Que un cargador USB-C sea capaz de suministrar 30W para cargar el móvil no es el problema. La cuestión está en que es difícil estar seguro de estar usando el cable adecuado para ese proceso de carga. Lo mismo ocurre al tratar de conectar un dispositivo a un monitor: ¿podré realmente usarlo como se supone que puedo hacerlo?
Un puerto para dominarlos a todos. El conector USB-C se ha convertido en el conector estándar universal de nuestros dispositivos. La Unión Europea obligó a adoptarlo a la hora de cargar móviles, tabletas, auriculares y otros dispositivos, y hasta Apple acabó cediendo y abandonando el tradicional conector Lightning de sus equipos.
Muchos conectores en uno. El estándar USB ha evolucionado mucho con los años, y desde hace tiempo veíamos distintos tipos de conectores que respondían a distintos tipos de especificaciones y prestaciones. El conector USB-C planteó una interesante propuesta para unificarlos todos, desde luego, pero al hacerlo también eliminó algo precisamente propio de cada variante USB. Que no era otra cosa que distintos formatos e incluso colores para diferenciarlos. Uno podía hacerse una idea de qué prestaciones podía esperar de cierto conector y cable de un vistazo: eso ya no es posible.
Todo es ya USB-C. Ya no es solo que las distintas versiones del estándar USB hagan uso de estos conectores, es que otros estándares para la transmisión de corriente, datos o vídeo también aprovechan estos conectores y complican el panorama. Los modos alternativos permiten que protocolos que no son USB se ejecuten a través de este cable, y gracias a eso podemos conectar monitores DisplayPort, HDMI o Thunderbolt usando cables con conectores USB-C. Precisamente el estándar Thunderbolt 5 que se anunció en septiembre de 2023 hace uso también de este conector.
Necesitamos identificar los cables.... La aparición de Thunderbolt 5 demuestra que hay una solución para identificar cables y conectores. Los cables Thunderbolt comienzan a hacer uso de una capucha (el cabezal de plástico que recubre el conector de metal) en la que además del logo identificativo de Thunderbolt aparece un número que identifica qué versión de Thunderbolt soporta dicho cable. Poco a poco eso también empieza a ocurrir en cables USB, cuyas capuchas por ejemplo muestran tanto la velocidad máxima de transmisión de datos como la capacidad de carga. No todos los fabricantes siguen esa pauta, pero sería lo deseable, desde luego.
... y también los conectores. Algunos conectores USB-C en nuestros dispositivos muestran símbolos que ayudan a reconocerlos, pero eso no siempre ocurre y eso puede crear más confusión. En los portátiles, por ejemplo, es habitual que haya varios puertos USB-C pero solo uno sirva para cargar el equipo. Una vez más, lo ideal sería que ante la variedad de opciones cada conector llevase alguna identificación para saber hasta qué punto podemos aprovecharlo.
La USB-IF recomienda, pero no impone. Este organismo que certifica los cables lleva tiempo tratando de ofrecer una solución al problema. Su recomendación precisamente consiste en que los cables integren una etiqueta identificativa, y aunque hay documentos que muestran esas etiquetas, apenas parecen haber sido adoptadas en la industria.
Y ahí es donde deberían entrar los reguladores. La misma Unión Europea que actuó de forma taxativa a la hora de imponer el conector USB-C debería también actuar ahora para que cables y conectores estén siempre identificados de forma clara. Es la única opción ante el enorme número de estándares y protocolos que acaban aprovechando el conector USB-C
Imagen | Lucian Alexe
En Xataka | USB-C es el peor estándar de la historia porque es de todo menos estándar
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