En 2010, un grupo de científicos alemanes secuenció el ADN neandertal y cuando se pusieron a comparar se dieron cuenta de que había muchas cosas conocidas. Demasiadas para la idea que teníamos sobre las relaciones entre neandertales y seres humanos.
Desde entonces han surgido muchos estudios que vinculan la genética neandertal con cosas como el metabolismo de la grasa, la depresión o el lupus. La duda siempre ha estado en saber hasta qué punto esos genes influían en los seres humanos modernos.
La expresión genética
Se suele decir que el ADN son los planos de la vida y, en muchos sentidos, es verdad. Es un enorme conjunto de instrucciones que se encuentra replicado (exactamente) en cada célula del cuerpo. Pero en cada célula solo se usa una parte de él: la parte que, si me permiten la expresión, le interesa para cumplir sus funciones.
Es decir, no todos los genes se expresan en todas las células, ni en la misma medida. Aunque es una metáfora imprecisa, suelo decir que mientras que el ADN recoge los ingredientes de la receta, el ARN nos dice la cantidad que tenemos que echar de cada uno (y cómo debemos mezclarlos).
Por eso, como no podemos extraer ARN de los fósiles, cuando nos enfrentamos al ADN neandertal, nuestros conocimientos se quedan bastante lejos de la expresión genética. Es decir, de su efecto real en cada tejido del cuerpo.
Los neandertales que aún están aquí
Por suerte, un equipo de investigadores de la Universidad de Washington se dio cuenta de que, en fin, sí que había genes neandertales "en activo". Para resolver el problema seleccionaron a personas que tuvieran genes neandertales y estudiaron en qué tejidos (en qué tipos de células) tenían algún papel.
El proyecto, llamado Genotyope-Tissue Expression, analizó la expresión genética de cada alelo neandertal en 52 tejidos distintos. Y los resultados fueron llamativos: aunque calculamos que hace 40.000 años de la muerte del último Homo neanderthalensis, "en el 25% de todos los tejidos que analizamos, pudimos identificar el efecto de los alelos neandertales", explicó Rajiv McCoy, uno de los investigadores.
Curiosamente, donde menos se expresan los alelos neandertales es en el cerebro y en los testículos. Seguramente, porque ambos tejidos han sufrido una evolución más rápida y las divergencias son mayores. Por eso, “podemos deducir que las mayores diferencias en la regulación génica entre humanos modernos y neandertales se encuentra en el cerebro y los testículos”. Es una curiosidad, pero una curiosidad que nos afectan en el día a día.
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