La devastación de un huracán no termina hasta días después. El motivo: los coches eléctricos

El huracán Ian que la semana pasada arrasó la costa de Florida ha dejado imágenes devastadoras y una certeza: los coches eléctricos pueden ser un peligro a largo plazo en situaciones de emergencia climática. Pasados los días, los propios bomberos han confirmado el problema.

A las infraestructuras destrozadas por el huracán (el segundo que más daños económicos ha provocado en la historia de Estados Unidos, sólo superado por Katrina) se suma un problema inesperado. Al menos cuando los equipos de emergencia empezaban a controlar la situación. Algunos de los coches eléctricos afectados por las inundaciones han empezado a arder de forma inesperada.

El problema no es tanto el agua, que en una inundación incapacita cualquier tipo de vehículo, como del agua salada. La sal actúa sobre el ingente cableado de las baterías y los componentes de estas. Al secarse, comienza la corrosión e, inesperadamente, las baterías entran en combustión. Un problema que ha llevado a Jimmy Patronis, jefe de bomberos del estado de Florida, a pedir ayuda a la NHTSA, los responsables de tráfico estadounidenses.

"He pedido a la NHTSA que oriente a Florida en el manejo de los vehículos eléctricos afectados por agua salada. Me preocupa que estos automóviles puedan convertirse en bombas de relojería", ha confirmado Patronis en un Tweet que acompañaba de la imagen del documento con el que solicitaba la información.

En las imágenes publicadas se puede leer cómo Patronis ruega a la NHTSA información directa de las compañías, algunas recomendaciones que poder hacer a los dueños de los vehículos, consejos sobre cómo deberían actuar los cuerpos de bomberos (y el equipamiento que deben llevar) o el tiempo que puede tardar un coche en comenzar su combustión desde que se viera sorprendido por el agua salada.

El problema del incendio de un coche eléctrico

La combustión de los coches eléctricos vuelve a estar en el punto de mira. En un vídeo publicado por NewsNation se puede observar cómo los bomberos se afanan por apagar un Tesla cuyas baterías empiezan a entrar en combustión.

El principal problema de los incendios en coches eléctricos es que los componentes de sus baterías pueden provocar que éstas ardan durante horas o que vuelvan a revitalizar sus incendios una vez el coche ya ha sido apagado. Como decíamos, tampoco se sabe con seguridad cuánto tiempo pueden tardar en entrar en combustión una vez el coche ha quedado sumergido en el agua, por lo que los bomberos de Florida están pidiendo a los vecinos que saquen sus vehículos del interior de sus garajes para evitar males mayores.

No es la primera vez que se alerta de que los incendios son especialmente peligrosos en estos vehículos. Ya en 2019, un accidente de un Tesla necesitó 11.000 litros de agua para poder apagar por completo al coche eléctrico. En uno de combustión, los equipos de emergencia aseguraban emplear entre 1.500 y 5.000 litros de agua.

De momento, los expertos parecen coincidir en que, en el día a día, un coche eléctrico no es más peligroso que uno de combustión pero sus incendios sí deben atenderse de manera distinta. Un buen ejemplo lo tenemos en el barco hundido el pasado mes de febrero con miles de coches de lujo y en el que las baterías fueron señaladas como culpables.

Meses después, la naviera dejó de transportar estos automóviles y desde la industria se ha empezado a exigir que se cambie la forma de transportar estos vehículos, pues sí parece claro que la combustión de uno solo de estos automóviles puede propagar con mayor rapidez y virulencia el fuego entre los vehículos cercanos.

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