El Pentágono se ha fijado en una empresa que quiere instalar miles de paneles solares donde siempre hay sol: el espacio

Financiada por un millonario de cripto, la startup estadounidense Aetherflux intentará demostrar la viabilidad de la energía solar en el espacio en los próximos dos años

Un render del prototipo de panel solar espacial de Aetherflux
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La energía fotovoltaica en el espacio está más cerca de lo que pensábamos. Y no hablamos de naves que funcionan con paneles solares, porque esas existen desde los albores de la carrera espacial. Hablamos de granjas solares que captan la luz del Sol desde la órbita para aprovecharla como electricidad en la Tierra.

Un flujo constante e inagotable de energía limpia. La idea de captar energía solar en el espacio lleva rumiándose desde los años 80. Una órbita heliosíncrona ofrece un suministro constante de energía del Sol, sin las interrupciones de la noche o las condiciones meteorológicas de la Tierra.

Pero la energía solar espacial se ha tratado siempre como un concepto futurista, casi de ciencia ficción, que tardaremos décadas en ver. O tal vez no. Con un enfoque inspirado en las nuevas constelaciones de satélites, la empresa estadounidense Aetherflux promete hacerlo realidad en un par de años.

De las criptomonedas al espacio. Baiju Bhatt, cofundador de la plataforma de comercio de criptomonedas Robinhood, ha creado Aetherflux para demostrar la viabilidad de la energía solar en el espacio durante los próximos dos años.

"Nuestro enfoque es muy diferente", dijo a Ars Technica. "En lugar de intentar construir algo del tamaño de una pequeña ciudad en órbita geoestacionaria, comenzamos de manera más modesta en órbita baja. Es una forma de demostrar la funcionalidad y superar el escepticismo".

Si bien parte de una inversión inicial modesta de 10 millones de dólares, Aetherflux planea lanzar un prototipo a la órbita baja terrestre (a aproximadamente 500 kilómetros de altitud) en unos 15 meses.

La tecnología. El prototipo se lanzará en un bus de satélites fabricado por la empresa Apex. Sus paneles solares apuntarán directamente al Sol para alcanzar alrededor de 1 kilovatio de potencia, lo suficiente para alimentar un electrodoméstico del tamaño de un lavavajillas.

En cuanto a la transmisión de energía del espacio a la Tierra, no usará microondas, como otras soluciones en proyecto, sino un láser infrarrojo de alta potencia. El satélite apuntará a una estación terrestre móvil de unos 10 metros de diámetro para transmitir su energía.

El interés de los militares. Aetherflux dice estar en conversaciones con DARPA, la división de investigación y desarrollo de tecnologías del Pentágono, para demostrar la viabilidad de su sistema. Es un tema que interesa desde hace años al Departamento de Defensa de Estados Unidos.

Si la misión inicial de los próximos meses tiene éxito, podría allanar el camino para desarrollar constelaciones de satélites que proporcionen energía continua en ubicaciones remotas, zonas de desastre o... por supuesto, instalaciones militares.

Los desafíos. La conversión y transmisión de energía desde el espacio tiene pérdidas significativas, pero al mismo tiempo tiene que transmitirse con una potencia segura para las personas y el medio ambiente. Un proyecto de esta magnitud requerirá coordinación entre múltiples países y agencias gubernamentales.

Por no hablar de dinero. Construir y lanzar una constelación de satélites a gran escala, aunque sea de una fracción del tamaño de Starlink, es prohibitivamente caro. A falta de cohetes totalmente reutilizables que abaraten el precio de los lanzamientos, demostrar la tecnología solo sería el primer paso de un camino muy inclinado y pedregoso para Aetherflux.

Que se lo digan a Europa. La Agencia Espacial Europea lleva años persiguiendo la energía solar espacial como solución para descarbonizar el sector eléctrico, pero los números todavía no cuadran. 

En 2022, un informe técnico inicial señalaba que cubrir un tercio de las necesidades energéticas de Europa requeriría satélites gigantes y miles de lanzamientos, el equivalente a cientos de miles de millones de euros. Aun así, la ESA no tira la toalla y sigue investigando su viabilidad con la misión SOLARIS.

Imagen | Aetherflux

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