Desde hace años, colecciones de ictiología de medio mundo contaban en su inventario con ejemplares de “pez dragón”. No ha sido hasta ahora que un grupo de investigadores se ha dado cuenta de que muchos de estos peces pertenecían a una nueva especie: Akarotaxis gouldae.
A. gouldae. Un grupo de investigadores ha sido capaz de catalogar una nueva especie de pez, Akarotaxis gouldae, gracias al análisis de sus genes. El equipo descubrió ejemplares en estado larval frente a las costas de la península Antártica.
El equipo pensó que se encontraba ante larvas de una especie distinta de pez dragón, Akarotaxis nudiceps. Sin embargo el análisis genético de los ejemplares permitió al equipo constatar de que los ejemplares pertenecían a una nueva especie, a la que decidieron denominar A. gouldae.
El nombre se eligió en honor del rompehielos y buque oceanográfico RV Laurence M. Gould, que a su vez recibe su nombre del geólogo y explorador Laurence McKinley Gould. El equipo dio cuenta del descubrimiento y catálogo de la especie en la revista Zootaxa.
Pasada por alto. El equipo examinó le genética de las larvas descubiertas y, tras descubrir que se trataba de una nueva especie lograron vincularla a especímenes adultos de peces del género Akarotaxis que se encontraban en colecciones ictiológicas de distintos lugares, relata el equipo.
Así pudieron descubrir las características morfológicas que separaban a las especies en la edad adulta. También se dieron cuenta de que esta especie había permanecido oculta a plena vista en estas colecciones. Algo quizás no tan infrecuente.
“Hay dos bandas en los costados de los Akarotaxis gouldae adultos que no están presentes en Akarotaxis nudiceps, así que nos sorprendió que la especie ya existiera en las colecciones pero había sido pasada por alto,” señalaba en una nota de prensa Andrew Corso, coautor de la investigación.
Una historia en los genes. Las pruebas genéticas también permitieron ahondar en la historia evolutiva de esta especie, concretamente a través de la técnica denominada filogenia calibrada en el tiempo. Estimaron gracias a ella que la separación de las dos especies de pez dragón se produjo hace unos 780.000 años, durante una era en la que el océano Antártico se encontraba predominantemente cubierto de glaciares.
Este hecho permitió al equipo postular la hipótesis de que las distintas poblaciones pudieron quedarse aisladas en franjas dentro de los glaciares. Las especies habrían divergido tras años en este aislamiento por lo que tras la desaparición de esta barrera glaciar, al reencontrarse se habrían vuelto “reproductivamente incompatibles”.
Recordatorio de la fragilidad del ecosistema. El equipo responsable del descubrimiento no es optimista sobre el estado de conservación de esta especie. Según explican, los análisis de los ovarios en esta especie muestran que la capacidad reproductiva de estos peces es “limitada”. A esto se suma que el hábitat de esta especie es mucho menos extenso que el de su especie “hermana”, A. nudiceps, limitándose a las aguas que rodean la península Antártica.
Imagen | Andrew Corso
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