes prestaciones no impiden la integración de otras características deseables en un teléfono de gama alta, demostrando que es posible abarcar y apretar. Así, el realme GT 7 Pro cuenta con uno de los desbloqueos por huella dactilar en pantalla más rápidos del mercado (0,1 s), funcionando incluso con los dedos mojados. Y hasta permite su operación con el teléfono totalmente sumergido para un uso acuático.
Una cámara brutalmente nítida... incluso debajo del agua
La elección de esta pantalla tan sofisticada no es solo por presumir. Es necesaria para dar soporte a una cámara igual de extraordinaria. Formado por tres sensores con el sello de Sony, este módulo mira más allá de los megapíxeles y busca ofrecer la calidad más elevada y un procesamiento por IA que tenga sentido para el usuario en lugar de limitarse a los típicos filtros o la corrección de colores.
El modo de disparo IA DMotion, por ejemplo, es capaz de accionar el disparador a 1/10.266 segundos para tomar la captura que necesitas en el momento preciso en el que se desarrolla la acción, superando incluso la capacidad de reflejos del fotógrafo más rápido. Y el modo acuático saca partido a la enorme luminosidad de sus sensores —el tamaño del principal, de 50 MP, es de 1/1,95 pulgadas—. Por no mencionar la capacidad de control táctil bajo el agua, para sacar fotos para enmarcar en un ambiente que no es precisamente favorable para la fotografía móvil.
El teleobjetivo desarrollado por Sony es en cualquier caso una de las estrellas. Su sensor estabilizado IMX882 de 50 MP y óptica periscópica de seis elementos proporciona una distancia focal equivalente de 16 mm para brindar zoom sin pérdida 3x. Con la ayuda del zoom asistido por IA, sin embargo, este acercamiento puede alcanzar los 120x con un nivel de detalle que desafía cualquier concepción previa.
Por primera vez, un teléfono móvil proporciona unas prestaciones propias de una cámara de acción y una compacta de alto rendimiento.
Rompiendo barreras: el primer ‘flagship’ con batería de 6.500 mAh
La batería es otro de esos aspectos donde parece que los teléfonos prémium se habían estancado. Fijos en el límite de los 5.000 mAh y sus aledaños, no parece tener mucho sentido que un móvil de 180 euros brinde una autonomía similar a la de uno de más de 1 000 euros. La diferenciación es escasa y en cierto modo eso hace aún más injustificables algunas de las tarifas que se ven por ahí. Con el GT 7 Pro, realme da otro paso al frente.
Dotado de la batería de sílice y carbono más grande de su segmento, el realme GT 7 Pro ofrece 6.500 mAh para brindar mucho más del día y medio de autonomía al que acostumbran muchos teléfonos de gama alta. En espera, de hecho, esta asciende a 510 horas. Y hasta con un uso relativamente intenso, no tendrá problemas para superar los dos días con una sola carga.
La inmensidad de su batería es tal que con solo un 1 % de carga, momento de absoluto pánico bajo condiciones normales, el realme GT 7 Pro puede proporcionar cinco horas de funcionamiento en espera. Y con su carga SuperVOOC de 120 W, solo necesita 14 minutos para recuperar el 50 % y sacarte de cualquier apuro. Donde otros móviles te dejarían tirados, este sigue con fuelle para darlo todo.
Imágenes | realme
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