Hace dos semanas se celebró en Berlín la feria IFA 2013, y buena parte de los grandes fabricantes de tecnología se dieron cita para presentarnos sus novedades. Entre los protagonistas destacados estuvieron los Ultrabooks, y más concretamente, los Ultrabooks convertibles, que tratan de fusionar el concepto de tablet con el de portátil.
Esa feria y el también reciente IDF han demostrado que estos equipos serán los protagonistas del final del año pero.... ¿Era esta una necesidad evidente del mercado? ¿Necesitan los usuarios tocar realmente las pantallas de sus portátiles? ¿O son estos productos la combinación perfecta, buscada y deseada, entre tablet y Ultrabook?
Windows 8 y la obsesión con lo táctil
Todos los fabricantes --salvo una incorruptible Apple-- parecen haberse apuntado a la moda de integrar una pantalla táctil en los portátiles. De hecho, lo complicado ahora es encontrar modelos de Ultrabook de última generación que precisamente no dispongan de pantalla táctil.
Por supuesto, esa característica tiene cierto sentido, sobre todo teniendo en cuenta que Windows 8 es un sistema operativo totalmente pensado para "ser tocado". Su interfaz así lo demuestra, pero el problema es que el catálogo de aplicaciones preparadas para correr de forma nativa (y adecuada) en Windows 8 es, como en el caso de Windows RT, muy limitado.
De hecho, en la mayoría de ocasiones el usuario probablemente acabará trabajando en el escritorio clásico de Windows, aquel que ahora ha recuperado un poco de su antiguo lustre con Windows 8.1. La nueva edición del sistema operativo permitirá arrancar por defecto con ese escritorio de ventanas tradicional, en el que incluso vuelve (disfrazado) el botón de inicio. ¿Qué sentido tiene por tanto la inclusión de pantallas táctiles en estos portátiles?
Ahora quiero un tablet, ahora un Ultrabook
Pues evidentemente, la de poder convertirlos en tablets cuando el usuario así lo demande. El problema, al menos en mi opinión, es que esas situaciones serán demasiado esporádicas, y no justifican el incremento de la inversión necesario para pagar esas pantallas táctiles y esos singulares mecanismos para girar la pantalla, doblarla, o, simplemente, quitarnos de encima en teclado y quedarnos con la pantalla que es en sí misma un tablet.
Los "mecanismos de transformación" que los responsables de diseño se han inventado en el caso de los Ultrabooks son de todos los tipos y colores:
Bisagras que giran 360º: Lenovo IdeaPad Yoga 2
Pantallas que se separan de sus teclados: ASUS Transformer Book T300, Sony VAIO Tap 11, HP Envy X2, HP SlateBook X2
Marcos de pantalla sobre los que esta gira gracias a unos ejes centrales: Dell XPS 12
Diseños de todo en uno aplicados a portátiles con un resultado... original: Acer Aspire R7, Sony VAIO Duo 13
Pero no solo tenemos Ultrabooks que se convierten en tablets: ahora llegan los tablets con aspiraciones de Ultrabook, en los que de nuevo Windows 8 es protagonista y en los que los fabricantes dan la solución precisamente contraria: el tablet se puede convertir el portátil.
En este caso la solución es casi siempre la misma, y de hecho se ha aplicado a otros tablets y plataformas en el mercado: la inclusión de un teclado con (o sin) trackpad que se conectaba mediante Bluetooth y que disponía normalmente de un mecanismo de acoplamiento y soporte del tablet.
Los accesorios para iPad y tablets Android son múltiples en este segmento, pero en Microsoft han querido ir un paso más allá con sus Microsoft Surface Pro y Surface RT (muy pronto desaparecerá ese apellido), tablets con vocación de portátil gracias a las carcasas con teclado y trackpad integrado (Touch Cover, Type Cover, y, próximamente, Power Cover).
Ese concepto que Microsoft llevó al mercado con valentía ha sido ahora adoptado por otros fabricantes, que aprovechando el IDF han presentado diseños basados en los nuevos Intel Atom Bay Trail, microprocesadores que parecen buenos candidatos a tener un papel destacado en esos "tablets convertibles". La segunda generación de los Lenovo Miix (aún no anunciados por la empresa, pero que se han visto en IDF) sí que siguen esa línea de diseño.
En esos casos se ha adoptado además otro tipo de diseño más orientado a ofrecer un teclado de portátil tradicional, y no una simple carcasa. Es el caso del ASUS Transformer Book T100, del Dell Venue o la segunda generación de los Acer Iconia W3-810. La ventaja fundamental de estos equipos residirá en el precio, ya que por aproximadamente 350 dólares tendremos ante nosotros dispositivos que a priori parecen solventes --sin que les podamos pedir milagros, desde luego-- tanto en formato tablet como en formato portátil.
El tamaño sí importa. De nuevo
En esa búsqueda por el portátil perfecto hay un factor fundamental: el tamaño. Tal y como lo veo, los Ultrabooks convertibles de 13 pulgadas no tienen demasiado sentido. Ese tamaño de pantalla ya es incómodo por dimensiones y peso para ser utilizado de forma frecuente como tablet.
Sin embargo, los Ultrabooks convertibles de 11 pulgadas son, hasta cierto punto, interesantes. El iPad original y los tablets que rondan las 10 pulgadas han demostrado ser dispositivos muy valorados por los usuarios, aunque la tendencia en el mercado de los tablets puros sea precisamente la de ir a pantallas más reducidas.
Es por esa razón por la que los nuevos tablets convertibles, con Microsoft Surface Pro a la cabeza, parecen la solución más clara para los que buscan un dispositivo multidisciplinar. El tamaño de pantalla es decente, las prestaciones adecuadas, y las opciones de productividad son, gracias a Windows 8 (y puede que algún día, a Windows RT), notables.
El software sigue siendo la clave
Pero la verdadera llave que puede abrir el mercado de los Ultrabooks convertibles o de los tablets convertibles es sin duda el software. Los usuarios deben poder acceder a las mejores prestaciones tanto en modo táctil (tablet) como en modo tradicional (Ultrabook / portátil).
Nos hemos centrado en Windows 8, y ya hemos mencionado la orientación totalmente táctil de este sistema operativo en su interfaz principal. El resultado es fantástico en ese caso, salvo por el hecho de que fuera de esa interfaz el usuario se encontrará con muy pocas opciones de disfrutar de su dispositivo en modo tablet.
Las aplicaciones específicas para la nueva interfaz de usuario Windows 8 (ya ni hablamos de Windows RT) brillan por su ausencia. Microsoft presume de tener un buen catálogo en su tienda, pero solo hay algunos ejemplos destacados que demuestran otra realidad evidente: algunas aplicaciones podrían no llegar jamás a poder utilizarse de forma realmente eficaz en modo táctil. Es el caso de las suites ofimáticas, los programas de retoque fotográfico y otras aplicaciones especializadas, que nos piden a gritos usar ratón, teclado o incluso tabletas digitalizadoras para poder aprovechar todo su potencial. Lo táctil no es para todo.
Hasta que llegue ese momento en el que el catálogo software sea realmente aceptable, los Ultrabooks convertibles tendrán (a mi juicio) poco sentido: disponer de una pantalla táctil en estos modelos no compensa.
Los tablets convertibles basados en Windows 8 tienen también el mismo problema, pero los modelos presentados en el IDF han demostrado que Bay Trail y los nuevos precios justifican mucho más esa posible inversión. Esos desarrollos sí podrían convertirse en candidatos perfectos para viajes de trabajo y vacaciones.
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