En 1984, el director alemán Philip Gröning escribió al prior de la Grande Chartreuse con la idea de grabar "un retrato íntimo de la vida íntima" de los monjes cartujos en el corazón de los Alpes franceses. Los monjes le dijeron que tenían que pensarlo.
Tardaron 16 años en decirle que sí. Gröning pasó seis meses en el monasterio grabando él mismo sin ningún tipo de luz artificial y, más tarde, dos años y medio montando una película. El resultado es estremecedor.
'Into the Great Silence' no sólo se convirtió en una radiografía del silencio más denso y profundo que puede producir una comunidad humana, es también un espejo. El que nos muestra una de las grandes paradojas de la modernidad: que la vida va cada vez más rápido, pero a nosotros nos parece cada vez más corta.
Cosas del tiempo. Eso al menos es lo que defendía Stefan Klein en la magnífica entrevista que le ha hecho Antonio Martínez Ron en elDiario.es: que, objetivamente hablando, "tenemos más tiempo libre que nuestros abuelos, pero vivimos más agobiados".
En un libro recién publicado en español ('El Tiempo', Península), Klein abunda en cómo el Renacimiento, primero, y la Revolución Industrial, industrial, pusieron en marcha una auténtica "tiranía del reloj' que introdujo en nuestras vidas el concepto moderno del 'estrés'.
"El mayor fraude de la historia de la humanidad". De hecho, si somos precisos esto ni siquiera es una 'paradoja moderna'. Desde que Marshall Sahlins publicara "Economía de la Edad de Piedra" a mediados del siglo XX, prehistoriadores y antropólogos ha discutido sobre cuánto tiempo dedicaban las culturas cazadoras recolectoras a trabajar.
Y la respuesta habitual es entre 3 y 5 horas diarias (21-35 horas semanales). Aunque, de hecho, es probable que fuera menos: "hay que recordar que los recolectores-cazadores modernos que han sido estudiados por la antropología suelen habitar ecosistemas extremos y que es probable que medios con más recursos naturales hubieran permitido una existencia todavía más cómoda".
El consenso en torno a que la adopción de la agricultura "supuso mayor productividad por hectárea de terreno" a costa de trabajar más duro y alimentarse peor es hoy tan sólido que el historiador Yuval Noah Harari ha llegado a decir que hablamos del "mayor fraude de la historia".
Y eso que lo peor aún no había llegado. Al fin y al cabo, los agricultores neolíticos trabajaban menos que los de la Edad de Bronce y, con excepciones, así ha sido progresivamente. En perspectiva, las condiciones laborales del siglo XIX parecerían las de la novela distópica más terrible jamás pensada.
No voy a caer en un primitivismo absurdo, ni concordar con John Zerzan en que el mundo se torció justo el día en el que apareció el primer atisvo de 'pensamiento simbólico'; pero, sin olvidar todo lo bueno que nos ha traído la civilización, merece la pena reflexionar sobre las consecuencias menos evidentes de vivir en un mundo más y más productivo.
"El virus de la velocidad ha infectado a todo el mundo". Esto es lo que defiende Klein y, aunque no es ninguna idea nueva, si la ponemos en relación con la ciencia contemporánea nos puede dar claves para controlar mejor nuestra percepción del tiempo (y, por ende, nuestra vida).
Ahora sabemos que nuestra percepción del tiempo está relacionada con el metabolismo. Para las moscas los minutos pasan lentísimo, mientras que para los elefantes o las ballenas los días duran un suspiro. También sabemos que el tiempo empieza a pasar más rápido cuando envejecemos, en parte, porque nuestro propio metabolismo se ralentiza.
Eso es difícil de evitar, pero las palabras clave son "en parte". Hay todo un conjunto de teorías sobre la percepción del tiempo que lo relacionan con la liberación de dopamina durante la percepción de nuevos estímulos: "cuanto más familiarizados estemos con las experiencias del día a día, más rápido parece que pasa el tiempo".
Cómo parar el tiempo. Teniendo en cuenta todo esto (y, sobre todo, que esa aceleración del tiempo es imposible de evitar del todo), sí que hay algunas estrategias psicológicas para ralentizar el tiempo. Cosas como seguir aprendiendo cosas nuevas, visitando lugares en los que no hemos estado, conociendo a personas por primera vez y abrirnos a las sorpresas, la improvisación y la espontaneidad permiten que nuestras percepciones se modifiquen.
No son la panacea, evidentemente; pero ayudan a ampliar nuestra percepción de la temporalidad y, de esa forma, limitar el impacto del estrés en nuestro día a día.
Imagen | Rodolfo Barreto
En Xataka | Por qué el tiempo parece pasar más rápido cuando nos hacemos mayores
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bernardo.ravinelli
Primero yo matizaría un poco el "error" que fue la agricultura basandonos en que nos alimentamos peor y nos supuso un trabajo más duro. Eso nos permitió la especializacion, liberar individuos para otras tareas y con ello, y con tiempo, el desarrollo de la cultura, el arte, las ciencias e, incluso, la tecnología que permite que esos sesudos especialistas critiquen el modo de vida moderno desde las atalayas del confort que esa misma tecnología y ciencia les proporciona.
En cuanto a eso de la abundancia del tiempo libre... es un poco relativo: hay quien dedica menos tiempo al trabajo, quien le dedica mas, quien lo hace por eleccion y quien lo hace por supervivencia.
Que dispongamos de más tiempo libre que en tiempos pretéritos gracias a la tecnología y la acumulacion de capital no significa que la disponibilida de tiempo libre sea homogenea.
Y el estres no está necesariamente aparejado al trabajo. Dudo mucho que un funcionario en españa, sin la presión del trabajo en el sector privado y con un sueldo asegurado de por vida y, en muchos casos superior al que cobraría en el sector privado por un trabajo equivalente (un desproposito dado que la financiacion del estado se obtiene parasitando la riqueza el sector privado, incluyendo a los ciudadanos) sufra el mismo estres que un camarero random en un entorno poco saludable, cobrando el sueldo mínimo y con la espada de damocles del despido dado que su trabajo es relativamente poco especializado y es facilmente reemplazable.
Tambien sería interesante un análisis del estres que supondría para un cazadr recolector los días en los que no caza, no obtiene alimento, hay sequia, hambre, enferma, pasa frio... todo esos son factores estresantes y no parece que se incluyan en el informe ese.
Usuario desactivado
Me encantan este tipo de temas, pues tuve la desgracia de pasar por una época oscura, y ahí me di cuenta de la importancia de la salud mental.
Es brutal como la mente puede en una situación sin estresores aparentes, ver todo como un caos absoluto, donde solo puedes c encontrar terror
Lástima que a pesar de que cada vez se tiene más conciencia se sigue tomando a chiste.
amfortas
Cuando era niño (creo que eso nos pasaba al final a todos), tiempo parece que iba muyyyyyy despacio. Una hora de clase de matemáticas parecía una eternidad, la hora de la siesta (obligatoria por nuestros padres) era oooootra eternidad. Entre cumpleaños, oootra eternidad, parecía que nunca ibas a cumplir una año más...
Ahora de adultos, lo contrario, los días pasan volando y no te crees que ya sea otra vez tu cumpleaños...
Pensando estas cosas, siempre lo primero que me viene a la cabeza es la novela MOMO, y los hombres grises que persuadían a la gente en dejar de perder el tiempo en cosas innecesarias para que después todo ese tiempo ahorrado, disfrutarlo en la vejez.
davidkeko
Es necesario vivir en la estafa actual. Unos se dedican a cultivar el campo para generar comida. Esta comida alimenta a los que fabrican medicamentos, operan tumores, construyen carreteras y coches, o conducen autobuses. Si todos estuviéramos cazando y recolectando no se fabricarían y construirían otras cosas.