Se acerca el fin del periodo de soporte oficial de Windows XP: el próximo 8 de abril Microsoft dejará de proporcionar actualizaciones de seguridad para este sistema operativo, que lleva ya más de 11 años en el mercado.
Sin embargo la cuota de mercado de este SO es aún notable, y eso ha hecho que algunos organismos se planteen contratar soporte extendido. Es lo que ha ocurrido con el Gobierno del Reino Unido, que pagará 5,5 millones de libras para poder seguir teniendo soporte en XP un año más.
En el acuerdo también se incluye el soporte que Microsoft ofrecerá para Office 2003 y Exchage 2003, otros dos productos que han alcanzado el fin de su ciclo de vida establecido por la empresa de Redmond.
El acuerdo de soporte extendido era necesario para que los usuarios de los gobiernos locales y central, las escuelas y el sistema sanitario pudieran seguir funcionando con normalidad: en septiembre se estimó por ejemplo que los centros médicos de ese sistema sanitario británico están basados en Windows XP en un 85% de los casos.
¿El primero de muchos casos?
La decisión del Gobierno del Reino Unido es probablemente solo un ejemplo de lo que ocurrirá en otros países, organismos y empresas en los que la base instalada de Windows XP sigue siendo notable.
Y eso que Microsoft avisó hace tiempo de que el soporte dejaría de existir a partir del próximo 8 de abril. La fecha original del fin de soporte era, de hecho, el 14 de abril de 2009. Microsoft ya había cambiado sus planes tras el fracaso de su sucesor, Windows Vista, y la popularización de los netbooks, que literalmente resucitaron este SO que era más adecuado para los recursos hardware de esos portátiles de bajo coste.
La aparición de nuevos sistemas operativos --Windows Vista, Windows 7, y Windows 8-- no ha parecido servir de mucho para esas empresas y organismos que han mantenido XP como la base de sus operaciones.
El coste de las migraciones --tanto en dinero como en formación y adaptación de procesos-- ha sido el argumento tradicionalmente esgrimido en todos esos casos, y ni siquiera el salto a opciones como las que proponían distribuciones Linux en la administración pública, por ejemplo, han servido para que Windows XP desaparezca del mapa.
Por supuesto, otro de los factores cruciales en esa falta (voluntaria) de prevención es la pereza, tanto de los responsables de ese proceso como de los propios usuarios, a quienes los cambios en sus procesos y rutinas habituales les resultan muy complejos de asimilar habitualmente.
Será interesante ver cómo varía la cuota de mercado de este sistema operativo a partir de ahora, aunque yo diría que el descenso no será tan dramático como Microsoft desearía.
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