Las vacunas son uno de los mejores inventos de los últimos siglos. Se estima que han podido salvar unos 1.500 millones de vidas desde que se aplican. Ahora, tras el florecimiento de la genómica, vuelven a postularse como solución a una de las enfermedades más temidas por la humanidad: el cáncer.
Desde 2008, la posibilidad de utilizar nuestro propio sistema inmune contra este sinfín de patologías ha hecho crecer la esperanza de derrotarlo de una vez por todas. De hecho, el propio Bill Gates destacaba a principios de año la importancia de esta aplicación de las vacunas, señalándola como uno de los grandes avances que marcará el futuro cercano.
El cáncer no es una enfermedad, es millones de ellas
El cáncer no es en sí una enfermedad sino un enorme conjunto de ellas. Aparece por culpa de una célula que comienza a funcionar de forma incorrecta y, en vez de autodestruirse, cosa para lo que está programada, continúa dividiéndose y extendiéndose sin control. Por su naturaleza, el cáncer es complejísimo y no existe una sola solución para atajarlo.
Esto se debe a que existen, literalmente, miles de factores que provocan dichos cambios catastróficos en la célula. Estos cambios, a su vez, se manifiestan de millones de maneras diversas y completamente distintas, pero con un único resultado. En definitiva: el cáncer no es, ni se puede tratar, como una enfermedad, porque es, en realidad, millones de ellas.
Si hay un sistema preparado para solucionar millones de enfermedades es nuestro sistema inmunitario. Este, por su naturaleza, está capacitado para cambiar y adaptarse. De esta forma, "aprende" a reconocer un peligro, atacándolo y mitigando sus efectos negativos en el cuerpo de forma inmediata. ¿Y por qué este sistema, con todo lo sofisticado que es, no es capaz de reconocer el problema que causan los tumores en desarrollo?
La respuesta está en unos mecanismos fisiológicos dedicados, específicamente, a protegernos de nuestras propias defensas. Un sistema inmunitario exacerbado es capaz de provocar una enfermedad autoinmune igual o más peligrosa que un cáncer. Los últimos descubrimientos al respecto, sin embargo, nos están llevando a desarrollar técnicas, y remedios, que jamás habríamos imaginado.
¿Una vacuna contra el cáncer?
En octubre de 2018, el Premio Nobel de Medicina y Fisiología fue otorgado a James P. Allison, de la Universidad de Texas, y a Tasuku Honjo, de la Universidad de Kyoto. Estos investigadores descubrieron el funcionamiento celular por el cual nuestro sistema inmune se refrena a la hora de atacar a las células tumorales.
Las células tumorales se las arreglan para pasar desapercibidas utilizando algunos de los mecanismos básicos moleculares encargados de proteger a nuestro propio cuerpo. Mientras que Allison trabajó con la proteína CTLA-4, Honjo descubrió el funcionamiento de la proteína PD-1. Ambas funcionan frenando al sistema, aunque mediante mecanismos diferentes. Al bloquear la expresión de estas proteínas, el sistema ataca a los tumores. En otras palabras, le abrieron la puerta a una "vacuna" contra el cáncer.
¿Cómo que una vacuna? Se denomina vacuna a una solución inyectable específicamente preparada para "enseñar" al sistema inmunitario donde está el peligro. En este caso, las vacunas no son al uso, pues no se preparan con restos de agentes patógenos atenuados. Sin embargo, sí que tienen como finalidad marcarle el camino al sistema inmune. Esto se hace "soltando los frenos", bloqueando la expresión de estas proteínas, grosso modo, para permitir que sea el sistema el que ataque a las células descarriadas.
De esta forma, es el propio sistema el que hace limpieza, sin efectos secundarios, en principio, sin quimioterapia (en el mejor de los casos) y de forma totalmente efectiva. Por el momento, las "vacunas contra el cáncer" se han mostrado terriblemente eficaces, cuando han sido efectivas, lo que bien ha justificado el Nobel del que hablábamos.
Si ya existen, ¿por qué hablamos de futuro?
El camino ha sido largo, y se viene hablando de este tipo de tratamientos desde hace ya bastante tiempo. En 2017, BioNTech, presentó su primer estudio clínico, tras años demostrando las posibilidades de usar vacunas personalizadas contra el cáncer. En 2018 comenzaron a aparecer los primeros resultados. Novartis también se unió a esta guerra casi a la vez que BioNTech. El mundo de las vacunas contra el cáncer lleva tiempo gestándose, pero no tanto tiempo.
Para que un tratamiento farmacológico pueda salir al mercado suele necesitar entre 10 y 15 años, y varios miles de millones de euros. Aunque los descubrimientos básicos llevan tiempo en el acervo investigador, el camino por recorrer todavía es largo y complicado. Si todo va bien, este año podríamos ver nuevos ensayos clínicos que nos lleven a tener las primeras vacunas comerciales en tres años.
Existen todavía algunas cuestiones importantes que resolver. Este tipo de vacunas, por ejemplo, se diseñan personalmente. Es decir, cada una está confeccionada para solo una persona, a partir de su material celular. El sistema inmunitario es muy delicado y exquisito. Cada cuerpo es distinto. Y cada cáncer, dentro de cada cuerpo, también. Estas vacunas se denominan "personalizadas" por esta razón: son como balas de francotirador, apuntadas exclusivamente a unas células concretas de una persona concreta.
Este diseño, y su efectividad, es una de las primeras cuestiones a resolver. Por el momento los resultados clínicos están siendo muy positivos. Pero hay que optimizar el proceso para hacerlo asequible, algo que llevará todavía un tiempo. Por otro lado, no podemos olvidarnos de posibles efectos secundarios. En el mejor del peor de los casos, la vacuna no funcionará.
En el más dramático, puede causar enfermedades severas, relacionadas con las autoinmunes, con manifestaciones neurológicas y fisiológicas muy diversas. Este tipo de terapias, por su complejidad, requieren de una técnica y una paciencia extremas. A pesar de eso, su desarrollo está siendo extremadamente rápido, y ahora mismo hay muchas vías abiertas al respecto.
¿Quienes son los protagonistas en la búsqueda de una vacuna contra el cáncer?
Ahora mismo existen varios tipos de cáncer que son tratables mediante este tipo de vacuna. En concreto, la técnica de inmunoterapia con células T, CAR, que hace referencia a este tipo de glóbulos blancos "entrenados" gracias a la vacuna, es capaz de tratar la Leucemia linfoblástica aguda infantil, el linfoma no hodgkin, y el mieloma múltiple. También hay buenos resultados remitiendo el cáncer de próstata o para cáncer de riñón.
Cada vez son más, según vamos aprendiendo cosas nuevas sobre los tumores que nos afectan. Actualmente hay varias decenas de grandes empresas trabajando en nuevas vacunas. Desde las mencionadas BioNTEch y Novartis, pioneras en este campo, hasta Genentech, otro de los grandes actores en este escenario, con varias técnicas para el desarrollo de vacunas personalizadas en su haber. La varia veces vendida Dendreon, autora de la vacuna contra el cáncer de próstata y que ha alcanzado cotas de los varios cientos de millones de dólares. En definitiva, hay muchas y bastante asentadas, a pesar del relativo poco tiempo que tiene este sector.
Está claro que la promesa de una vacuna personalizada para tratar el cáncer es muy valiosa. De ahí que las apuestas sean altas. De hecho, además de la apuesta de grandes "farma" como Novartis y empresas potentes como Genentech o BioNTEch, instituciones tan importantes como la Sociedad Americana de Oncología, o la Sociedad Española de Oncología Médica apuestan por un futuro en el que las vacunas contra el cáncer serán uno de los principales tratamientos de elección. También podemos señalar que el avance está siendo rápido y efectivo. Y si consigue poner solución a esta amalgama de patologías, admitiremos que ha merecido la pena tanta prisa. Y es que, realmente, parece que estamos ante uno de los mayores descubrimientos de nuestra historia.
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