Hay veces en las que la realidad supera a la ficción. O, si de lo que hablamos es de Cataluña y el 'Procés', al mejor y más hilarante guion de Berlanga. No es nada nuevo. La comedia en actos que lleva escribiéndose desde el referéndum ilegal de 2017 ha dejado ya unas cuantas escenas a medio camino entre la crónica política y la tira humorística. Todo con su buena dosis de memes.
Las "urnas-contenedores" del 1 de octubre (1-O), la "República de los ocho segundos", la supuesta fuga en maletero de Carles Puigdemont… Y ahora, siete años después, el expresident protagonizando una huida en prime time que, esta sí, es tan digna de las cintas de Berlanga como de los espectáculos de magia de David Copperfield.
Acto a acto.
Y al 2.475 día reapareció (brevemente). Siguiendo con las referencias cinematográficas, la historia del 'Procés' se entiende mejor empezando por el final, igual que en 'Star Wars'. Y el episodio final, o al menos el último capítulo hasta la fecha, es el que ha protagonizado esta mañana Puigdemont en Barcelona.
Siete años después del referéndum ilegal independista y tras 2.475 largos días huido de la Justicia en el extranjero para evitar precisamente las consecuencias judiciales de aquella convocatoria soberanista, el ex presidente de la Generalitat reapareció hoy ante miles de personas a las puertas del Parlament catalán.
Veni, vidi… y espantada. Ni el día, ni la hora, ni el sitio eran fortuitos. El líder de Junts se dejó ver por primea vez en territorio español justo antes del inicio de la sesión de investidura del socialista Salvador Illa, llamado a romper más de una década de monopolio político independentista en la Generalitat.
Más allá de lo que supone el pleno parlamentario de hoy para el PSOE, que logra su primer president 14 años después de Montilla, hay quien ha interpretado la designación de Illa como el fin del 'Procés'. Con ese telón de fondo, Puigdemont protagonizó esta mañana una reparación en Barcelona que se prometía complicada y ha acabado siendo delirante.
El motivo: el expresident cumplió con las expectativas y se presentó ante 3.500 personas; pero con las mismas, tras un breve discurso y contra todo pronóstico, se esfumó sin dejar rastro. Parafraseando el adagio latino: Veni, vidi… y espantada.
"Regreso desde el exilio". El regreso a Cataluña de Carles Puigdemont tras siete años en el extranjero, fugado de la justicia para evitar su arresto, generó tal expectativa que ayer analistas políticos de todo pelaje especulaban qué ocurriría cuando el ex presidente cruzase la frontera y pusiese un pie en Cataluña.
Al fin y al cabo en el tuit del miércoles en el que anunciaba su "regreso desde el exilio", Puigdemont reivindicaba su deber de participar en el debate de investidura en calidad de diputado —de hecho la suya fue la segunda fuerza más votada en las autonómicas—; pero la realidad judicial que rodea su caso es mucho más compleja.
A pesar de la Ley de Amnistía, el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena ha interpretado que Puigdemont sigue teniendo una cuenta pendiente con la justicia española por malversación de caudales públicos, un delito que lo mantiene en búsqueda y captura y que puede acarrearle penas de varios años de prisión.
Mal día para las quinielas. Así pues, la gran incógnita era… ¿Qué ocurriría cuando el expresident catalán se dejase ver en territorio nacional? ¿Lo detendrían los Mossos, la Policía Nacional o la Guardia Civil? Y si era así, ¿dónde, en el propio Parlamet? ¿Cómo afectaría a la investidura de Illa? ¿Acabarían trasladando al líder de Junts a Madrid? ¿Con prisión provisional? Había quinielas. Y fallaron todas. O casi. No ocurrió ninguno de esos posibles escenarios. Puigdemont desapareció.
Sin más.
¿Cómo que desapareció? No hay guion que se precie sin un bueno giro argumental. Y eso es lo que dejó hoy Puigdemont a las puertas del Parlament de Cataluña. Tras un breve discurso ante 3.500 personas durante el que se lamentó de "un país en el que las leyes de amnistía no amnistían", el expresident se esfumó.
No hay otra forma de decirlo. No hubo artificios, ni una puesta en escena sorprendente Sencillamente dejó de vérsele. Y eso a pesar de que su discurso lo siguieron miles de personas in situ y el recinto estaba vigilado por la policía. Tras su baño de multitudes, los diputados de Junts pasaron al Parlament para participar en el pleno de investidura de Illa y Puigdemont, en un episodio a la altura de la célebre peluca de Carrillo, se desvaneció.
¿Fuga con cómplices? Con el paso de las horas se han ido conociendo sin embargo algunas claves que ayudan a entender cómo lo descabellado se hizo realidad. Para empezar, se esperaba que Puigdemont compareciese en el pleno de investidura, con lo que la incógnita a primera hora no era si habría o no detención, sino cuándo se produciría. Todo apuntaba que sería justo antes del pleno.
El País publicaba ayer que los Mossos ofrecieron hace días al expresidente una detención pactada y discreta, pero él habría descartado esa opción. Otra clave que ha trascendido esta misma mañana es que Puigdemont pudo tener una ayuda imprevista. Los Mossos han detenido a uno de sus propios agentes por supuestamente contribuir a que el político esquivara el mandato del Supremo.
Se busca coche blanco. Que alguien tan mediático como Puigdemont reaparezca en España tras casi 2.500 días de fuga, dé un breve discurso y vuelva a esfumarse, todo esto ante miles de personas y con cientos de agentes presentes, es algo que, lógicamente, no ha sentado bien entre la policía. El País entrevistaba hace unas horas a mandos que hablan sin medias tintas de un "ridículo histórico".
De qué ha pasado con el expresident solo se sabe (o sospecha, más bien) que viajaba en un vehículo de color blanco y que lo hacía acompañado de Jordi Turull. El mosso arrestado esta mañana sería de hecho el dueño del coche en el que supuestamente se montó el independentista para escabullirse.
Y llega la 'Operación Jaula'. La gran pregunta ahora en Cataluña y toda España, una que probablemente se plantean también con curiosidad en otros países es: ¿Dónde está Carles Puigdemont? Para averiguarlo y localizarlo las autoridades han activado la 'Operación Gábia', o 'Jaula', con controles en las salidas de Barcelona y carreteras, incluidas las que conectan con Francia.
La cadena SER precisa que las autoridades conocen el modelo, color y matrícula del vehículo en el que se desplazaba el expresident y los agentes tienen orden de parar a coches en los controles situados a la salida de Barcelona. La vigilancia se ha intensificado también en Girona y los Mossos habrían pedido incluso apoyo, según precisa la SER, a los cuerpos de policía local. El resultado, además de registros en los que se pide a los ocupantes que salgan de sus coches, no ha tardado: atascos de varios kilómetros.
Se habla de mossos revisando maleteros de coches e incluso de agentes inspeccionando alcantarillas, aunque las imágenes que han circulado de policías asomándose a sumideros podrían ser de ayer o primera hora de hoy, cuando se desplegaron medidas de seguridad precisamente por la llegada del político independentista.
Una (larga) comedia por entregas. El último movimiento de Carles Puigdemont no hace sino sumar un nuevo capítulo a la larga comedia por entregas en la que ha acabado convirtiéndose el 'Procés' soberanista de Cataluña. Y van ya unas cuantas, empezando por las urnas-contenedores desplegadas el 1-O o la que quizás haya sido la declaración de independencia más breve de la historia reciente, la protagonizada por el propio Puigdemont en 2017, cuando en cuestión de ocho segundos anunció el inicio y la suspensión de la República de Cataluña.
Ironías de la crónica política (o no), el símbolo más popular de aquella DUI frustrada fue un meme en el que se ve a una mujer pasando en un apenas un pestañeo de la celebración exultante a la más cruda y expresiva frustración.
Y que va más allá de España. Ni aquella independencia de tempo meteórico, que llegó a alentar un acalorado debate en Wikipedia sobre si Cataluña había sido o no autónoma durante ocho segundos, ni las urnas de 2017 han sido los únicos elementos del tono bufo que ha ido adoptando el 'Procés'. Si esta mañana Puigdemont se esfumó de la más delirante de las formas, hace siete año protagonizó otra fuga no menos digna de Hollywood durante la que llegó a colarse en un maletero, si bien más tarde él juraría que esa versión es fruto de un bulo de las "cloacas del Estado".
Su periplo ha estado marcado también por su estancia en Bélgica, su detención en Alemania, su fugaz paso por la prisión de Neumûnster, de la que salió tras abonar una fianza de 75.000 euros, el mediático anuncio de su regreso a España para el pleno de investidura… Y por último, como en la mejor cinta de José Luis Berlanga, su aparición a las puertas del Parlament antes de volver a lanzar una mediática bomba de humo. No sin antes marcar, por enésima vez, la agenda política.
Imagen | GTRES
En Xataka | Hay una apasionadísima discusión en Wikipedia sobre si Cataluña ha sido independiente 8 segundos o no
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