Era un día de primavera como cualquier otro en la región de Tōhoku, Japón. Los jóvenes acudían al instituto con normalidad, los empleados se dirigían a la oficina y una paz reinaba por momentos. Ningún habitante de la ciudad era consciente de la catástrofe que se cernía sobre el país. En cuestión de instantes, un temblor producido cerca de la costa este asoló el país entero matando a cientos de personas.
Y no sólo eso, el seísmo provocó la formación de olas de más de un metro que barrieron los campos de arroz, envolvieron pueblos enteros, arrastraron casas a las carreteras y arrojaron coches y barcos como quien lanza un juguete a la bañera. Algunos de estos muros de agua imparables alcanzaron 10 kilómetros tierra adentro en la prefectura de Miyagi.
El destrozo fue masivo. Y todos los noticiarios y periódicos del mundo se hicieron eco del impactante suceso natural. Fue el más poderoso que golpeó a la nación insular en la historia registrada, con una magnitud de 9 en la escala de Richter. El terremoto fue "cientos de veces mayor" que el terremoto de 2010 que devastó Haití, según dijo el Observatorio Terrestre LaMont-Doherty de la Universidad de Columbia aquella semana.
Para cualquier japonés, parecía el fin del mundo.
Y el tsunami que desató viajó a través del Océano Pacífico provocando también advertencias y alertas de tsunami para 50 países y territorios tan lejanos como las costas occidentales de Canadá, Estados Unidos y Chile. El terremoto originó más de 160 réplicas en las primeras 24 horas. Las ondas sísmicas provocaron la ruptura de los icebergs en la Antártida, el agua de los fiordos noruegos salpicó de un lado a otro y los restos del tsunami llegaron a lo largo de la costa de América del Norte.
No era la primera vez que Japón se enfrentaba a algo similar, aunque no de esta potencia tan brutal. El país está ubicado a lo largo del "anillo de fuego" del Pacífico, un área de alta actividad sísmica y volcánica que se extiende desde Nueva Zelanda en el Pacífico Sur hasta Japón, hasta Alaska y las costas occidentales de América del Norte y del Sur. ¿Qué sucedió? Básicamente que la corteza terrestre se rompió a lo largo de un área de aproximadamente 400 kilómetros de largo por 160 kilómetros de ancho, mientras las placas tectónicas se deslizaron más de 18 metros, según apuntaron los geólogos del USGS.
El fenómeno que desplazó la Tierra
Y a pesar de todas las consecuencias atroces que tuvo para el pais, hubo un detalle que pasamos desapercibidos durante un tiempo hasta que varios científicos alrededor del mundo notificaron en sus estudios y análisis. El poderoso terremoto parecía haber movido la isla principal de Japón y había desplazado la Tierra sobre su eje. Los informes del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología en Italia estimaron concretamente que desplazó al planeta sobre su eje en casi 10 centímetros y movió la isla de Japón alrededor de 2,4 metros.
Pero no sólo eso. El efecto dominó de esta cadena de sucesos geológicos y físicos también acortó la duración del día de la Tierra en una fracción y cambió la forma en que se distribuye la masa del planeta. Un nuevo análisis de la NASA revelaba ese mismo año que el intenso temblor había acelerado el giro de la Tierra, acortando la duración del día de 24 horas en 1,8 microsegundos. “El escenario es similar al de una patinadora artística que lleva los brazos hacia adentro durante un giro para girar más rápido en el hielo. Cuanto más cerca del ecuador esté el cambio de masa durante un terremoto, más acelerará la rotación de la Tierra”, explicaba el geofísico Richard Gross, del Laboratorio de Propulsión de la NASA.
Un día de la Tierra dura aproximadamente 24 horas, o 86.400 segundos. En el transcurso de un año, su longitud varía en aproximadamente un milisegundo, o 1.000 microsegundos, debido a variaciones estacionales en la distribución de masa del planeta, como el cambio estacional de la corriente en chorro.
Eso no significa que las ondas de choque del terremoto sacaran a la Tierra de su eje norte-sur, alrededor del cual gira el planeta, ni mucho menos. El eje de la figura de la Tierra no es el mismo que su eje norte-sur en el espacio, alrededor del cual gira una vez al día a una velocidad de 1.604 kph. “Solo fuerzas externas como la atracción gravitacional del sol, la luna y los planetas pueden hacer eso", señalaba Gross.
En cambio, modificó lo que se llama el eje de la figura de la Tierra, una línea imaginaria alrededor de la cual se equilibra la masa del mundo, a unos 10 metros del eje norte-sur. La Tierra, naturalmente, se tambalea ligeramente a medida que gira, porque la masa de superficie cambiante, como el derretimiento de los glaciares y las corrientes oceánicas en movimiento, pueden desequilibrar al planeta.
Esta no es la primera vez que un terremoto de envergadura similar ha cambiado la duración del día en la Tierra. Algunos seísmos importantes también lo han hecho en el pasado. El terremoto de 8,8 grados de magnitud en Chile en 2010 también aceleró la rotación del planeta y acortó el día en 1,26 microsegundos. El terremoto de Sumatra de 9,1 en 2004 acortó el día en 6,8 microsegundos. "En teoría, cualquier cosa que redistribuya la masa de la Tierra cambiará la rotación de la Tierra", explicaba el equipo de científicos.
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