En un clima tan cálido como el que se da en la meseta de Irán, la falta de refrigeración es casi una fatalidad. Por eso, los antiguos habitantes persas de ciudades de la zona, como la histórica Yazd, se valieron de una estructura arquitectónica que, 2.000 años antes del descubrimiento de la electricidad, permitía refrescar los edificios como si de un sistema de aire acondicionado se tratase, según ha informado la BBC.
La piedra angular de este sistema eran una o varias torres altas adosadas a los edificios que se quería refrigerar, generalmente rectangulares, aunque también podían ser circulares, cuadradas, octogonales o tener otras formas ornamentadas. Su misión era captar el viento frío de las alturas e introducirlo en las edificaciones para refrescarlas. Una vez dentro, era conducido por una serie de canales hasta las estancias inferiores y el cambio de la flotabilidad del aire hacía el resto: como el aire caliente se eleva sobre el frío, el fresco del exterior permanecía en las habitaciones mientras que el calor se elevaba y salía por la misma torre. En algunos casos, el sistema hacía pasar la corriente externa por depósitos de agua para enfriarla aún más.
De acuerdo con la información de la BBC, la diferencia de temperatura entre el exterior y el interior de edificios con este sistema milenario podía alcanzar los 16 grados centígrados.
Al parecer, este sistema no lo inventaron los persas, sino los egipcios hace más de 3.300 años, pero es en la ciudad iraní de Yazd donde se conservan actualmente más ejemplos del ingenio, la mayoría en desuso. Aunque hay controversia, ya que algunos historiadores defienden que sí se ideó por primera vez en la región que ocupaba la antigua Persia. Sea como fuere, lo cierto es que estas construcciones se generalizaron en la Edad Antigua en todo el Medio Oriente y el norte de África.
Asimismo, lo inventasen o no, en lo que sí hay consenso entre los historiadores es en que los persas fueron el pueblo que más perfeccionó el sistema.
Las torres, la punta del iceberg
Las torres reciben el nombre de ‘badgi’, captadores de viento o atrapavientos, y eran la parte más visible de un complejo sistema de refrigeración en el que tan importante como esta construcción eran el diseño del edificio -muros gruesos y pocas ventanas en las paredes donde daba el sol-, la orientación, el número de aperturas y la configuración interna de palas, canales y alturas. De todo ello dependía que este método para refrescar los edificios fuese más o menos efectivo.
Este sistema milenario, lejos de lo que pueda parecer, cayó en desuso hace relativamente poco, en la década de los setenta del siglo XX, cuando comenzaron a llegar a las ciudades de la meseta de Irán los aparatos de refrigeración modernos. Estos últimos ofrecían mayores ventajas a los habitantes de estas urbes, ya que las ‘badgi’, aunque no consumían electricidad, sí precisaban de un mantenimiento constante para conservar sus conductos relativamente despejados de arena e insectos. La falta de esos cuidados explica que la mayoría de estas torres estén hoy en desuso.
Sin embargo, la cada vez mayor concienciación sobre la eficiencia energética y la necesidad de encontrar métodos de refrigeración sostenible están atrayendo de nuevo la atención sobre estos sistemas milenarios. Así, académicos, arquitectos e ingenieros están acudiendo a Yazd para estudiar el funcionamiento de las ‘badgi’, con el objetivo de modernizarlas y poder convertirlas en una alternativa ecológica al uso del aire acondicionado.
Imagen 1 | Ninara
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