Hablar de bosques en el planeta Tierra implica adentrarse en ciertas contradicciones. Por un lado, llevamos hablando décadas de la deforestación. En los bosques tropicales es real y traumática. Las escenas de explotaciones madereras en el Amazonas, de incendios provocados en Indonesia y de la degeneración del tejido selvático en el África interior se han colado a menudo en la agenda mediática.
Ahora bien, por otro lado, en un gran número de países del planeta los bosques están resurgiendo. Esto es especialmente cierto en Europa, donde las últimas décadas han atestiguado un pequeño revival de las masas boscosas. Los motivos son variados, pero todos ellos rotan en torno al abandono de los espacios rurales por parte del ser humano, a la caída de la agricultura y a un mayor interés por la preservación del medio ambiente. El resultado es inequívoco: hay más árboles.
¿Pero cuántos? La pregunta es compleja, dado que hay muchísimos y su contabilidad siempre es aproximada. Ahora bien, hay un modo estupendo de hacerse a la idea: con mapas.
Robert Szucs es el hombre detrás de GrasshopperGeography, una tienda de cartografía que goza de gran éxito gracias a los divertidos y originales mapas puestos a la venta. Szucs ya gozó de un estupendo recibimiento hace un año cuando publicó los mapas de las cuencas hidrográficas del mundo, cuya espléndida información y visualización comentamos aquí. Aquellos ilustraban la maravillosa realidad de los ríos, y su capacidad para forjar hipotéticas naciones.
Ahora, Szucs se ha lanzado a hacer lo propio con las masas boscosas. Para ello, ha utilizado un método simple: utilizando datos abiertos, ha coloreado de verde intenso los lugares donde se concentran los árboles (de cualquier tipo) del planeta y ha sumergido en la más pura de las oscuridades al resto del planeta. El resultado es muy interesante porque de un vistazo permite comprender dónde se reparten las masas boscosas, y en qué lugares retroceden.
A primera vista, hay dos grandes espacios arbóreos en el mundo. Por un lado, las áreas tropicales, destacando por encima de todas el Amazonas (cuyas explotaciones madereras, por cierto, se pueden apreciar en su superficie al modo de una cicatriz). Aquí habría que sumar la intensidad boscosa del centro de África, las montañas selváticas del sudeste asiático y, por supuesto, las islas a mitad de camino entre el Pacífico y el Índico (el verde intenso de Papúa asombra).
Por otro, las zonas más septentrionales del hemisferio norte. Hablamos de la taiga, por supuesto, el gran bosque del planeta (en extensión) repleto de especies de coníferas. Canadá y Rusia están repletos de árboles gracias a ella, y acaparan la mayor parte de la taiga gracias a su desproporcionada extensión. En Europa, otros países como los escandinavos se llevan parte del botín.
Por supuesto, los bosques no son exclusivos de estas latitudes. España, sin ir más lejos, es el segundo país de Europa con mayor número de árboles (totales, no en porcentaje a su superficie). México puede presumir de dos largas hileras de masas boscosas por encima del Yucatán (muy tropical y selvático). Estados Unidos acumula sus árboles en las costas (las célebres secuoyas y bosques de coníferas del oeste) y en las Rocosas. Casi todos los países de Europa gozan de un buen número de saludables bosques.
Obviamente, hay espacios carentes de todos ellos. Destaca la India por su escaso número de árboles, fruto de su abundante urbanidad, población y actividad agricultora. En Oriente Medio y los países árabes la existencia de árboles es prácticamente marginal, así como en los centroasiáticos: son ellos los que representan una formidable barrera árida y seca entre la taiga ártica y los bosques tropicales que se inician en China y continúan en el sudeste asiático.
Algo parecido sucede en África, solo que a la inversa: la única gran masa boscosa (gigantesca y muy numerosa) se encuentra en el corazón del continente, y a su norte y sur se despliegan sabanas, desiertos y espacios muy áridos donde los grandes bosques florecen con mayor dificultad. En Sudamérica el Amazonas todo lo condiciona, y exceptuando Brasil hay pocos países donde la población se concentre en torno a los árboles (optan por el altiplano).
Finalmente, Oceanía es un particular rincón dadas sus características insulares, y en Australia, la isla-continente, sólo hay árboles (los célebres eucalíptos) en algunos rincones de las costas.