La inflación se ha denominado tradicionalmente el impuesto de los pobres. Mientras que los más pudientes pueden invertir sus ahorros y verlos crecer y combatir las subidas de precios, los que viven con el dinero justo no se lo pueden permitir, y ven como sus escasos ahorros y salarios congelados cada vez permiten comprar menos cosas.
En Venezuela la situación de precios se ha ido deteriorando progresivamente hasta llegar a una situación insostenible, la hiperinflación. Las estadísticas del Gobierno son simplemente mentiras, y las estimaciones más fiables sitúan la inflación de los últimos doce meses en el 43.000 %. Estas tasas de inflación son una locura para realizar una vida normal, no hay una estrategia acertada para combatirlas y lo único que hacen es degradar la vida de las personas.
Vivir en Venezuela es muy complicado
El día a día es muy complicado en Venezuela. La tasa de inflación de 43.000 % significa que cada mes los precios se multiplican por 1,65. Un ejemplo para pensar: si España tuviera esa tasa de inflación y teniendo en cuenta que el gasto medio mensual en la cesta de la compra es de 340 euros al mes, al siguiente mes costaría 561 euros. Al siguiente 925 euros y al siguiente 1.527 euros. Una locura.
Pero eso no es lo más grave. La inflación de 43.000 % al año es la calculada en los últimos 12 meses. Pero el ritmo se ha acelerado. Si se proyecta la inflación de los últimos tres meses la inflación anual es superior 482.000 %. Esto es, cada año los precios se multiplican por 4.820. Es decir, cada mes los precios se multiplican por 2. Al cabo de cuatro meses un gasto fijo de 340 euros se convertiría en un gasto de 2.720 euros.
El precedente más famoso: Alemania de los años 20
Estos niveles recuerdan (aunque todavía están lejos) a los de la Alemania de Weimar, donde la inflación llegó a superar el 10.000 % al mes (recordemos que ahora en Venezuela están sobre el 300 % al mes). En los años 20 los alemanes se cogían libre el día de paga para gastarse el sueldo del mes, ya que si esperaban unos días su dinero no valía nada. De hecho muchas veces se usaban los billetes como combustible, ya que al poco de imprimirlos no tenían valor.
En Venezuela ya empiezan a verse efectos parecidos: los sueldos no suben al suficiente ritmo para mantener el nivel adquisitivo, hay hambrunas y escasez de artículos de primera necesidad, no hay suficiente moneda para efectuar las compras (el billete más frecuente es el de 100 bolívares y para tomar un café hacen falta 10.000 de estos billetes), etcétera.
Pero, ¿cuál es el problema? Como en todos los episodios de hiperinflación el problema es que el Banco Central está imprimiendo moneda para hacer frente a los vencimientos de deuda. Y esta moneda no está respaldada por nada. Pero ni siquiera esto es una solución de nada ya que mucha de la deuda de Venezuela está denominada en moneda extranjera, en dólares. Lo cierto es que el Gobierno de Venezuela es un desastre y las soluciones a esta situación, aunque complicadas, son mucho mejores que seguir por la misma senda: suspender pagos, reestabilizar la moneda, dejar de imprimir dinero e intentar restablecer la economía de mercado normal.
Imagen | Ariana Cubillos/AP
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