Llevaba la Raspberri Pi 3 solo unos días rondando mi mesa de trabajo cuando mi hijo mayor, de cinco años, se acercó decidido a ella y comenzó a trastearla. Identificó fácilmente los puertos, la estuvo cogiendo y dejando varias veces sobre la mesa con sumo cuidado hasta que su curiosidad se impuso y preguntó lo que yo llevaba tiempo esperando oír: ¿qué puedo hacer yo con esto papá?
La Raspberri Pi 3 la había comprado hace unas semanas no con el objetivo de usarla yo como centro multimedia o emulador de videojuegos, sino para plantear un proyecto de verano en cuanto llegaran las vacaciones de los peques. Dejar de forma premeditada la Raspberri Pi 3 sobre la mesa era el primer movimiento de mi plan de que entre mi hijo y yo construyéramos un PC para niños por menos de 100 euros. Y lo conseguimos.
Makers al poder
How are you going to design something if you’ve never built anything?
William Guilford (Profesor de Ingeniería de la Universidad de Virginia)
La historia de la tecnología es gran parte la historia del ser humano construyendo. Una y otra vez. Así que en un mundo donde la ciencia, matemáticas, ingeniería y tecnología en general dominan, en casa es algo que se respira en el aire.
En los últimos meses, con peques de 3 y 5 años, la revolución "maker" doméstica se aceleró. La semilla ya estaba plantada de hace unos meses, cuando robots como Zowi y Dash&Dot estuvieron como compañeros de juego en casa.
Todo comenzó hace unos meses con el milagro Lego, como a mí me gusta llamarlo. Unas simples piezas de colores supusieron toda una revolución en casa. Las horas de juego pasaron de coches y casas establecidas a creaciones propias donde la imaginación, creatividad e independencia no tenían límites. Se empieza construyendo los propios juguetes, luego juegos y por qué no, hardware.
Pero la verdadera semilla estaba plantada de mucho antes, más de un año, cuando robots como Zowi o Dash&Dot estuvieron unas semanas por casa. Del primero aprendieron que hay más de lo que pueden ver a simple vista en cada producto u objeto que tocan. En este robot me pareció muy interesante que se le pudiera abrir la cabeza para conocer su interior, con diferencia lo que más les gustó a mis peques. Y comprobamos que con unas sencillas instrucciones Zowi no tenía por qué hacer lo establecido sino que podíamos decirle qué hacer. Nosotros. Ellos.
Con Dash&Dot afianzaron definitivamente esa idea tan fascinante de que con sus dedos y pensando de una forma concreta pueden conseguir que un objeto haga lo que ellos quieran. La parte de "hacedor" y la parte de programación estaban en su fase más importante, la de iniciación, la de la curiosidad, la del potencial que albergan. La de no conformarse con el mundo que otros le presentan.
En estos meses hemos jugado con Scratch, creado nuestros propios dibujos animados e iniciado varios proyectos DIY con el reciclaje y la máxima libertad creativa como máxima. Pero era hora de avanzar un poco más. Y ahí entran tanto Arduino como Raspberri Pi, todo un paraíso para Makers.
Construir un PC con una Raspberri Pi: lo que necesitamos
Hace unas semanas mi hijo de 5 años se animó por sí mismo a abrir la tapa de mi portátil, lanzar el navegador web, buscar una imagen para colorear en Google e imprimirla. Luego descubrió lo atractivo de empezar a leer y escribir con ayuda de un procesador de texto. Necesitaba su primer PC.
Tras unas negociaciones interesantes llegamos a la conclusión de que mejor que comprar un ordenador era fabricar uno nosotros mismos. Y ahí entró en escena la Raspberri Pi 3 que, dejada a propósito sobre mi mesa de trabajo, ya había llamado la atención de mi peque.
Mientras esperábamos que nos llegara la caja protectora que compramos pudimos asociar diferentes elementos de la Rpi con lo que íbamos a necesitar. Procesador, disipador, ranura para la tarjeta que llevaría el sistema operativo y puertos. De ahí a ver la diferencia entre periféricos de salida y entrada. Todo ello en amenas conversaciones alrededor de una pieza de 30 euros que tanto está haciendo y va a hacer por la educación y el movimiento maker.
Para nuestro proyecto, como ya os he comentado, escogí el modelo Raspberri Pi 3 por llevar ya integrada la conectividad Wifi y Bluetooth. El por qué de tener Internet en "nuestro" ordenador sin cables de por medio nos llevó a aprender sobre la diferencia entre redes inalámbricas y alámbricas. Entre Bluetooth y Wifi. El router y por ende el cableado de la casa y los puntos repetidores ya no son extraños para nosotros dos.
En caso de que dispongamos ya de una Raspberri Pi anterior, es aconsejable hacerse con un adaptador WiFi para darle la conectividad que necesitamos.
Cuando la caja llegó montamos en ella la Raspberri Pi 3, colocamos dos disipadores y nos aseguramos entre los dos de que los puertos que nos iban a permitir conectar otros elementos para comunicarnos con el ordenador estaban correctamente alineados. Hay muchos modelos de cajas para Rpi en el mercado pero mi recomendación es que escojamos una transparente que nos permita seguir contando con el atractivo de poder ver el interior de nuestro ordenador y sus conexiones.
Una alternativa para potencial el aspecto maker de este ordenador es diseñar o descargar un ejemplo 3D compatible con la Rpi, que hay bastantes en la red, y tirar de una impresora 3D. Que podamos personalizar el diseño con software 3D los dos juntos sería ya perfecto. Una tercera opción podría ser comprar una caja que además sea compatible con VESA para colocarla tras el monitor de forma sencilla. Pero una simple tira de cinta adhesiva doble nos puede servir y mantener el presupuesto controlado.
Para la alimentación de la Raspberri Pi no precisamos de una fuente como tal. Escogimos una solución más compacta en forma de adaptador de corriente para el puerto microUSB por lo que podemos también en este apartado ajustar el presupuesto de nuestro proyecto y aprovechar esos cables microUSB y adaptadores que tenemos por casa.
El ratón y el teclado pueden ser cualquiera. En nuestro caso son modelos con cable USB y con la única peculiaridad de que el teclado es un Logitech preparado para niños, que significa que es resistente, con teclas grandes y llamativas, teclado numérico y además lavable con agua. La mala pata es que no se puede comprar ya por estar descatalogado.
Un elemento básico de este PC para niños es la pantalla. En mi caso disponía de un antiguo modelo de buena diagonal con entrada HDMI, ideal para este proyecto puesto que además contaba con altavoces integrados, lo que hacía innecesario conectar estos elementos de forma externa.
Otro añadido que colocamos en nuestro proyecto fue una regleta de conexión con interruptor. Con ella conseguimos tener organizados los cables de alimentación tanto de la pantalla como de la Raspberri Pi 3, de manera que encender y apagar el ordenador pudiera hacerse con un solo botón, de forma segura y a su alcance. Una buena idea es conseguir cables HDMI y USB de colores, de manera que los más pequeños identifiquen automáticamente y de forma visual qué función tiene cada uno y en qué puerto debe conectarse.
Componente | Precio |
---|---|
Raspberry Pi | 41 euros |
Caja | 7 euros |
Alimentación | 12 euros |
Teclado y ratón | 12 euros |
Tarjeta microSD | 2 euros |
Regleta alimentación | 6 euros |
En total nuestro presupuesto ascendió a 80 euros, a lo que puedes sumar el valor de una pantalla si la necesitas. No es complicado encontrar un modelo de segunda mano con el que el presupuesto no se nos vaya más allá de los 100 euros.
Software para Raspberri Pi: Kano es ideal para niños
La elección del sistema operativo para instalar en la Rpi que hace las veces de PC para niños fue mucho más clara. Kano es en el entorno de la Raspberri la mejor opción con diferencia. El proyecto Kano busca precisamente que sean los niños los que contribuyan a construirse su propio PC y ellos cuentan con todo el hardware necesario, incluida y teclado con touchpad, por 199 euros.
Pero si solo deseas el sistema operativo, se puede descargar de forma gratuita. Hay instalador para Windows o Mac, el cual nos guía para tener Kano funcional en una tarjeta de memoria formateada de al menos 4 GB. La primera vez que lo arrancamos se realiza la configuración, y hasta ese paso está enfocado para que sean los propios niños los que vayan avanzando.
La interfaz de Kano es colorida y cuenta con aplicaciones básicas para editar texto, navegar por Internet, escuchar música o ver vídeos. Entre los iconos generales llaman especialmente la atención los dedicados a la creatividad y aprendizaje. Kano cuenta de entrada con la versión completa de Minecraft Pi Edition, pero también hay un entorno de aprendizaje de Scratch, entre otros proyectos para aprender programación entre los más pequeños modificando juegos como el clásico Pong o el más actual Minecraft.
Menos de 100 euros, aprendizaje en el camino y un resultado completo es lo que nos ofrece la construcción de un ordenador para niños con una Raspberri Pi. ¿Os animáis?