Una poderosa tormenta geomagnética cubrió medio planeta de auroras el pasado 10 de mayo. Los científicos siguen estudiando el evento para tratar de predecir el próximo evento Carrington, un impacto solar tan extremo que podría dañar la red eléctrica de forma catastrófica.
Las auroras son algo más que un espectáculo visual. Esa danza celestial de luces verdes y rojas se produce cuando el campo magnético de la Tierra interactúa con partículas cargadas provenientes del Sol.
En una tormenta solar, el Sol dispara grandes cantidades de plasma en trayectorias que pueden encontrarse con la Tierra. Cuando estas partículas alcanzan la magnetosfera terrestre, el campo magnético que nos protege las dirige hacia los polos, donde colisionan con los gases en la atmósfera, oxígeno y nitrógeno, produciendo emisiones de luz.
Si el disparo del Sol, denominado eyección de masa coronal, es muy fuerte, puede llegar a comprimir la magnetosfera, reduciendo su tamaño en el lado diurno de la Tierra (el que mira a la estrella) y haciendo que las líneas del campo magnético se estiren y conecten en latitudes más bajas de lo normal, lo que puede causar auroras en esas regiones.
Un aviso de amenaza para la red eléctrica. Las auroras sirven además como aviso de amenaza inminente sobre nuestras infraestructuras eléctricas. Y el poderoso evento de mayo ha ayudado a los científicos a predecir mejor el nivel de riesgo gracias al ángulo del impacto solar.
En concreto, un equipo de investigadores de la NASA descubrió que las tormentas solares que golpean el campo magnético de la Tierra de frente pueden inducir corrientes geomagnéticas más intensas, como las que incendiaron algunas líneas de telégrafo en 1859.
La investigación, liderada por el astrofísico Denny Oliveira del Goddard Space Flight Center de la NASA, ha sido publicada en Frontiers in Astronomy and Space Sciences, y advierte de cómo estos choques solares pueden sobrecargar y dañar no solo la red eléctrica, sino todo tipo de infraestructuras con cierta conductividad, como los gasoductos.
Mediciones en un gasoducto de Finlandia. El equipo de Oliveira comparó los datos de las tormentas solares con mediciones de corrientes inducidas geomagnéticamente en un gasoducto de Mäntsälä, Finlandia.
Su investigación mostró que las partículas solares que golpean el campo magnético de la Tierra en ángulo producen corrientes menos intensas que los choques frontales debido a que los choques frontales comprimen más el campo magnético, generando corrientes más poderosas.
Una de las razones por las que los científicos eligieron Mäntsälä es la apertura de sus datos, pero la falta generalizada de información los obligó a descartar muchas correlaciones con choques solares. "Sería bueno que las compañías eléctricas de todo el mundo pusieran sus datos a disposición de los científicos para realizar estudios", dice Oliveira en un comunicado de prensa.
Dos horas para proteger nuestra infraestructura. Más datos significaría más conocimiento sobre cuánto tarda el impacto de una tormenta solar en inducir una corriente geomagnética. Con los datos disponibles, la buena noticia es que los choques frontales no son solo más poderosos, sino también más predecibles gracias a los telescopios que siempre apuntan al Sol.
No es un margen para tirar cohetes, pero el estudio dice que pueden preverse con hasta dos horas de anticipación, lo que abre una ventana crucial para implementar medidas protectoras en la red eléctrica y otras infraestructuras como los mencionados gasoductos.
“Una cosa que los operadores de infraestructuras eléctricas podrían hacer para salvaguardar sus equipos es gestionar solo algunos circuitos eléctricos específicos cuando se emite una alerta de descarga", explica Oliveira. "Esto evitaría que las corrientes inducidas geomagnéticamente reduzcan la vida útil del equipo".
Imagen | Ben (CC BY-ND 2.0)
En Xataka | Una mancha solar 17 veces más grande que la Tierra causó auroras rojas en medio mundo. Es un evento rarísimo
Ver 6 comentarios