Ya empiezan a vendernos métodos para desengancharnos del móvil, y se parecen mucho a los que nos vendieron contra el tabaco

Es bastante probable que estés leyendo esto en la pantalla de tu móvil. Es algo natural: lo llevas encima a todas horas, es pequeño, cómodo y rápido. Tal vez demasiado. A veces está tan a mano que cuesta dejar de consultarlo con todas esas notificaciones sonando sin parar. A medida que crece su uso también aparecen más y más expertos dispuestos a curar tu "tecnodependencia".

El móvil es una nueva droga, según afirman los defensores de toda una suerte de tratamientos contra la adicción tecnológica: cambios de hábitos, estrategias educativas, ejercicio, hipnosis, libros... En algunos casos hay un claro paralelismo con el tabaco en cuanto a curas y terapias. ¿Pero todo esto tiene algún sentido? Lo más adecuado será comenzar por entender que es una adicción y por qué muchos psicólogos no están de acuerdo en que se use este término asociado a los móviles, a Internet o a los videojuegos. ¿Entonces, para qué sirven estas terapias?

¿Qué es en realidad una adicción?

Hasta en el mundo profesional se usa en ocasiones la palabra adicción de forma indiscriminada. Pero si nos ceñimos a la definición clínica de adicción, englobado en el trastorno por consumo, según la definición más moderna, esta ha de cumplir tres criterios: un patrón problemático de consumo, la manifestación de la abstinencia y una tolerancia creciente. El primero es el aspecto más común y reconocible, ya que con la adicción llegan los comportamientos extraños.

La persona deja de hacer su vida normal, no puede contener su irrefrenable necesidad de satisfacer la adicción, llega a tener un comportamiento impulsivo, etc. La abstinencia, muchas veces confundida con otros síntomas, ocurre cuando no se atiende a dicha necesidad, lo que provoca una reacción negativa debido a que el sistema nervioso no está recibiendo una serie de señales químicas provocadas por el uso de las sustancias adictivas.

Por último, la tolerancia es un factor crucial y que aparece con la modificación del sistema nervioso. Cuanta mayor es la cantidad de sustancias químicas que estimulan dicho sistema, más se adapta este. Con el tiempo se necesita aún más de ellas para provocar el mismo estímulo, aumentando la dependencia y el daño causado. A esto nos referimos con tolerancia. En una adicción han de darse estas tres condiciones.

Si comparamos el uso del tabaco con el del móvil, dos cosas que podrías llevar en estos momentos en tus bolsillos, es fácil entender una diferencia esencial: en uno de ellos existe un componente químico adictivo externo. En el otro no. Por tanto, mientras que la nicotina es la responsable de estos tres criterios, el móvil, en principio, no puede serlo. ¿Significa que no puede existir un problema con su uso?

Problemas con los móviles, ¿trastorno, adicción o nada de lo anterior?

En los últimos años el debate ha ido escalando. Especialmente con la propuesta de inclusión oficial de la "adicción a los videojuegos" en la futura Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11). En ella se recoge una lista de enfermedades reconocidas por la Organización Mundial de la Salud y la nueva edición podría afianzar el reconocimiento de esta patología.

Para la doctora Rosario Linares, psicóloga de El Prado Psicólogos, existen claras evidencias de que hay personas adictas a los móviles y al uso de las nuevas tecnologías: "Es mucho más común en adolescentes. Son los padres los que se dan cuenta del problema", comenta para Xataka. "En este caso las consecuencias, sobre todo, suponen problemas con la familia y un bajo rendimiento en los estudios".

Por su parte, el psicólogo Eparquio Delgado, del Centro Psicológico Rayuela, no cree que sea beneficioso llamar adicción al comportamiento asociado a los móviles. "En el rastro de Madrid hay una placita donde la gente queda para intercambiar estampas de fútbol. El sitio es una auténtica pasada, con gente que tiene una afición brutal".

"Yo he conocido el caso de una persona cuya vida llegaba a girar, literalmente, en torno a coleccionar e intercambiar estampas", nos explica Eparquio. "¿Diríamos que las estampas provocan adicción por casos como este? Porque luego están las consecuencias de llamar a algo 'adicción'. Si las estampas de fútbol la provocan, ¿entonces qué hacemos?".

"El tabaco sabemos que sí y, por tanto, lo advertimos en la cajetilla, limitamos el acceso a los menores de edad, etc", continúa el psicólogo. "Sabemos que las apuestas pueden convertirse en un problema patológico y podemos limitar la entrada a las salas... es decir, llega un momento en el que podemos establecer límites. ¿Pero qué hacemos? ¿Establecemos límites a las estampas de fútbol?".

¿Y a los móviles? Nos preguntamos nosotros. Como comenta el experto, uno de los grandes problemas está en la definición de adicción proveniente en los documentos de referencia, como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación Americana de Psiquiatría, uno de los más importante y reconocidos por el mundo de la psicología y en el uso real que se hace de la palabra.

"Creo que se utiliza mal el término adicción por parte de los profesionales. Y es lo que me preocupa"

"Creo que se utiliza mal el término adicción por parte de los profesionales. Y es lo que me preocupa. El que se le dedique a algo mucho tiempo no es, por definición, una adicción. Estamos asumiendo que hay algo en la propia actividad que es adictivo. El tabaco no es adictivo, lo es la acción, fumar. Podría ser adictivo determinado uso del móvil. Pero es que el móvil se puede usar para cientos de actividades.

¿Qué es exactamente lo adictivo del móvil? El problema no es este. El problema es que tenemos una herramienta que nos sirve para un montón de cosas para las que antes usábamos otras herramientas o simplemente estas no existían", afirma Eparquio. "Está ocurriendo que los adolescentes, y las personas adultas, en muchos casos, están dedicando más tiempo a las actividades con el móvil que a otras. Pero eso siempre ha pasado. Antes eso ocurría con la tele o incluso con el teléfono fijo".

Hipnosis, ejercicio y otras terapias para curar la "nomofobia"

Nomofobia es un neologísmo acuñado durante la primera década del año 2000, que hace referencia al miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. Durante el mismo periodo surgió una preocupación creciente sobre la adicción generada por estos dispositivos en nuestras vidas. Y con este miedo, también llega el negocio.

"No hay ningún problema en decir 'soy adicto al móvil' de forma coloquial"

En opinión de Eparquio, el término de "adicción" se está usando con finalidad publicitaria. "No hay ningún problema en decir 'soy adicto al móvil'. El problema es usar este término tal y como lo reconocemos científicamente. Y eso lo están haciendo los profesionales y determinados organismos que ven un filón en todo esto".

A día de hoy existe toda una suerte de productos para combatir este supuesto problema, lo que incluye tratamientos que van desde el ejercicio físico a la hipnosis. Su finalidad es siempre la misma, reducir el consumo luchando contra el comportamiento disruptivo que se le asocia.

Entre dichos productos, como decíamos, están los libros de autoayuda cuyo enfoque suele ser siempre el mismo: pensamiento positivo, estrategias unipersonales, reflexiones subjetivas sobre comportamientos sociales... estos libros, como ya hemos comentado en más de una ocasión, nadan en la pseudociencia más simpática (e inútil). Por supuesto, las técnicas vendidas en estos libros también pueden encontrarse en Internet, algo que no deja de ser irónico por su relación con los dispositivos que son objeto de la supuesta adicción.

Las terapias más comunes, dirigidas por un profesional, suelen promover el cambio de hábitos, inculcar estrategias de uso, imponer restricciones... las más responsables abogan por buscar el origen de un posible trastorno y educar a la persona para no dejarse llevar por un comportamiento disruptivo. "Primero hay una fase de psicoeducación y toma de conciencia del problema, de hasta qué punto está afectando a la vida de la persona que sufre la adicción", nos comenta la Dra. Rosario Linares. "Después trabajamos con los disparadores de la conducta adictiva, para que la persona tome el control sobre ella y que no actúe de manera inconsciente".

"Creo que hablar de adicción al móvil oculta las verdaderas razones de por qué lo usamos demasiado. Si lo llamamos adicción estamos ignorando que esta conducta obedece a alguna razón", matiza el psicólogo del Centro Rayuela. Por otro lado, existen otras propuestas que incluyen actividades artísticas y musicales o la aproximación al problema desde el punto de vista cognitivo y motivacional. Todas estas trabajan el comportamiento.

La hipnosis también es uno de los tratamientos propuestos. Esta se puede emplear como terapia psicológica para el tratamiento de la ansiedad y el dolor. Su uso como refuerzo en otros tratamientos conductuales está muy de moda. Y con toda esta batería de métodos por delante, solo cabe la siguiente pregunta: ¿cuál es su efectividad?

La duda del millón: ¿funcionan?

En primer lugar, para que funcione tiene que haber algo que solucionar, como decíamos antes. Si aceptamos la evidencia de que existe un trastorno (o una adicción) podemos observar que eficacia tienen estas terapias a la hora de curarlo. "Consideramos que una persona supera la adicción cuando puede utilizar el móvil de una forma equilibrada, sin que haya una dependencia de este dispositivo", continúa la Dra. Linares. "Poder salir a la calle sin el móvil o poder estar todo un día sin consultar el WhatsApp y sin que esto genere ansiedad es un buen indicativo de que la persona ha superado la adicción".

Eparquio, por su parte, afirma al respecto: "Si queremos tratar el 'mal uso del móvil', que es como yo lo llamaría, primero tenemos que comprobar qué circunstancias hacen que esta persona decida pasar más tiempo con el móvil que haciendo otras cosas".

"El móvil supone un refuerzo, en gran parte, social y hay que encontrar otras formas de buscar la conexión con los demás"

Según la evidencia científica el uso de tratamientos conductuales de forma clínica muestra efectividad en la cura de ciertos trastornos del comportamiento. Pero el componente fisiológico, como veíamos, no está detrás de estas terapias. Al menos no de una forma tan clara como el tratamiento de una drogodependencia. "El móvil supone un refuerzo, en gran parte, social y hay que encontrar otras formas de buscar la conexión con los demás para que este refuerzo no pase necesariamente por el utilizar el dispositivo", afirma la doctora.

En cuanto a la hipnosis, existen diversas evidencias de su utilidad contra el dolor, como decíamos, sin embargo, ¿es útil contra las adicciones? Los estudios apuntan a que la hipnosis clínica no tiene mucho valor a la hora de dejar de fumar, por ejemplo.

También es conveniente recordar que tras el tabaco existe una diferencia esencial llamada nicotina. Esta sustancia es, lo sabemos a ciencia cierta, muy adictiva. Por otro lado, el problema, opina el psicólogo, no termina en una cuestión sencilla que se solucione con un tratamiento.

"Estamos manejando una idea de adicción que no se corresponde con la realidad", explica, finalmente, Eparquio. "Hablamos que determinado producto o determinada actividad son adictivos. Pero depende de las circunstancias. Se tienen que dar ciertas condiciones asociadas al contexto vital de la persona para que exista esta patología.

Todo lo que sea tratar una adicción suponiendo que lo único que la causa es una sustancia [o una actividad], ya sea el tabaco o el móvil, es mantener una concepción sobre las drogas que pertenece a antes de los años setenta. ¡Y sigue siendo mayoritaria! Está claro que lo que buscamos es un uso racional del móvil. Pero esto se encuentra en cuestiones básicas que tienen, incluso, más que ver con la educación. Y en algunas personas que dedican demasiado tiempo al móvil, como en otras que le dedican demasiado tiempo a las estampas de fútbol, habría que ver qué circunstancias en su vida han provocado que le dediquen tanto tiempo en su vida. Pero a eso no le llamemos adicción", zanja el psicólogo.

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