Gracias a su pulso y sentido histórico Chernóbyl ha sido un éxito audiovisual. Precisamente por eso muchos han salido al paso a hacer notar las inconsistencias o falsedades de esta ficción con respecto a los hechos ocurridos aquel fatídico 26 de octubre de 1986 y en sus meses posteriores.
Pero HBO se adelantó a estas críticas y nos ha proporcionado, junto con la emisión de sus episodios, unos podcasts contextualizantes con Peter Sagal y Craig Mazin, siendo este último el creador y guionista de la serie.
Programa a programa se le va descubriendo al espectador qué motivó a Mazin a contar este trágico episodio, qué fuentes ha consultado y qué elementos ha incluido en la serie. Gracias a esta herramienta podemos comprobar de primera mano qué grado de veracidad hay en la serie y en qué momentos se ha optado por licencias narrativas.
Legásov, un suicidio sin modo conocido
Comenzamos la serie con la escena de un hombre compungido, derrotado y visiblemente enfermo grabando su testimonio en unas cintas. Como si de un thriller se tratara, le seguimos por las calles oscuras hasta el lugar donde deposita ese conjunto de cintas para un posible receptor. Minutos más tarde el hombre se suicida.
Este hecho con el que abrimos boca en Chernobyl es exacto. Valeri Legásov, interpretado por Jared Harris, es un miembro de la dirección de la Academia Soviética de Ciencias y el director adjunto del Instituto Kurchatov, centro de la investigación nuclear soviética. Fue también un pilar del bloque destinado a solucionar el incidente de Chernobyl.
Tras todo lo acontecido en los días sucesivos al desastre nuclear y que veremos en episodios sucesivos, se suicida justo dos años después del incidente. Si bien es cierto que para añadir dramatismo y un arranque diferente y sorprendente, el creador optó por especificar el momento de esa defunción, aunque realmente no se conozca de manera exacta.
Uno de los puntos que sustenta la narrativa de la ficción es el supuesto legado de esas cintas autobiográficas del mismo Legásov. Esas cintas existieron en el mundo real.
24 primeras horas muy fieles
El guionista nos cuenta que no sólo se ha servido de libros como 'Voces de Chernobyl' de la periodista Svetlana Aleksiévich , si no también de diversos documentales y fuentes orales y escritas.
Tal es el detalle que la conversación que vemos en la sala de control del reactor momentos antes y después del trágico suceso es verídica. En los diálogos constatamos la negación del accidente que impera en el discurso de Dyatlov (interpretado por Paul Ritter), ingeniero jefe adjunto en la central nuclear, y las numerosas llamadas que se producen esa noche.
En la producción de HBO vemos cómo durante el transcurso de esa intensa madrugada se celebra una reunión para evaluar los daños. La conclusión final de la misma fue cortar las líneas telefónicas y no dejar entrar ni salir a nadie dentro de los límites de la ciudad , descartando la posibilidad de evacuación . Esto que ocurre en pantalla , tal como nos cuenta Craig Mazin en el podcast, por surrealista que parezca es un calco de lo sucedido en la realidad.
Mucho se ha hablado del papel heroico de los bomberos en esta catástrofe. En la serie podemos ver esa narración punto por punto a través de los ojos de uno de los bomberos , Vasily Ignatenko (Adam Nagaitis) y de su esposa Lyudmilla Vasily (Jessie Buckley). Al ser informados del incidente los bomberos acudieron al lugar de los hechos totalmente desprotegidos.
Mazin nos cuenta que los testimonios de la época indican que algunos de ellos ni siquiera llevaban chaqueta o casco protector. Ellos acudieron con la idea de sofocar un incendio en el tejado, y no se les informó de la peligrosa radiactividad del granito que alguno de ellos acabó tocando. Y por supuesto, no se les indicó que posiblemente estarían al lado del núcleo del reactor.
La mayoría de esos bomberos fallecieron en las siguientes semanas de una manera horrible, y al ser trasladados al hospital de Moscú su ropa fue depositada en el sótano. Tal es su radiactividada día de hoy que todavía no se pueden tocar esas prendas, detalle que no han querido dejar en el aire en la mini serie y que podemos ver como apunte final.
Otra de las tragedias reales que podemos visionar en Chernobyl es cómo esa misma noche la mayor parte de la población de Pripyat, la ciudad construida al lado de la central nuclear, acude a un puente a un kilómetro de distancia del incidente para ver de cerca el incendio. Lo que más tarde se nos relata es que, como era de esperar, toda esa población falleció por la inhalación de ese aire contaminado.
También llama la atención cómo se narra el día siguiente en la ciudad. Una vez más la realidad impera en la producción y vemos lo que sucedió. La población hace vida normal, con chicos jugando en el parque y gente acudiendo a su trabajo, víctimas de la desinformación. Hasta días después, y sólo por el descubrimiento de grandes niveles de radiación por parte de otras centrales nucleares de otros países cercanos, no se produjo la evacuación ni la correcta información de la peligrosidad que estaban sufriendo los habitantes.
Equipos de rescate tan heróicos como en la serie
Hay más hechos heroicos que trascendieron a raíz del incidente de Chernobyl. Además de la valentía de los bomberos, retratado con muy pocas licencias narrativas, es de vital relevancia el momento en que se decide la intervención de tres personas que hayan trabajado en ese reactor. Todo ello para poder drenar agua y evitar una explosión térmica que implicaría también a los otros tres reactores y que habría destruido la mitad de Europa. Esos tres voluntarios que se introdujeron en ese radioactivo sótano acuoso existieron de verdad, y contra todo pronóstico dos de ellos siguen vivos.
Pero la calidad humana y la capacidad de sacrificio no cesa en la realidad y por lo tanto tampoco en la ficción. Otra de las historias más conmovedoras es la del grupo de mineros que interviene en el subsuelo de la central para evitar que se vean afectadas las aguas subterráneas y con ello salvar millones de vidas sacrificando las suyas. Tal y como relata Chernobyl, muchos de ellos se expusieron por completo a la radiación trabajando incluso sin ropa debido a las elevadas temperaturas que tenían que soportar.
Durante el transcurso de los episodios se detalla con veracidad el coste de vidas humanas y de la destrucción de la naturaleza desde diferentes focos. Por eso otro de los más representativos es la figura de los liquidadores.
Montones de hombres fueron destinados a diferentes brigadas, y una de ellas se dedicó a limpiar el tejado del reactor cuatro barriendo el grafito en estrictos turnos de 90 segundos, y por lo tanto expuestos a niveles altísimos de radiación. El número de hombres no dejaba de incrementar, ya que, además de esta brigada, existían otras destinadas a matar a los animales que sobrevivían en la zona y a reactivar la tierra afectada por la radiación.
Todo ello lo podemos ver en el cuarto episodio de la serie que se mueve entre lo trágico y estéticamente sutil, no por nada titulado “The Happiness Of All Mankind” (“La felicidad de toda la humanidad”), para aportar aún más crudeza entre las imágenes y ese eslogan que adornaba la ciudad.
Legásov y sus pizarras nunca estuvieron allí
El juicio a Victor Bryukhanov, Anatoly Dyatlov y Nikolai Fomin que podemos ver en el episodio cinco ocurrió en realidad y también es cierto que se realizó en Chernobyl para demostrar en falso a la población que ya no existía peligro. Es en este episodio donde el creador se ha tomado más licencias. Lo que sí se ha querido dejar claro es que una de las razones verídicas a sumar en las causas del incidente en la central es el énfasis por realizar la prueba nuclear del reactor cuatro que los burócratas tenían prevista, ya que con ello todos los mencionados anteriormente conseguirían un ascenso.
Más que elementos de ficción, lo que podemos encontrar (y así lo llama también Craig Mazin en los podcast) son en mayor o menor medida, licencias narrativas. Una de ellas, y que beneficia a la ficción según la entiende su creador, es la decisión de no entrar en el terreno familiar de Legásov y no mostrar a su mujer ni hijos para evitar escenas innecesarias que aportarían poco a la narración.
La asamblea que nombrábamos anteriormente, donde se decidía cortar las comunicaciones externas y poner en cuarentena a la ciudad de Pripyat, no se representa fielmente en la ficción. Vemos cómo existen dos personajes con ideas diferentes, caracterizados en un hombre mayor y un hombre joven, un truco narrativo que sirve para poner de manifiesto las dos opiniones que regían en ese momento. Por un lado eliminar el alarmismo, ya que para un determinado sector las malas noticias creaban alarmismo y no servían de nada. Por el otro la vertiente que veía las cosas tal y como sucedían y quería avisar a la población del riesgo que sufría.
La física nuclear Ulana Khomyuk, interpretada por Emily Watson y que es uno de los personajes principales de la serie, en realidad nunca existió, pero sirve como representación de los cientos de científicos, entre ellos un gran número de mujeres que trabajaban junto con Legàsov en Chernobyl. La elección de una mujer como representante en esta materia es de lo más acertada, ya que en la Unión Soviética el numero de mujeres pertenecientes al sector científico o médico era muy elevado.
La investigación que lleva su personaje en la biblioteca para descubrir por qué estalló el reactor, es, por lo tanto, ficción. Pero sirve para involucrar al público en el secretismo y falseamiento que rodeaba a este caso.
Donde sin duda se han tomado más licencias narrativas es en el quinto episodio, al relatar el juicio. El escenario está recreado a la perfección, pero cabe destacar que ni Legàsov ni el político Boris Shcherbina (Stellan Skarsgård) estuvieron presencialmente, por lo tanto no llevaron a cabo esas exposiciones que vemos en la serie hablando del caso. El juicio se centró más en el interrogatorio y en la parte de la defensa. Además en la serie de HBO parece que haya durado un día cuando en realidad duró semanas y fue más tedioso que en pantalla.
El momento clave se desata gracias a ese presunto jurado científico que analizaba el testimonio de Legàsov. Como punto de tensión narrativa para llevar a un desenlace funciona a la perfección, pero, de nuevo, es un invento.
El jurado científico también es una representación de las dos corrientes que existían dentro de la propia comunidad científica. Una de ellas era partícipe del silencio de la Unión Soviética y de sus errores concernientes a la realización de determinadas centrales nucleares, y el otro grupo quería poner de manifiesto esta situación para que no se volviera a producir un desastre de tal magnitud.
Todo este compendio de fallos humanos y secretismo gubernamental que desembocó en la catástrofe de Chernobyl** y que se manifestaba en muchos otros campos ayudaría a dinamitar la Unión Soviética** en 1991.
A veces la ficción sacrifica la realidad de una historia para favorecer la exposición y para ayudar a sus creadores a exponer sus ideas de fondo, en este caso, el coste humano de las mentiras. Por eso no todo el episodio histórico de Chernóbil acaba con el juicio final que vemos en la serie, y meses después del accidente la central se cubrió con un sarcófago que pretendía durar una eternidad, o así lo comunicaron, pero la realidad es que a los pocos años se avistaron las primeras grietas en su construcción.
Siempre hay múltiples versiones de un acontecimiento, pero lo que Chernobyl logra es no focalizar en un solo punto la causa del desastre, si no que equilibra de una manera correcta la atribución de la misma. Poniendo al mismo nivel el fallo humano, el secretismo en torno a los posibles errores en la fabricación y las innumerables mentiras que llevaron a ese incalculable número de víctimas.
Si te ha fascinado la historia y quieres conocer el detalle al completo de determinadas escenas y su rodaje o testimonios de los propios actores te recomendamos que escuches detenidamente estos podcasts que nos proporciona HBO.