Tenemos una solución muy sencilla a nuestras emisiones de metano: dar de comer algas a las vacas

No todas las noticias relacionadas con el cambio climático son malas, a veces son hasta esperanzadoras.

El equipo del Woodwell Climate Research Center de Massachusetts, ha realizado un informe para McKinsey. En él se centra en el metano, el segundo gas que más contribuye al calentamiento global después del dióxido de carbono, representando sus emisiones el 30% del aumento de temperatura con respecto a los niveles preindustriales. La cosa es que, valiéndonos de tecnologías ya disponibles, se podrían reducir las emisiones anuales de metano en un 20% para 2030 y en un 46% para 2050 a un costo muy, muy bajo.

Qué nos hace el metano y por qué es importante. Es un compuesto que, por su uso en el ámbito energético y alimenticio, y al contrario que está pasando con otras energías, sigue viendo crecer sus emisiones cada año. En la atmósfera es mucho más dañino que el CO2 porque ayuda a atrapar mucho más el calor, y cuanto más calor haga, más probabilidades habrá de que éste se libere de fuentes como los humedales o el permafrost. Eso sí, al contrario que ocurre con el CO2, que puede permanecer un siglo, el metano sólo dura en la atmósfera poco más de una década antes de volatilizarse, por lo que el freno en el uso de este gas en la Tierra se apreciará más rápido que otras sustancias.

El 90% de las emisiones de metano analizadas en estos sectores podría reducirse a un coste inferior a los 25 dólares por tonelada métrica de CO2. Menor coste: agricultura y cultivo. Mayor: ganadería. Fuente: McKinsey.

Sólo cinco industrias y a un costo razonable. Según el trabajo de los del  Woodwell, cinco industrias representan el 98% de las emisiones de metano de la humanidad: agricultura (emite entre el 40 y el 50%), petróleo, gas (estas dos anteriores juntas, entre el 20 y el 25%), minería del carbón y la gestión de residuos sólidos y de aguas residuales. En todas estas industrias hay fuentes de ineficiencia por la que se nos están escapando emisiones innecesarias. ¿Lo bueno? Que el 90% de las emisiones en estos campos que podrían reducirse tendrían un costo bajo o “netamente negativo”, “de menos de 25 dólares por tonelada de CO2” (los de McKinsey hacen una conversión por la que cada 82 toneladas de CO2 equivale a una tonelada de metano, que es un precio similar al actual en los mercados voluntarios). No es una “inversión particularmente fuerte”.

De fugas y algas. ¿Y a qué se refieren los investigadores con “tecnologías preexistentes” para hacer esa transición a la eficiencia? Por ejemplo, en las minas de carbón abandonadas (hay bastantes en China) se podrían poner capturadores de metano. En el sector del petróleo y el gas hay mucho “metano fugitivo” por el mal diseño de las instalaciones y las fugas en tuberías. No todos los sectores contribuyen igual a esas emisiones, como hemos visto, y quien más tiene que hacer es la ganadería. Las vacas, en esencia. Dos opciones: comer menos carne… o poner a las reses a comer algas, algo que, se ha demostrado, sería muy eficiente. Otra de las opciones mencionadas es que los bancos deben dejar de financiar la agricultura industrial y apuesten por opciones alimentarias “sostenibles”.

“La medida más sencilla para frenar el calentamiento”. Las conclusiones de este informe están en consonancia con los recientes resultados de un informe del programa medioambiental de la ONU. “Si fuera posible reducir las emisiones de metano rápidamente, eso podría significar que el calentamiento de la Tierra se ralentizaría en un 30%”, calcularon.

Emisiones netas cero para 2045 a costes netos cero: otro informe de McKinsey, esta vez enfocado en las emisiones de Alemania, indica que si el país toma todas las medidas sistemáticas y concertadas ya en todos los sectores en los que lo ha hecho, apostando por tecnologías más limpias, conseguirá abrirse a nuevos mercados y oportunidades de crecimiento que le asegurarán un liderazgo en industrias clave. De esa manera, si bien tendrían que invertir un billón (con b) de euros en nueva infraestructura y cinco billones en la modernización de la ya existente, conseguirán un retorno de su inversión antes de 2045. Por ejemplo, porque, si consiguen una industria automovilística completamente decarbonizada, conseguirán afianzarse en la creciente en la venta de materiales más ecológicos para fabricantes.

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