Manu Tenorio ha declarado la guerra a sus inquilinos. Y eso muestra algo preocupante sobre el alquiler en España

La polémica del músico y los "inquiokupas" nos habla de los problemas del mercado de la vivienda en el país

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Ni en sus mejores años en la academia de 'Operación Triunfo', hace ya más de dos décadas, el cantante sevillano Manu Tenorio acaparó tantos titulares como los que protagoniza estos días. Los artículos que hablan de él hoy poco tienen que ver sin embargo con la música, las giras, los realities o la prensa del corazón, terreno en el que suelen moverse habitualmente los "triunfitos". Si hubiera que encuadrarlo en una categoría sería más bien la de la crisis de la vivienda y alquiler de España.

De la noche a la mañana, con una buena dosis de cruces de acusaciones mediante y algún que otro sonoro exabrupto en redes y platós, el sevillano se ha convertido en la mejor demostración del problema que el país tiene con su mercado residencial. Eso y hasta qué punto están rotas las relaciones entre los caseros e inquilinos.

¿Qué ha pasado? Que Manu Tenorio asegura ser víctima desde hace meses de unos "inquiokupas", palabro empleado en varias ocasiones por el propio músico. Ese es el resumen, el trazo grueso. Los matices son bastante más complejos.

Tenorio sostiene que lleva más de un año reclamándole a los inquilinos de su vivienda de Sanlúcar de Barrameda que le "devuelvan" la propiedad y les exige además miles de euros en pagos pendientes. Del otro lado, los inquilinos alegan que han recibido varias cartas en las que Hacienda les ordena que no paguen al músico sevillano porque —aseguraban hace días a Antena3— este carga con una "deuda millonaria". De ser así, la orden del Fisco no resultaría excepcional.

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¿Solo se sabe eso? No. A lo largo de los últimos días han ido conociéndose nuevos detalles, aunque a golpe de declaraciones, exclusivas y acusaciones, más que documentación fidedigna. Quienes más se han pronunciado han sido sin duda el propio Tenorio y su entorno. Aseguran que los inquilinos de la casa de Sanlúcar de Barrameda no le abonan el alquiler desde hace más de un año, que la deuda asciende a más de 10.000 euros y que siguen aún instalados en la vivienda.

"Tengo unos inquiokupas, no tienen otro nombre porque para que se utilice el término 'inquilinos' tiene que haber un acuerdo entre el arrendador y arrendatario, y yo llevo más de un año pidiéndole a esas personas por todos los medios que me devuelvan mi casa y no hay manera de echarlos", clamaba hace poco el cantante.

¿Y qué dice la otra parte? Que ni han dejado de pagar ni se consideran "okupas", según recoge el programa 'Y ahora Sonsoles', que ha podido hablar con los inquilinos a micro cerrado. "Nos llegaron dos cartas de Hacienda diciendo que no pagásemos a Manu Tenorio porque tiene una deuda millonaria", alegan: "¿Cómo vamos a pagarle a él si Hacienda nos pide por carta el dinero?"

En la vivienda de Sanlúcar residirían, precisa elDiario.es, una familia de cinco personas, tres de ellas menores, que dispondría de un contrato de alquiler por cuatro años. Para redondear el caso, denuncian que la casa presenta daños.

Tenorio no tardó en replicar que lo que tiene pendiente con Hacienda es en realidad un aplazamiento de pagos, "como otros muchos ciudadanos españoles". Durante una entrevista en la COPE, el músico ha asegurado que ya ha solicitado un certificado que acredita que no debe dinero al Fisco, pero descarta hacerlo público. Lo contrario, defiende, sería "someterse a la dictadura den la gente impresentable".

¿Y ya está? No. Por más que Tenorio sea una figura más o menos mediática y sus desavenencias con inquilinos puedan resultar jugosas para la prensa rosa, hay otra clave que explica la enorme polémica que ha generado el caso: su tono. Desde hace días el músico se ha pronunciado en streamings, platos de televisión, emisoras de radio y las redes para defender su postura frente a lo que considera "inquiokupas". A menudo con un tono exaltado, rozando o incluso yendo más allá del exabrupto, como en un vídeo (borrado más tarde) en el que se desquitaba sobre el caso.

"A ver, panda ingente de imbéciles, como me estáis pidiendo a mí que yo justifique estar a la altura de mis pagos con Hacienda, que lo voy a hacer, y sin embargo, a los individuos que están en un inmueble, deben más de 10.000 euros, sin contrato… ¿A esos no os da por pedirle que justifiquen estar al día con Hacienda?", retaba.

¿Son las únicas voces? Tampoco. La polémica ha ganado peso mediático por otra razón: no ha tardado en saltar a la arena política. Podemos ha cargado con dureza contra Tenorio al considerar que alienta el "falso discurso de la okupación" y "desprestigia" a sus inquilinos. Es más, su portavoz, María Teresa Pérez, apoyó la versión de la familia al asegurar que el cantante andaluz mantiene "una deuda muy importante con Hacienda". "Por tanto, la Administración le requiere a los inquilinos para que paguen directamente a las arcas públicas", aseguró.

Tenorio ya ha exigido su dimisión vía X, donde la ha tachado de "embustera". También ha citado al exsecretario general de Podemos, Pablo Iglesias, para que le invite al programa que dirige para hablar del caso. "Si invitó a los inquiocupas […], para ser iguales y predicar con el ejemplo, le exijo que me invite a mí", zanjó.

¿Qué nos dice el caso? He ahí la clave. La polémica de Tenorio no es solo interesante por el fondo o las formas del músico sevillano. Si el caso ha alcanzado semejante calado es porque habla del mercado inmobiliario y del arrendamiento en España. Para ser más precisos, de tres factores que trascienden los detalles concretos del caso del "extriunfito", aun sin dilucidar de forma pública.

El primero son las dificultades para afrontar la renta de buena parte del país tras un aumento de precios desorbitado, de más del 60% a lo largo de la última década, y que ha llevado a que una parte significativa de los hogares del país se retrase en los pagos de facturas como el IBI, la comunidad, la hipoteca o el alquiler.

La segunda es la compra de vivienda como un activo, la adquisición de propiedades para usarlas a modo de inversión, bien enfocándolas al alquiler residencial o al vacacional, aún más jugoso. Un informe reciente de Fotocasa refleja que el porcentaje de compradores que se hacen con inmuebles como inversión, en busca de un rendimiento, se ha duplicado en poco tiempo.

¿Y el tercer factor? Probablemente el más importante y que mejor refleja hasta qué punto está rota la relación entre caseros e inquilinos: el miedo a los okupas. El propio Tenorio ha empleado a expresión "inquiokupas" y ese ha sido su gran roce con Podemos, que lo acusa de "alentar el discurso de extrema derecha".

elDiario.es entrevistaba hace poco a vecinos de la vivienda de Sanlúcar de Barrameda, que zanjan: "No sé si han dejado de pagar, pero no son okupas". A pesar de la mediatización del fenómeno okupa, laSexta apuntaba en 2023 que su reflejo en la realidad muy limitado: se anotaron 16.700 denuncias por ocupación, una cifra baja si se compara con las casi 26 millones de viviendas del país.

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