Ayer daba comienzo en España el ENE-COVID, el estudio de seroprevalencia más importante que se ha hecho hasta ahora en territorio español y que se aplicará a 36.000 familias escogidas aleatoriamente entre todos los habitantes del país. ¿Cómo va a ser todo el proceso? ¿Qué pretenden averiguar con ello y qué importancia tienen los resultados en la lucha contra la COVID-19?
Así va a funcionar el test de seroprevalencia en España
El ENE-COVID, el test de seroprevalencia que ha comenzado en España, analizará entre 60.000 y 90.000 muestras de suero de voluntarios obtenidas por todo el territorio nacional. Las pruebas se realizarán a nivel provincial con un número de personas que varían entre las 900 y 6.000 según la ciudad, y recogerá información por edad y sexo. Según explican desde el Ministerio, los participantes responderán a un breve cuestionario y donarán su suero para realizar pruebas que determinen si tienen anticuerpos frente al virus.
Dichas pruebas se hacen con un kit personal, en casa o en un centro sanitario, en ambos casos asistidos por personal cualificado. Este primer test será un análisis rápido de determinación de anticuerpos en sangre por inmunocromatografía, que proporciona información para saber si la persona ha sido infectada en algún momento.
Para asegurar la fiabilidad de los resultados, explican, se recomienda, aunque no es obligatorio, obtener una muestra de suero en todos los pacientes que den su consentimiento. Estas muestras se obtendrán con la misma técnica que se utiliza rutinariamente para hacer analíticas de sangre, y se analizarán utilizando una técnica serológicas más sofisticada y más precisa que los test rápidos. Los análisis serán coordinados por el Centro Nacional de Microbiología y se contará con la colaboración de múltiples hospitales en todo el país.
Junto a estos dos estudios, los participantes responderán diferentes preguntas sobre síntomas y posibles fuentes de infección, mediante un cuestionario epidemiológico que se recogerá a través de una aplicación web para facilitar una obtención rápida de la información. También sabemos que los test se repetirán en 21 días, en una segunda etapa, y en una tercera, otros 21 días después. Todavía no ha trascendido cómo se realizarán exactamente, pero es asumible que funcionen de la misma manera para mantener los mismos criterios de evaluación y respetar la información observada sobre la evolución de la enfermedad.
Todos los hogares han sido seleccionados al azar y cada uno de ellos recibirá una llamada telefónica para informar a sus residentes sobre los objetivos del estudio ENE-COVID y solicitar su consentimiento. También concertarán la visita domiciliaria, o la cita en el centro de salud, para que un equipo médico realice los análisis. La participación en el estudio es voluntaria, pero, insisten, es muy importante la colaboración de todas las personas seleccionadas para que la información del estudio sea una foto real de la situación.
¿Qué es un test de seroprevalencia y para qué sirve?
La prevalencia es una estadística que indica la proporción de la población que manifiesta una característica relacionada con una enfermedad. En este caso, dicha característica sería la presencia del virus, grosso modo, y su cantidad, lo que se llama carga (del virus). Los test muestran si la persona ha pasado la enfermedad, la está pasando, o incluso si puede ser portadora aunque físicamente no la muestre. La intención del test no es buscar nuevos contagios sino entender cómo se ha distribuido la enfermedad entre los voluntarios para extrapolar a la sociedad española completa.
El test de seroprevalencia también sirve para observar cómo evolucionan los contagios en una población y durante un tiempo determinado. En este caso, dicho momento serán los siguientes meses, coincidiendo con la desescalada después del confinamiento. Uno de los objetivos principales del ENE-COVID es obtener los primeros datos de los marcadores que indicarán cuándo comenzar la desescalada.
La primera información la obtendremos de aquí a dos semanas, según aseguraban desde el Gobierno, lo que permitirá tomar las primeras decisiones sobre la forma de afrontar las medidas para ir volviendo a la normalidad: por ejemplo, si las cifras de virus en esta primera etapa son superiores a las estipuladas hasta el momento por los test obtenidos de forma rutinaria en los hospitales, esto podría suponer reconsiderar las fechas de desescalada. También podría funcionar de forma inversa y acelerar el proceso.
En las siguientes etapas, los expertos comprobarán cómo evoluciona la enfermedad en los hogares españoles. Con los modelos epidemiológicos adaptados según los datos que se obtengan, los expertos podrán prever cómo continuará la evolución el virus en nuestra sociedad. De esta manera se irán marcando las pautas de desescalada en los próximos meses.
La prevalencia, como estadística, es un número proporcional, sin unidades, que puede verse en porcentaje o como un número del cero al uno ya que, al fin y al cabo, habla de la cantidad de gente que tiene la enfermedad en comparación con el total de la población. Según cambie esto en el tiempo, de ahí los análisis cada 21 días, podemos saber si las medidas adoptadas están funcionando o debemos volver a recrudecerlas.
Test rápidos y seroprevalencia: el problema que hay que evitar
Los test inmunológicos, también conocidos como test "rápidos" para la COVID-19, funcionan detectando los anticuerpos de las personas con una simple prueba, parecida a un test de embarazo. Los anticuerpos son una serie de partículas que se producen como respuesta inmunitaria a un ataque microbiológico. En otras palabras, que solo están presentes cuando una persona se ha visto expuesta al virus. Además, la cantidad de los mismos varía según en qué situación se encuentra el mismo.
Aquí es donde encontramos el primer problema: según algunos estudios, todavía en fase preliminar, muchas de las personas que han padecido la enfermedad generan anticuerpos, sí, pero al cabo de cierto tiempo son tan suaves que no se pueden detectar fácilmente en un test rápido. Esto podría desembocar en falsos negativos. Por otro lado, los test que se emplearán en el ENE-COVID, según informaba el Gobierno, tienen una sensibilidad media del 80% con una especificidad del 100%.
Estos datos nos indican que, en un paciente dentro de la media, existe un 80% de probabilidades de que dé correctamente el positivo y un 0% de que de un falso positivo. Sin embargo, y como decíamos antes, no todos los voluntarios tienen por que entrar dentro del perfil de "paciente dentro de la media". En realidad, es imposible saber de antemano si el voluntario entra dentro de dicho perfil a priori. Esto incrementa muchísimo la posibilidad de dar un resultado erróneo.
Para corregir este problema se les pide a los voluntarios que se les permita hacer una segunda prueba con su suero. Esta es mucho más específica y sensible, reduciendo el error al máximo. Sin embargo, como hemos dicho, esta prueba solo se realiza cuando un paciente da su consentimiento. En consecuencia, existe la posibilidad de fallar en el resultado si el voluntario no quiere que le realicen el segundo test.
El segundo test requiere de una simple extracción de sangre pero esta prueba, y su análisis, solo son legales con el consentimiento informado de la persona. En definitiva, el ENE-COVID se enfrenta a un problema de error si los participantes solo son analizados mediante un test rápido, algo que se puede solucionar con un test de PCR al que podrán acceder voluntariamente.
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