Los clásicos todoterrenos estadounidenses, del Bronco a la utilitaria F-150, han sido durante años objeto de deseo de los conductores europeos, que debían conformarse con verlos en las revistas. Y lo mismo sucedía para los estadounidenses con el Kuga, que insistieron hasta que les llegó con la denominación Escape. Fruto de esta polinización cruzada de modelos llega ahora el Ford Explorer® eléctrico, un legendario que para Europa cambia su concepción de volumen para adaptarse al Viejo Continente pero manteniendo el mismo compromiso con la habitabilidad y el confort de marcha.
Totalmente electrificado, el Explorer® se convierte posiblemente más que ningún otro modelo en la punta de lanza de la ofensiva del Óvalo Azul como fabricante de coches sin emisiones, valiéndose para ello de un diseño muy atractivo, un interior con algunas innovaciones sorprendentes y una red de carga que nos pone al volante del que podría ser el primer eléctrico realmente pensado no para salir de la ciudad, sino del país.
Herencia americana, ingeniería alemana

Con un tamaño de 4,47 metros, este Ford Explorer® ha sido diseñado para respetar los requisitos de la circulación urbana europea. Esto implica la necesidad de adaptar sus cotas a unas plazas de aparcamiento más pequeñas y la de poder acceder a las zonas de bajas emisiones o ZBE, que irán endureciéndose progresivamente hasta limitar su acceso a los vehículos plug-in o eléctricos.
En este contexto no debería sorprender que el Ford Explorer® sea un coche más pequeño que el americano, aunque exteriormente puede llevar a engaño. Diseñado siguiendo las mismas contundentes líneas de su versión al otro lado del charco, su robusta y imponente presencia contrasta con la de otros SUV eléctricos, más empeñados en seguir los dictámenes del túnel del viento que los criterios estéticos —y, por ende, exteriormente casi intercambiables—.
Su calandra ciega, presidida por el logo de Ford, se enmarca por dos faros LED de líneas rectas y esquinas tan solo ligeramente redondeadas, en consonancia con la misma carrocería, mientras que la parte trasera se forma desde una línea de cadera que mantiene la continuidad en horizontal con el propio capó, aportando una solidez visual muy elevada. Los pilotos traseros se inspiran asimismo en los americanos, ligeramente verticales para maximizar la sensación de tamaño.
A pesar de que estéticamente podría pasar por un coche 100 % americano, lo cierto es que su diseño y producción son netamente europeos. La tecnología eléctrica y de bastidor es alemana, e incluso la producción se lleva a cabo en el país centroeuropeo, concretamente en el Electric Vehicle Centre que Ford tiene en la ciudad de Colonia.

Allí, más de 600 robots se encargan de soldar, fundir, cortar, limpiar y pintar las diversas partes del coche en una de las líneas de producción más modernas del continente. Esta elevada automatización no es solo una cuestión de eficiencia, sino que también está pensada para garantizar la calidad de unos vehículos que por su naturaleza eléctrica y orientación de mercado deberán satisfacer unos estándares de calidad inalcanzables usando los medios que había hasta ahora.
Tamaño compacto, habitabilidad de gigante

Pero si por fuera aparenta ser mucho más grande de lo que realmente es, por dentro directamente parece gigante. Cavernoso. El uso de un salpicadero menos monolítico que otros y con abundantes líneas horizontales proporcionan una elevada sensación de amplitud en los puestos del conductor y el copiloto, mientras que un inteligente uso del espacio permite repartir bultos por todo el habitáculo, destacando una consola central de nada menos que 17 litros y espacio para guardar toda suerte de pequeños objetos.

En cuanto a la instrumentación, Ford ha querido distanciarse de otros fabricantes con una gran pantalla de 14,6 pulgadas que complementa la de 5,3 pulgadas instalada en la cúpula de instrumentos. Este elemento permite gestionar aspectos del vehículo como la climatización y la navegación dejándolos más a mano del conductor que usando una pantalla horizontal e incorpora un rasgo realmente distintivo: se puede orientar en inclinación, de forma que siempre esté correctamente a la vista del usuario independientemente de su altura. El énfasis en la ergonomía es indiscutible.
En la parte trasera destaca asimismo la elevada distancia para las rodillas, superior a la de la inmensa mayoría de sus rivales. El Ford Explorer® es un coche que se siente inusualmente cómodo para englobarse en el Segmento C, en gran medida porque el uso de una mecánica 100 % eléctrica permite dejar el suelo casi totalmente plano. Cambiar de sitio una sillita de bebé o cambiarse de banqueta no es problemático como en otros coches.

Finalmente, Ford ha dotado al Explorer® de un maletero realmente generoso. Hablamos de hasta 532 litros —si contamos el volumen hasta el techo—, con la opción de poder transportar objetos largos como barras, trípodes o esquíes sin necesidad de abatir los asientos traseros gracias al uso de una portezuela en el asiento central que permite introducir este tipo de cargas.
Un eléctrico para explorar el mundo: más de 600.000 puntos de carga por todo el globo

Diseñado desde cero como un vehículo eléctrico, el Ford Explorer® se beneficia de una plataforma que no requiere adaptaciones costosas en términos de espacio interior, rendimiento o autonomía como sucede con otros coches a batería con una herencia tecnológica anclada en la gasolina. Esto ha permitido a Ford ofrecer una gran diversidad de motorizaciones, con una gama que en España contempla modelos de 170, 286 y 340 CV en el caso del Explorer® AWD, que gracias a su elevada potencia y a la tracción 4x4 alcanza los 100 km/h en 5,3 segundos.
Algo parecido sucede con las baterías, que pueden ser de 52, 77 y 79 kWh. Ya desde el escalón más bajo de la gama estamos hablando de una autonomía combinada de 378 km. Pero es que el Explorer® con mayor capacidad se va hasta los 602 km. E igual de importante es el hecho de que la carga del 10 % al 80 % se puede hacer en 26 minutos incluso en el modelo con la batería más grande.
La guinda del pastel, sin embargo, no la pone su elevada carga tecnológica, sino su accesibilidad. No se trata de que los compradores de un Explorer® puedan gozar de una carga rápida cerca de casa para sus quehaceres diarios, sino de convertir al vehículo eléctrico en una opción tan polivalente como el térmico, para lo cual puede utilizar más de 600.000 puntos de carga disponibles a lo largo y ancho de 36 países europeos gracias a la red BlueOval, dotada de estaciones IONITY de alta velocidad.
Más de 30.000 km y 27 países: Lexie Alford demuestra que el Ford Explorer® no es un eléctrico solo para la ciudad
Para demostrar el auténtico potencial de su plataforma eléctrica, Ford se ha aliado con la aventurera Lexie Alford (@LexieLimitless), que tras convertirse en la persona más joven en visitar todos los países del mundo ha querido romper un nuevo récord: recorrer 27 países distribuidos en seis continentes con un Explorer®.
Este hito, que la convierte en la primera persona que ha dado la vuelta al mundo a bordo de un eléctrico, ha implicado recorrer más de 30.000 km en zonas que poco tienen que ver con las delicadas autopistas europeas, incluyendo el desierto de Atacama en Chile, las sendas de Zimbabue y hasta los agrestes caminos que conducen a los templos de Bután.
Un stunt promocional que sin duda dará para más de una de sus charlas TEDx y que demuestra que el Ford Explorer® es mucho más que un eléctrico al uso.
Imágenes y materiales | Ford
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