Una defensa del agua del grifo: por qué debemos acabar con el agua embotellada

Podemos imaginar el tremendo impulso de calidad de vida que debió vivir Hamburgo en 1893. Convencidos por algunos estudios sobre erradicación de gérmenes, a la red de abastecimiento de agua por tuberías que se había empezado a construir en los últimos cincuenta años en la ciudad se le añadió una planta de procesamiento del agua. De cloronización. De repente, no sólo llegaba el agua moviendo una simple palanca, sino que además no iba a infectarte de cólera. Agua potable las 24 horas del día. Un milagro.

Un siglo más tarde, después de que ese invento llegase a más de la mitad de los grandes núcleos urbanos del mundo, somos testigos de un inocente spot: “naturalmente brillante, directa desde el centro de la tierra. Perrier”, dice la campaña con imágenes de agua cristalina. Era el primer anuncio de agua embotellada de la historia de la televisión y se retransmitió en 1979. Muchos norteamericanos no debieron entender entonces el beneficio de pagar por un producto que puedes tomar sin apenas coste cada día desde tu hogar.

El agua embotellada: el recipiente venenoso (para el medio ambiente)

En sólo tres décadas el volumen de negocio del agua embotellada ha aumentado en un 400%.

Y sin embargo, viajamos otros cuarenta años en el tiempo y el agua embotellada se ha convertido en una de las empresas más prometedoras del planeta. En sólo tres décadas el volumen de negocio ha aumentado en un 400%, y es uno de los nichos que más crece año a año, uno de los valores favoritos de los inversores. Es el complemento favorito de los yuppies empresariales, de la gente que quiere darse un aire de distinción. También se ha convertido, desgraciadamente, en uno de los puntos de debate más importantes de la protección del medio ambiente.

Las estadísticas dicen que sólo se recicla una de cada cinco botellas, que el gasto energético implicado en la fabricación de los recipientes supera con creces el de la recogida del agua que embotellan. Es, en definitiva, un objeto que utiliza mucha gente como producto de lujo, innecesario. Los españoles toman de media 147 litros de agua embotellada al año, y en el país el 99.3% de las aguas que se entregan dan un agua que pasa los más estrictos controles de salubridad.

Pero como nos explica muy bien en el siguiente video nuestra compañera Alesya, el debate va mucho más allá. Porque a esa salubridad no se le añade, en muchos casos, la calidad del sabor necesaria. Bien lo sabrán los residentes en Valencia o México D. F. (México es, por cierto, el mayor consumidor mundial de agua embotellada): esa agua no se puede ni probar.

Cuando sale agua amarilla: entendiendo a los defensores del agua embotellada

El sabor del agua de cada región se basa principalmente en dos cosas: la primera, la mezcla de cloro y otros compuestos que cada región quiera añadirle. Cuanto más cloro peor sabrá, pero más limpia estará. Después, las ciudades próximas al mar tienden a tener peor sabor porque el agua que toman pasa en muchos casos por las montañas, donde se arrastran más sedimentos.

También hay regiones donde el agua que les llega tiene un aspecto amarillento, y eso, claro, tira a la gente para atrás. En algunas regiones el agua se abastece por tandeo, es decir, se les corta el suministro y vuelven a recibirlo al cabo de unas horas o incluso días. Como se queda parada por un tiempo, el cloro del agua acaba modificando el color del mismo. Y claro,como es natural, si vemos que ese H2O tiene otro color que no sea el transparente nos cuesta mucho creer que sea bebible.

Pero sí lo es. Para no jugársela, la gente tira de agua embotellada, y es totalmente comprensible, es una necesidad básica con la que no te la quieres jugar. Por eso ciudades como México DF han hecho campañas para obligar a los restaurantes a servir por defecto agua del grifo, para intentar concienciar de la calidad de un servicio del que los ciudadanos, a día de hoy, no se fían.

Para ir tirando, la gente que viva en regiones con agua con mal sabor puede utilizar filtros o jaras purificadoras. Eso es lo que pueden hacer a corto plazo, pero lo verdaderamente importante sería presionar para que los municipios cuiden mejor de lo que lo han hecho hasta ahora de sus infraestructuras.

En España, el 21% del agua se pierde por el mal estado de la red de distribución. En otros países la cifra es aún más alta.

Por ejemplo, en España algunas infraestructuras no se renuevan desde los años ochenta, y eso hace que se estén degradando las canalizaciones por corrosiones y fugas. Según algunas estimaciones, en España el 21% del agua se pierde por el mal estado de la red de distribución, y eso puede ayudar a la contaminación del agua. Pero eso no quita que el agua que nos llega a casa está totalmente preparada para nuestro consumo.

Para mejorar aún más la calidad del agua (y su sabor) los países todavía tienen mucho en lo que trabajar, como el aumento de reciclaje, la reducción de la contaminación, eliminación de la cantidad de vertidos o minimizar la liberación de productos químicos y materiales peligrosos. Son los siguientes pasos en este camino hacia el agua perfecta, al igual que se avanzó añadiendo la cloración, el filtrado de arena y la fluorización en el pasado.

No vamos a acabar con el agua embotellada. Es más, es muy recomendable tener bidones de reserva de agua en caso de emergencia, y hay muchas otras situaciones en las que tener una botella de agua mineral nos viene muy bien. Pero también es importante saber apreciar esos bienes que, aunque sean corrientes, son tan importantes en nuestra vida.

Foto: Ildar Sagdejev.

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