En sus salones se rodaron escenas de ‘James Bond: The Man with the Golden Gun’ y cenaron personalidades como la reina británica Isabel II o el presidente norteamericano Jimmy Carter. Jumbo era, hasta hace unos días, el restaurante flotante más grande del mundo y todo un icono turístico de Hong Kong. Sin embargo, ni siquiera un emblema como este pudo resistir a los estragos económicos del coronavirus y, tras más de dos años cerrado, se fue a pique esta semana mientras era trasladado a Camboya.
El restaurante. Jumbo tenía tres plantas, un diseño exterior inspirado en los palacios imperiales chinos y una capacidad para dar de comer a 2.300 comensales al mismo tiempo. Fue construido durante la década de los setenta del siglo XX y abrió sus puertas en 1976, según informa el South China Morning Post.
Durante 44 años permaneció abierto en la zona costera de Aberdeen, al sur de Hong Kong, donde se convirtió en todo un icono de la isla por su tamaño y particularidades, lo que hizo que pasasen por sus mesas personalidades de todo tipo, desde los políticos ya mencionados hasta actores como Tom Cruise o Bruce Lee.
Cierre por coronavirus. Pero toda su fama y solera no impidieron que la crisis provocada por el coronavirus le asestase un duro golpe. Al parecer el restaurante ya venía atravesando por una mala racha desde hacía algunos años, y la emergencia sanitaria le asestó el golpe definitivo. En marzo de 2020, como consecuencia de las restricciones de la pandemia, sus puertas echaron el cierre y ya no se volvieron a abrir jamás.
En los dos años que han mediado desde entonces, la empresa propietaria de Jumbo, Aberdeen Restauran Enterprise, trató de buscar una salida al restaurante flotante, desde venderlo a otro operador hasta donarlo al parque de atracciones Ocean Park de Hong Kong, porque no podía hacer frente a los costes de su mantenimiento de acuerdo con las normativas del Gobierno local.
De hecho, hubo hasta peticiones de políticos hongkoneses de la oposición para que el Gobierno de la antigua colonia británica rescatase el barco, ya que muchos lo consideraban un símbolo de la ciudad. Sin embargo, el Ejecutivo dijo que no estaba dispuesto a invertir el dinero de los contribuyentes en una iniciativa de ese tipo y que las autoridades no eran buenas gestoras de ese tipo de instalaciones.
La tragedia. Tras dos años sin encontrar una solución, Aberdeen Restauran Enterprise anunció que iban a trasladar el restaurante flotante de la ubicación en la que había permanecido durante décadas, el puerto de Aberdeen, a una localización indeterminada en Camboya. El martes 14 de junio, el icono hongkonés abandonaba la isla remolcado por varias naves y ponía rumbo al Mar de China Meridional, donde se hundió el pasado domingo.
Aberdeen Restauran Enterprise ha explicado en un comunicado que, al pasar cerca de las islas Paracelso, la nave y los barcos la remolcaban se encontraron con condiciones meteorológicas adversas que provocaron que entrase agua en el casco del barco y que el restaurante se fuese a pique.
La empresa señala que no pudo hacer nada para salvarlo y que, después de estudiar las posibilidades de rescatarlo de las profundidades del mar, han descartado la opción porque se ha hundido en una zona en la que se alcanza una profundidad de más de 1.000 metros, lo que dificulta enormemente las labores de recuperación. Así termina, por tanto, la historia de casi medio siglo de uno de los restaurantes más icónicos del mundo, por el que pasearon reinas y celebridades y hoy campan los peces a sus anchas.
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