Brian Davis es un artista digital de Brooklyn que se hizo la misma pregunta que millones de lectores a través de los siglos: ¿cómo son los protagonistas de la ficción literaria? ¿Cuál es el auténtico rostro de Carrie? ¿Y el de Sherlock Holmes? Y, la más importante: si cada uno se hace una idea en su cabeza al leer, ¿cómo llegar a la visión más objetiva?
Su idea para resolverlo se apoya en la tecnología actual. En su Tumblr, The Composites, Davis emplea el mismo programa que las agencias policiales para elaborar retratos robot basados en las descripciones de los testigos. En este caso, el "testigo" son las palabras de los propios autores. El resultado, alejado de los casting de Hollywood, nos presenta por primera vez la versión definitiva de nuestros personajes favoritos.
Sherlock Holmes
Davis ha recopilado decenas de personajes, pero queremos ver el trabajo que ha realizado con los más reconocibles. Empezamos por Sherlock, uno de los que más versiones ha tenido desde su concepción. La más reciente, interpreteada por Benedict Cumberbatch, es un acierto de casting: es "tan estirado que parece incluso más alto", tiene las "facciones prominentes" que Doyle señalaba como indicadoras de "carácter y determinación" y cumple con la descripción original del autor antes de que ilustraciones, teatro y cine distorsionasen a Holmes: ni sombrero ni pipa.
La elección de Robert Downey Junior en las películas de Guy Ritchie es bastante más discutible.
Carrie, de Stephen King
Carrie White, el trabajo más reciente de Davis, está a medio camino de las dos actrices que la han llevado al cine. Más cercana a la vulnerabilidad de Sissy Spacek -aunque físicamente sea más lejana al personaje de King- retratada por un primerizo De Palma, que a Chloë Moretz.
El Silencio de los Corderos, de Thomas Harris
Con los personajes de Hannibal Lecter y Clarice Sterling, Davis refleja la evolución de la prosa de Harris, que añadió más descripciones a los personajes para alejarlos del canon establecido por la película. En su descripción final de Lecter, eso sí, se refleja estupendamente el Mads Mikkelsen de la serie de televisión.
El Club de la Lucha, de Chuck Palahniuk
Aquí pocos peros podemos poner. Helena Bonham Carter y el retrato robot literario de Marla Singer se ajustan perfectamente a la descripción original, pelazo aparte.
El Retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde
¿Cómo crea Davis estos retratos? Aquí tenemos un vídeo del proceso, en el que da "vida" al Dorian Gray de Oscar Wilde.
¿Mejor que el de Ben Barnes en la última película? Físicamente Barnes estaba a la altura. El problema es que el filme se apartaba totalmente de las intenciones de la novela, así que tampoco podemos comparar mucho.
Dracula, de Bram Stoker
Ah, aquí tenemos el ejemplo contrario. Olvidémonos de Bela Lugosi y Christopher Lee por un momento: Coppola se lanzó a una adaptación tan fiel a la novela de Stoker que incluso respetaba la estructura epistolar de ésta. El Conde Drácula tampoco es un personaje tan fácil de llevar a la pantalla: su apariencia física cambia, aunque su descripción más certera queda excelentemente retratada en el Tumblr:
La versión vieja de Oldman se parece como un huevo a una castaña, pero el Drácula londinense -rejuvenecido también en la novela- es casi perfecto.
Millenium, de Stieg Larsson
Rooney Mara tenía el difícil trabajo de borrar a la Lisbeth Salander de Noomi Rapace de la mente de los lectores de Millenium. ¿Lo conseguió? Aunque la peli de Fincher se apartaba más de la novela, físicamente el casting y la caracterización de Mara son excelentes.
Psicosis, de Robert Bloch
Un gran ejemplo de las imágenes que nos mete el cine en la cabeza, incluso en el caso de películas indiscutibles. El enclenque y trastornado Norman Bates de Perkins no se parece en nada a la descripción de Robert Bloch.
También es bastante habitual: el Jack Torrance de El Resplandor y Jack Nicholson tienen poco en común. Aunque, recordemos, Kubrick hizo con la novela de Stephen King lo que le dio la gana. En el caso del asesino Bates, Si tuviésemos que elegir un Bates ideal, nos quedaríamos con el Philip Seymour Hoffman de Happiness.
Frankenstein, de Mary Wollstonecraft Shelley
Por último, la Criatura. El innominado ser creado por Victor Frankenstein aparece como una pifia de la ciencia, que originalmente iba a ser de facciones bellas cuidadosamente selecccionadas. Pero a la que el proceso de devolverle la vida convirtió en algo no humano. Davis aquí se enfrenta a las limitaciones del software frente a lo sobrenatural.
Ni su versión ni La Criatura en la que casi todo el mundo piensa (la de Boris Karloff) se parecen mucho al libro. ¿La propuesta más cercana a las palabras de la escritora? Salvando bastante las distnacias, el Rory Kinnear de Penny Dreadful: