La pérdida de cabello es algo más que una obsesión. Es también un negocio millonario a la par que reto científico para quienes buscan fórmulas mejores a la hora de evitar que se nos caiga el pelo. Por si fuera poco, también es la punta de lanza de toda la industria de la salud capilar.
Teniendo en cuenta el reto científico y la existencia de un interés económico, es fácil entender que existan numerosos laboratorios afanándose en mejorar las “recetas” que hoy en día tenemos a nuestra disposición si queremos mantener nuestro pelo intacto pese al paso de los años.
Por eso nos preguntamos cuáles son a día de hoy los tratamientos más eficaces disponibles, cuáles son los más prometedores y, sobre todo, por qué la industria de la cosmética tiene tanto interés en que no se nos caiga el pelo. Pero antes de responder a estas preguntas respondamos a una más sencilla: ¿por qué se nos cae el pelo?
Hoy por hoy existen dos formas más o menos eficaces de evitar o revertir la caída de pelo. La primera es bien conocida: los implantes capilares. Este tratamiento quirúrgico es un autotransplante: se toman folículos de otras partes de nuestro cuerpo y son implantados en la cabeza. Se trata de un tratamiento relativamente extendido y útil, aunque también presenta incovnenientes.
Elsegundo es un tratamiento farmacológico y no quirúrgico. El Minoxidil, el otro gran tratamiento asentado, fue descubierto en 1950 pero no como “crecepelo” sino como vasodilatador. Fue con esta función que comenzó a comercializarse en 1979. Como ha ocurrido en distintas ocasiones (Ozempic es el ejemplo más reciente), los expertos pronto se dieron cuenta de que el tratamiento tenía un efecto inesperado y positivo: retrasaba e incluso detenía el avance de la alopecia.
Ahora bien, la ciencia sigue avanzando y hoy en día hay otros tratamientos en proceso de desarrollo, algunos de los cuales pueden calificarse como prometedores.
Uno de los más llamativos en esto de mantener nuestro cuero cabelludo al resguardo es la clonación de pelo. Esta técnica se basa en la idea de que en nuestra dermis existen células de diferentes “linajes”, algunos más resistentes que otros.
El tratamiento comienza recolectando los más sanos para después clonar sus células de forma que a partir de unos pocos folículos sanos sea posible crear injertos con los que ir tratando, poco a poco, la pérdida de cabello. Este último paso es, en esencia, un trasplante capilar, aunque las etapas iniciales sean muy distintas.
Otra estrategia prometedora a la par que llamativa es la que nos sacó de la pandemia: las vacunas de ARN mensajero (ARNm). Estas vacunas contienen información genética en forma de ARNm que “enseña” a nuestro cuerpo a sintetizar una proteína.
En el caso de las vacunas, esta era una de las proteínas superficiales del Covid, lo que servía para alertar al sistema inmune antes de la llegada del virus. La “vacuna” contra la alopecia en cambio nos ayuda a sintetizar una proteína llamada SCUBE3, que sería en este caso la proteína “terapéutica”.
Otro de los tratamientos que han llamado la atención de los medios en los últimos años tiene también que ver con el ácido ribonucleico: se trata del microARN. Se trata en este caso de pequeñas partículas de ARN llamadas miR-205.
El equipo responsable de identificar las capacidades de estas partículas de ARN señalaba que estas actúan “suavizando” las células madre en los folículos pilosos. En experimentos realizados con ratones de laboratorio esto se tradujo en un crecimiento capilar en estos modelos animales.
Industria pujante
La industria de la estética mueve millones, pero dentro de este campo hay algunas áreas que prometen recompensas importantes a quienes logren dar con la fórmula adecuada. De nuevo aquí Ozempic es un ejemplo clave. Originalmente un tratamiento para mantener controlada la diabetes, alcanzó la fama como fórmula para perder peso.
El compuesto se ha convertido en la gallina de los huevos de oro para Novo Nordisk, la farmacéutica que lo desarrolló. Otras muchas han seguido su estela con sus propias versiones de la fórmula, también con éxito.
La alopecia es otra de las obsesiones estéticas. Es por tanto normal que laboratorios de todo el mundo quieran dar con una herramienta que prometa niveles de éxito iguales o superiores a los obtenidos por los trasplantes pero sin necesidad de hacer pasar por quirófano a nadie.
El premio es importante: según datos de la propia industria, solo el segmento de la cirugía capilar movió en 2021 9.500 millones de dólares. Ese año se realizaron 3,4 millones de operaciones de este tipo. Las estimaciones del volumen de la industria de los productos contra la caída del cabello oscilan notablemente y van desde los varios cientos a los miles de millones de dólares anuales.
Aún hay otro detalle mantener nuestro pelo denso y lustroso va más allá simplemente de que permanezca creciendo en nuestro cuero cabelludo. Champús, acondicionadores, tintes… son muy diversos los productos que, a veces con frecuencia diaria, empleamos en nuestro pelo.
La cosmética tiene por consiguiente un doble interés en mantener nuestro pelo creciendo. Primero por tener la llave que nos permita mantener el pelo en nuestras cabezas; después, para ayudarnos a cuidarlo.
Y hay mucho en juego: el cuidado del cabello es uno de los pilares fundamentales del mercado de la belleza. Según datos de la consultora McKinsey, el cuidado del cabello tiene un peso similar al del maquillaje en lo que respecta a volumen de mercado, un peso menor, eso sí, que el del cuidado de la piel.
Según un informe de mercado de Fortune Business Insights, la industria global del cuidado del cabello tuvo un valor de 99.520 millones de dólares en 2023, datos consistentes con las estimaciones de McKinsey. Las proyecciones de crecimiento también son notables, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) que rondaría el 10,4% para el periodo entre 2023 y 2032.
Los datos son similares a los ofrecidos por Statista Market Insights, cuyas estimaciones hablan de unos ingresos de unos 91.230 millones de dólares en 2023 y un crecimiento que situaría estos por encima de los 106.000 millones para 2029.
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