Dentro de unos años la conexión entre vehículos y a su vez con una red principal será el futuro del transporte, al menos eso es lo que se atisba viendo la tendencia actual del sector donde el V2I cada vez tiene más protagonismo. Está dando sus primeros pasos y aunque suena prometedor, hay cosas que no terminan de convencer a los expertos. Un estudio reciente de una agencia pública revela que buena parte de la industria ve muchas lagunas a esta idea.
La GAO (la Oficina Gubernamental de Responsabilidad en Estados Unidos) ha elaborado un informe donde ha entrevistado a diferentes portavoces de la industria del automóvil, representantes de organismos públicos relacionados con medios de transporte y a directivos de empresas tecnológicas. El sentir general es negativo y solo unos pocos (menos de la mitad) creen que será posible garantizar la seguridad en las redes V2I.
La seguridad es lo primero, en todos los aspectos
En el futuro algunos imaginan a los vehículos comunicándose entre sí y con las señales de tráfico bajo la promesa de que habrá menos accidentes. Introducir la variable de las telecomunicaciones y una capa de software que permita esa conversación entre dispositivos es fascinante. A todo esto además hay que sumarle el progreso de los coches de conducción autónoma.
V2I está dando sus primeros pasos, en países como Japón ya lleva un tiempo funcionando. El problema es que ya se ha descubierto que los vehículos que usan este tipo de sistemas son vulnerables. Se pueden parchear, sí, pero como en otros sistemas operativos, la amenaza del malware y el hackeo está presente. Si con datos privados ya es una cuestión delicada, imaginad cuando lo que se puede manipular es un vehículo con personas en su interior.
Los expertos encuestados en la GAO son escépticos al respecto y creen que resultará difícil garantizar la seguridad. Para solucionarlo, en Estados Unidos los organismos de transporte quieren tener un rol más activo y ayudar a fijar estándares y protocolos que garanticen que las comunicaciones no se puedan manipular y no haya brechas de seguridad.
A esta situación hay que añadir un conflicto adicional relacionado con la privacidad. ¿Qué ocurre con los datos que se generan en carretera? ¿Se quedan almacenados en servidores del gobierno? ¿Se permitirá a la industria del motor acceder a ellos para analizar métricas? ¿Se permitirá el estudio científico a través de la rama académica para mejorar los sistemas? En Japón, pioneros en V2I, son muy estrictos al respecto y la información es almacenada por el gobierno nipón pero no se comparte con nadie más. De momento, no ha habido nada que lamentar.
Según el estudio de la GAO, Estados Unidos invertirá (a través del departamento de Transporte) 100 millones de dólares en los próximos cinco años para llevar la tecnología V2I a las carreteras. Su objetivo es que para el 2020, el 20% de los tramos estén cubiertos y que para 2040 la cifra suba al 80%. Muchas dudas y cuestiones sin resolver en una tecnología muy prometedora pero que debe ser eficaz y segura.
En el caso de España, todavía no hay planes de este tipo a través de el Ministerio de Fomento. Hay investigaciones académicas (como este estudio entre diferentes empresas y universidades) además de iniciativas privadas, como la de Indra.
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