Las raíces históricas de Estados Unidos no se pueden explicar sin la inmigración. Desde su independencia a finales del siglo XVIII, el país ha vivido diversas oleadas migratorias. A día de hoy, un modo estupendo de comprender el alcance real de las migraciones pasadas y presentes en Estados Unidos es observando su composición étnica, los ancestros de la mayor parte de sus habitantes. Otro modo de entenderlo es observando este mapa interactivo diseñado por Max Galka, de Metroscom, en el que podemos repasar cómo ha sido el proceso migratorio a EEUU desde 1820 hasta nuestros días.
A través de un eje temporal que podemos detener cuando deseemos, el mapa ilumina los otros estados modernos que, en un momento dado, más migrantes aportaron a Estados Unidos. Las personas se representan en pequeños puntos de colores (cada punto son 10.000, aproximadamente) que parten de su país de origen hasta el otro lado del mundo. Así, por ejemplo, a mediados del siglo XIX la práctica totalidad de la inmigración recibida en Estados Unidos era europea. El mapa ilumina de forma especialmente brillante países como Irlanda, Reino Unido y Alemania. Fue la primera generación, la más exitosa hoy.
¿Por qué exitosa? Porque es la que mejor se ha asimilado con el paso del tiempo, hasta el punto de, como la alemana, pasar desapercibida pese a ser la mayoritaria en todo el país. Conforme avanzan los años, el patrón migratorio hacia Estados Unidos cambia: a finales del siglo XIX son los países de Europa del Este (húngaros, polacos), Irlanda y muy especialmente Italia los que más población expatriada aportan al nuevo continente. Se suman también los escandinavos: suecos y noruegos que pueblan el norte del país (Minnesota, las Dakotas).
Hasta la Segunda Guerra Mundial, el grueso de la inmigración hacia Estados Unidos es europeo, con puntuales aportaciones de México, Canadá o China. Tras el conflicto, el patrón se modifica sustancialmente. A partir de los sesenta, México comienza a liderar la inmigración a Estados Unidos, acompañada de otros países latinoamericanos como Cuba, Colombia o Argentina, mucho más minoritarios. Y a partir de los setenta, el foco, además de en México, se traslada a Asia: la India, China y muy especialmente Filipinas, de pasado colonial estadounidense, comienzan a copar los primeros puestos.
Durante los noventa aumenta el flujo migratorio (se alcanzan los casi 10.000.000 de inmigrantes) con dos países a la cabeza: México, cuya aportación neta de inmigrantes en las últimas cuatro décadas ha sido superior a la de cualquier otro país del mundo, y China, además de otros estados asiáticos.
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Otra forma de observar el proceso, de forma estática, es este gráfico interactivo realizado el año pasado por Natalia Bronshtein. En él, podemos seguir la línea temporal de la migración en Estados Unidos a través de sus distintos grupos étnicos, y el modo en el que ha cambiado a lo largo de los siglos (europea en el XIX, reducida antes y durante la Segunda Guerra Mundial, americana y asiática durante el siglo XX y XXI):
De migrantes a estadounidenses: así es EEUU hoy
Las oleadas migratorias, ininterrumpidas prácticamente desde su independencia, han configurado el actual cariz sociopolítico del país. Hablamos de ello con motivo del futuro poblacional estadounidense: en base al origen de los ancestros de cada ciudadano del país, el gobierno es capaz de elaborar un listado de grupos de pertenencia étnicos (que son arbitrarios, pero que permiten rastrear los orígenes migratorios del país). Como hemos comentado antes, los "german-american" son el grupo étnico mayoritario hoy.
Estos son los diez grupos más numerosos según el actual censo:
Grupo étnico | Número de ciudadanos | Porcentaje sobre el total |
---|---|---|
Alemanes | 49.206.934 | 17.1% |
Afroamericanos | 45.284.752 | 14.6% |
Irlandeses | 35.523.082 | 11.6% |
Mexicanos | 31.789.483 | 10.9% |
Ingleses | 26.923.091 | 9.0% |
Italianos | 17.558.598 | 5.9% |
Polacos | 9.739.653 | 3.0% |
Franceses | 9.136.092 | 2.9% |
Escoceses | 5.706.263 | 1.9% |
Escoceses-Irlandeses | 5.102.858 | 1.7% |
Todos ellos son hoy ciudadanos estadounidenses, aunque gran parte de su identidad colectiva quede definida en base a su herencia cultural y racial. Tanto el mapa como los datos de "ancestry" del censo estadounidense ponen de manifiesto, en cualquier caso, el importante legado que la inmigración ha entregado a Estados Unidos. Sólo un 6.7% del país se define como "American" (un grupo disponible en la declaración censal, predominante en el sur, que no se adscribe a ninguna etnia migrante), lo que implica que más del 90% del país reconoce ser hijo de la inmigración.