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Perdido en lo más remoto de las montañas de China, un adolescente sobrevivió comiendo dos cosas: pasta de dientes y nieve

Sun Liang, de 18 años, se perdió en una zona especialmente peligrosa. Por suerte llevaba dentífrico

A Sun Liang, un joven montañero chino, la higiene dental le ha servido para algo más que evitarse unas caries. Ha hecho que uno de los momentos más complicados de su vida resultase mucho menos traumático. El motivo es muy sencillo: perdido en mitad de una cordillera helada, sin GPS, ni comida, Liang se alimentó de dos cosas: nieve derretida y la pasta de dientes que llevaba en la mochila.

Su historia es fascinante.

De excursión a la montaña. La historia de Sun Liang la han contado Jimu News y South China Morning Post, pero es tan extraordinaria, tan rocambolesca, que no cuesta entender que esté dando la vuelta al mundo y se hayan hecho eco de ella medios como la agencia rusa TASS. Lógico. No todos los días se lee el relato de un  aventurero al que se le pierde la pista en una montaña de China y reaparece al cabo de diez días afirmando que ha sobrevivido tragando pasta de dientes y nieve.

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Pero… ¿Quién es Sun Liang? Un joven montañista chino. Y lo de joven está más que justificado: tiene 18 años. A pesar de su edad y de que lleva apenas un año aficionado al senderismo, a principios de febrero Liang decidió asumir un reto de calado: recorrer él solo 80 kilómetros de la línea Ao-Tai, una ruta de alrededor de 170 km que conecta las montañas Ao y Taibai, al noroeste del país. Durante dos semanas planificó la expedición e invirtió miles de yuanes en equipamiento.

Su aventura arrancó el 8 de febrero. Solo, sin nadie que le sirviera de guía ni apoyo, el joven se adentró en la cadena montañosa Qinling, situada en la provincia de Shaanxi, con una altitud promedio de alrededor de 2.500 metros.

Una aventura accidentada. El viaje no tardó en torcerse. Algunas versiones dicen que a los dos días se quedó sin baterías (lo que entre otras cosas le impidió comunicarse con su familia), se cayó varias veces y se fracturó un brazo. Otras, que al quinto día de caminata se precipitó desde una altura elevada y en la caída se rompió una muñeca y perdió el equipo con el que se orientaba y sus víveres. 

Detalles aparte, algo tan está claro: la expedición acabó en pesadilla.

Ante situaciones desesperadas… Soluciones desesperadas, que es lo que buscó Liang. Solo e incomunicado, el joven decidió caminar río abajo siguiendo un arroyo, se refugió tras una roca y fabricó una cama con lo poco que tenía a mano: hierva seca y hojarasca. Otra cuestión que le preocupaba era cómo alimentarse en mitad de montañas heladas. Tenía hongos silvestres, pero temía intoxicarse.

Jimu News relata cómo al quedarse sin comida el joven decidió tirar de tres recursos: agua de río, nieve derretida y la pasta de dientes que había metido en la mochila y aún conservaba. No fue una experiencia agradable. El dentífrico no está pensado para servir de aperitivo y tragarlo le producía náuseas.

Un susto con final feliz. La aventura terminó bien para Liang. Más de una semana después de iniciar su aventura, mientras preparaba una fogata, le pareció oler humo y empezó a gritar pidiendo ayuda. El olfato le valió tanto como su obsesión por la higiene dental. Sus voces alertaron al equipo de rescatistas que había salido en su búsqueda por las montañas. Era ya el 17 de febrero. Y para tranquilidad de Liang y su familia el joven pudo al fin volver a casa.

Que la historia no acabara de la peor de las formas no significa que no tuviera consecuencias. The South China Morning Post recuerda que en la operación de rescate participaron más de 30 personas y acarreó un coste de 80.000 yuanes, alrededor de 11.000 dólares, para la familia del joven. Eso sin contar con las implicaciones que podría tener la temeridad de Liang. El periódico hongkonés recuerda que desde 2018 las autoridades locales prohíben que los viajeros se adentren en esa zona bajo la amenaza de sanciones.

¿Y eso por qué? El área en la que decidió adentrarse Liang es especialmente peligrosa. De hecho la línea Ao-Tai es una de las rutas más exigentes del país por su clima cambiante, algo que confirma un dato recogido por la prensa local: a lo largo de las últimas dos décadas más de 50 excursionistas han desaparecido o fallecido en el sendero por el que acabó vagando Liang. "Me sentí aterrado tras el accidente", confesaba el joven tras el rescate, ya a salvo en casa.

Y por si a alguien le quedan ganas de seguir sus pasos, advierte: "Esta zona no es apta para el senderismo. El viento era tan fuerte que apenas podía mantenerme en pie, incluso con dos bastones como apoyo, y la nieve era tan pesada que apenas podía abrir los ojos", recuerda Liang. "Moverse por la ruta resulta extremadamente difícil. Además no hay buenas vistas y el tiempo cambia de forma brusca".

Imágenes | @sofiadonnecke (Flickr) y  The Humble Co. (Unsplash)

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