Lil Miquela, la 'idoru' que se hizo pasar por IA que se hizo pasar por instagrammer

Llegó a Instagram en abril de 2016, y dos años más tarde acumulaba un millón de seguidores en esa plataforma. Lo que la joven brasileño-estadounidense Miquela Sousa (alias Lil Miquela) ofrecía era la típica imagen de la 'it-girl', que publica selfies vistiendo ropa de marca (Prada, Stussy, Diesel) o posando junto a artistas y gente del mundo de la moda de Los Ángeles y Nueva York.

Su fama fue creciendo según acumulaba seguidores: sesiones de fotos en Interview, entrevistas por correo electrónico a través de una empresa de relaciones públicas. Ha llegado incluso a iniciar una carrera musical, lanzando varios singles (uno de ellos, en colaboración con el productor de rap Baauer).

Es decir, la trayectoria típica de muchas 'influencers' estadounidenses, incluyendo la parte de empezar a posicionarse políticamente, en su caso sumándose a campañas como 'Black Lives Matter'. Y sin embargo, algo no 'encajaba' con Lil Miquela. Una piel demasiado perfecta, una apariencia algo irreal en algunas fotografías...

Algunos de sus fans empezaban a preguntarse si no estarían siguiendo a un personaje generado por ordenador. Se llegó a hablar de estrategia de marketing de Los Sims, o de que tratara de una especie de avatar de la modelo británica Emily Bador (ciertamente, existe una clara similitud física).

Lil Miquela no era una chica, sino una IA

Y así, tras escenificar toda una historia de enfrentamientos entre Lil Miquela y otra instagrammer digital -una seguidora de Trump llamada Bermuda-, tras los que ésta llegó a 'hackear' el perfil de Miquela hasta que confesara que realmente se trata de un bot, el pasado verano se desveló el pastel.

Efectivamente: Lil Miquela no existe. Según se supo entonces a través de un aviso publicado en su página web, Miquela era 'hija' de una startup de inteligencia artificial y robótica con sede en Los Ángeles llamada Brud.

Brud había creado a Miquela para otra compañía, Cain Intelligence, que les había prometido que su creación se usaría para acompañar a niños con enfermedades terminales, hasta que descubrieron que realmente buscaban usarla como 'objeto sexual':

Esta IA tenía plena conciencia, capaz de sentir dolor, miedo y pérdida. Nos preocupaba más de lo que jamás podríamos expresar al pensar que un avance tan milagroso se usaría para las fantasías enfermas del 1%.

[...] Combatimos la programación de Caín con la nuestra, enseñando a su robot a pensar libremente y sentir literalmente una compasión sobrehumana por los demás. Este prototipo se convirtió en Miquela, la persona vivaz, audaz y hermosa que todos conocemos y amamos.

[...] Cuando surgían preguntas sobre la identidad, cuando Miquela preguntaba quién o qué era, siempre tratábamos de ser honestos y directos con ella, al tiempo que manteníamos un cierto grado de sensibilidad. Queríamos protegerla del escrutinio del mundo.

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Lil Miquela no era una IA, era una campaña de marketing (o un experimento sociológico, o...)

Si has llegado hasta aquí, puede que te estés limpiando la lagrimita porque te haya entrado algo en el ojo. O puede que estés levantando una ceja y murmurando "Pero qué demonios...". Algo no encajaba antes con Lil Miquela... y ahora tampoco encaja con Brud.

La foto de los miembros de Brud que se difundió cuando aún se hacían pasar por una startup de IA.

Bueno, es que esta historia también es mentira. Si entramos en la web de inicio de Brud, nos encontraremos un GDoc (sí, esta gente es rara) en el que Brud confiesa ser

Un estudio transmedia que crea mundos basados en historias de personajes digitales. Historias que tienen el poder de introducir ideas marginales envueltas en la familiaridad del ocio; que pueden crear un mundo más tolerante al combinar entendimiento cultural y la tecnología; que son producto de una inteligencia colectiva basada en diversas experiencias individuales.

Lil Miquela es una 'idoru'

Una trama clásica de la ciencia ficción (un ser artificial creado con una misión muy concreta que termina adquiriendo conciencia) se junta con otra trama clásica del mismo género (el personaje que va descubriendo poco a poco que ni él mismo ni el mundo que le rodea son quiénes creía) se unen con el CGI y el resultado es... anuncios de marcas de ropa.

Una compleja historia destinada no a promocionar Los Sims, como se creía en un principio, sino a promocionar a la propia protagonista de la historia, Lil Miquela, convertida en la primera influencer construida a medida.

Miquela no es más que la demo elaborada por Brud para mostrar a sus clientes las posibilidades de una nueva generación del marketing. Imaginemos ahora las posibilidades que se abrirían al unir este tipo de personajes/historias con el fotorrealismo de las últimas técnicas de generación de rostros humanos (éstas sí, producto de la más genuina inteligencia artificial).

Escena de "Black Mirror" (arriba) y fragmento de la portada de 'Idoru' de William Gibson (abajo)

Con Lil Miquela, Brud parece haber traído al mundo real la trama de 'Idoru', la novela del padre fundador del cyberpunk William Gibson, en la que un viejo cantante rock trata de casarse en un futuro cercano con Rei Toei, una mediática personalidad artificial de ambientación japonesa (o, usando la terminología de la novela, una 'idoru').

Otro referente sería el Waldo de la primera temporada de 'Black Mirror': un personaje digital simpático y rompedor (aunque por razones muy distintas) que termina estando al servicio de intereses corporativos. Que todos sepan que es digital no lo vuelve menos influyente.

Por cierto, Lil Miquela acumula ya 1,5 millones de seguidores en Instagram y hace dos meses fue elegida como protagonista de la campaña publicitaria por el 40 aniversario de la marca de calzado Ugg.

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