Mykhailo Fedorov, ministro de transformación digital en Ucrania, lanzó un mensaje el pasado 26 de febrero en Twitter en el que pedía la ayuda de "talentos digitales" para crear el "Ejército IT de Ucrania". Un grupo de Telegram los coordina, y ya hay cientos de miles de usuarios que se han sumado a esta iniciativa.
Hacer esto 'era lo correcto'. Para Kali (Suiza), Caroline (EEUU) o Enrique (Lituania) —todos nombres falsos citados en The Guardian—, unirse a este singular ejército era "lo correcto". Enrique contaba por ejemplo cómo sus padres le contaban cómo fueron exiliados a Siberia, algo que le preocupaba que acabara pasando ahora en este conflicto. Todos ellos mostraban esas ganas de tratar de ayudar a Ucrania al entender que el ataque de Rusia era injustificado e ilegal.
Un ejército de 300.000 'hackers'. Ellos son tan solo una pequeña muestra de un esfuerzo que ha reunido a 300.000 usuarios en el canal de Telegram. No todos son hackers puros. Cada uno trabaja en distintas áreas que van desde el hacking más técnico con el que se intentan crear todo tipo de disrupciones en las comunicaciones y los servicios digitales rusos hasta hacer "contra-propaganda" para luchas contra la desinformación rusa.
DDoS a gogó, pero quieren más. Los ataques de denegación de servicio (DDoS) para tumbar sitios web y servicios rusos están siendo uno de los elementos más frecuentes que se están coordinando en esta iniciativa, pero hay quien ve eso como insuficiente. Para Alex, ingeniero software ucraniano, lo ideal sería además "mostrar la verdad a los rusos", algo que por ejemplo el grupo hacker Anonymous logró por su cuenta hace unos días. Esos ataques DDoS tienen efectos casi inmediatos: un enlace al que atacar aparece en el grupo de Telegram, todos los miembros se unen para tumbarlo, y según Alex "todos ellos caen" en media hora.
¿Sirve de algo? Es difícil de decir. Alp Toker, director de NetBlocks, indica que estos "ataques colaborativos han tenido éxito a la hora de causar disrupciones en el gobierno ruso y en sitios web de medios apoyados por el estado [ruso]". Sin embargo Alan Woodward, profesor de ciberseguridad en la Universidad de Surrey, explicaba que "en el mejor de los casos, sólo crean interferencias. Puede que sean una molestia para los rusos, pero los ataques que hemos visto hasta el momento no han afectado realmente la capacidad de lucha rusa con ningún efecto decisivo".
Quizás las buenas intenciones no sean suficientes. Quienes forman parte de esa iniciativa comentan que se sienten útiles y encantados por ello, peor otros expertos avisan de que puede haber riesgos en un esfuerzo que es un poco caótico. "Podría haber accidentes", explicaba Woodward. "¿Cómo de frecuente es que un malware se propague y acabe afectando a un hospital? No creo que nadie quiera algo así". Ese peligro se une a otros, como que haya hackers rusos infiltrados —haberlos, haylos— o una falta de impacto real por la dispersión de esfuerzos. Aún así Agnes Venema, experta en seguridad e inteligencia nacional en la Universidad de Malta, explicaba que "no soy muy de lanzar superlativos, pero creo que este nivel de compromiso cívico no tiene precedentes".
Imagen | Mica Mota
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