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Las mascarillas caseras como alternativa ante la falta de suministros: lo que hay que saber sobre su eficacia, fabricación y uso

Tras días descartando el uso generalizado, hoy el Ministerio de Sanidad ha abierto la puerta a un cambio de 180º en las recomendaciones del uso de mascarillas. Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, ha planteado sin ambages que la sociedad española debería "aprender de cómo funcionan normalmente otras sociedades (como, por ejemplo, los japoneses) con la gripe" y que "tenemos que aprender a utilizar los equipos de protección individuales a medida que estén disponibles en grandes cantidades".

A la espera de que ese cambio de criterio se consume oficialmente, la falta de 'equipos de protección individual' en España puede llevar a muchos ciudadanos a plantearse la posibilidad de elaborar sus propias mascarillas de tela. La buena noticia es que tiene sentido plantearse hacer este tipo de protecciones. La mala es que no vale fabricarlas de cualquier manera. Esto es lo que sabemos sobre la eficacia, fabricación y uso de las mascarillas caseras.

¿Sirven las mascarillas para algo?

Como hemos explicado en otras ocasiones, las mascarillas quirúrgicas son muy útiles para evitar la propagación del virus, pero "no proporcionan una protección completa" ante él. En esencia, una mascarilla quirúrgica es un trozo (liso o plisado) de tejido que se pone frente a la nariz y la boca.

El nombre de "quirúrgicas" (que, a veces, les confiere cierta aura de sofisticación) proviene sencillamente de que se suelen usar en todo tipo de operaciones para proteger a los pacientes de los posibles flujos del equipo de profesionales. Como no son herméticas ni requieren elaborados mecanismos, a nivel teórico no hay ninguna razón para descartar que se puedan elaborar en casa este tipo de barreras.

Eso sí, el hecho de que se puedan hacer en casa no quiere decir que se puedan hacer de cualquier manera. Es importante tener en cuenta que, aunque en los últimos años la evidencia a favor de las mascarillas se ha ido acumulando, aún no es todo lo sólida de lo que debería. Y si esto es cierto para las mascarillas elaboradas con garantías sanitarias, lo es mucho más para las caseras.

En resumen, la evidencia científica disponible nos dice que, bien confeccionadas, las mascarillas caseras dan peores resultados que las homologadas, sí; pero pueden ser una alternativa aceptable si no tenemos otro tipo de mascarilla.

Cosas a tener en cuenta para elaborar bien una mascarilla

ACTUALIZACIÓN Después de la publicación de este artículo, el Ministerio ha publicado una guía para fabricarlas.

El material: Como la Directiva europea y la norma técnica no establecen obligaciones concretas sobre el tipo de tejidos a usar, se pueden encontrar en el mercado mascarillas quirúrgicas de distintos materiales. Sin embargo, el que actualmente da mejores resultado se fabrica mediante un proceso de extrusión de polímero fundido que crea un entramado de micro y nanofibras muy tupido que actúa de filtro. Lo que se conoce como un tejido no tejido (TNT) convencional de 50-60 g/m2 o espesor de 0,3 -0,5 mm. El problema es que ese tipo de material no suele estar disponible en casa.

Por ello, algunas instituciones españolas, como la Generalitat de Cataluña, ya han dado algunos consejos básicos sobre el material recomendado para la elaboración de este tipo de mascarillas: “tejidos hidrófugos que expulsen la humedad, como toallitas de bebé secas, pañuelos o paños de lavar las gafas y fundas de cojín” pueden ser materiales interesantes; no obstante, “el material que presenta mejor eficacia de filtrado y que se adapta mejor al rostro es la tela de camisetas cien por cien de algodón".

Si queremos análisis de más precisión disponemos de algunos estudios que, en el marco de la medicina de desastres, nos ofrecen varias referencias. Aunque el mejor material parece ser el de las "mascarillas quirúrgicas" homologadas (con un 85% de eficacia frente a partículas de 0,02 micras), le siguen de cerca las bolsas de aspiradora al vacío (86%), los trapos de la cocina (73%), los tejidos de mezclas de algodón (70%) y las fundas de almohada antimicrobianas (68%). Mucho más lejos están el lino, la seda o las bufandas.

La ergonomía Una búsqueda rápida de patrones de mascarilla en internet nos arroja una gran cantidad. Nuestros compañeros de Trendencias tienen un artículo fantástico en el que incluyen varias alternativas. Este elemento es muy importante.

Aunque parezca algo trivial, como veremos más adelante, la forma y la comodidad de la mascarilla son esenciales para asegurar su utilidad. Como señalan las autoridades, la incomodidad en el uso de este tipo de medidas profilácticas puede incrementar el número de veces que nos tocamos la cara (aumentando el riesgo de "contagio por contacto"). El modelo elegido debe combinar, por tanto, un buen ajuste y aislamiento con la comodidad de uso.

¿Cómo usar la mascarilla casera?

Otro elemento crucial es aprender a usarlas. Como hemos explicado en otras ocasiones los equipos de protección individual pueden generar una "sensación de seguridad" que nos puede llevar incurrir en más 'conductas de riesgo' de las que haríamos sin ellos. De ahí la insistencia en que "las mascarillas solo son eficaces si se combinan con el lavado frecuente de manos con una solución hidroalcohólica o con agua o jabón".

Y, por supuesto, si "aprendemos a usarlas y eliminarlas correctamente". Es sorprendentemente habitual ver cómo muchas personas cometen errores a la hora de ponerse y quitarse las mascarillas. En el caso de la colocación, es importante que la mascarilla cubra correctamente la nariz y la boca (y que no deje huecos u oberturas por las que pueda colarse o salir aire sin "filtrar").

Al quitárselas, hay que recordar que debemos tocar lo menos posible la superficie de la mascarilla para evitar contaminarnos las manos sin darnos cuenta. En el vídeo superior se pueden ver ejemplos y, ciertamente, muchos de los pasos pueden parecer de sentido común. No obstante, lo importante en este caso es extremar las precauciones (porque es precisamente cuando bajamos la guardia cuando cometemos errores que nos exponen al virus).

Imagen | Pixabay

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